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jueves, 22 de noviembre de 2012

FUEGO ENTRE ANAÏS Y GONZALO MORE


Félix Pita Rodríguez (escritor cubano), Manuel Chávez Lazo “Chavico” (médico peruano), 
Elsa Henríquez (hija de Helba (Huara) y Gonzalo More Barrionuevo.

  Por fin he podido leer con calma y paciencia el libro Fuego (1) de Anaís Nïn. Aunque ya en mi libro El cholo Vallejo, con una excelente carátula de Carlos “Chino” Domínguez (2), escribí que Gonzalo More había sido inútilmente estropeado, maltratado y agredido por Anís Nïn. Esta segunda lectura más detenida me ha permitido constatar con más nitidez que Fuego, está lleno de orgasmos, lascivia, erotismo, juegos sexuales, deseo de llegar al éxtasis tantas veces se pueda, a la multiorgánica y sensualísima Anaís. Personalmente, a mí no me gusta esa literatura, me adhiero más bien a una literatura comprometida con la condición humana, con el deseo de reconstruir la realidad que es tan cruel y dolorosa.
  En esta vez he leído el texto para después, tratar de reconstruir la biografía de Gonzalo More, para fijar mejor la imagen de un artista y músico, de un peruano que colaboró con la lucha de España Republicana contra el fascismo. Pero Anís no solo arremete y ridiculiza a Gonzalo, sino que además se refiere despectivamente a Helba Huara. Sin embargo, asombra la capacidad de Anaís, de engañar a Helba con Gonzalo y ser su amiga, además visitarla frecuentemente.   
   Aunque es verdad que Helba Huara cayó repentinamente enferma, después se supo que se trató de un estrés agudo a causa de no poder actuar para mantenerse, Gonzalo trabajaba en diversos oficios pero siempre conseguía dinero para dotarla a ella y a Elsa Henríquez (que no era hija de Gonzalo), de lo necesario para vivir en una urbe siempre cara. De modo que cuando dice Anaís que se trataba de una persona incapaz de realizar esfuerzos para conseguir el sustento de su familia, no es verdad.
    Según Ernesto More, que era el escritor más autorizado para hablar de Gonzalo, decía que era una persona vital, romántica, llena de vida, apasionada y dotada con un gran temperamento de artista. Aunque en un principio se dedicó a la composición musical, luego se convirtió en un excelente diseñador de escenarios y trajes. Tocaba piano y acompañaba a Helba en sus presentaciones teatrales, se querían mucho a pesar de lo vivido y sufrido.
    Helba y Gonzalo deslumbraron al público europeo que jamás había escuchado música andina y visto una danza extraña como ritual ejecutada por Helba. Desirée Lieven al recordarla empieza diciendo:
      “Un día de la primavera de 1930, un amigo pintor americano irrumpió en mi atelier muy excitado:
-          ¿Sabes quién está en París? La más fantástica, la más prestigiosa danzarina de Suramérica, Helba Huara.
-          ¿Así? – respondí- sin conmoverme, ese nombre no me dice nada. ¿Qué es lo que representa ella? (3)
    Y luego empezó una amistad siempre desigual y llana de celos entre Desirée Lieven, Helba Huara, Anaís Nïn, Alejo Carpentier, Félix Pita Rodríguez, Artaud, Gonzalo y naturalmente César Vallejo. Más tarde llegarían Carlos y Ernesto a París, ambos regresaron después al Perú casados con mujeres francesas, lamentablemente Carlos murió en un accidente en una cuesta llamada Qakuña, en la carretera entre Huancané y Viquechico. El corazón de Carlos fue enterrado en el cementerio de Huancané habiendo sobrevivido Vicente Mendoza Díaz, quien contó la forma como se produjo la volcadura de la camioneta en que viajaban.
    Los viajeros que pasan por ese lugar leen el texto escrito en una piedra de más o menos tres metros de altura por uno de ancho: “Carlos More B. / 20 / I /1944. In memoriam”. Ese fue un recuerdo fraterno que mandó a edificar Ernesto More. Desde entonces, han pasado sesenta y ocho años años, todas las personas que conocieron en Puno, Lampa, Juliaca, Huancané y Viqluechico tanto a Carlos como a su esposa, han muerto. Sin embargo, hemos podido recuperar testimonios de lo que fue el Centro Textil de Vilquechico, donde precisamente dirigía Carlos More una gran producción en beneficio de los campesinos, trabajadores y artesanos.
     Pero no nos dejemos ganar por la memoria toda vez que la idea central del texto es referirnos a Fuego de Anaís Nïn: Durante la lectura no vale la pena ni es posible contar los largos orgasmos de Anís, las veces que se refiere a la fiebre, ardor y fuego que siente entre las piernas, a sus espasmos continuos que siente en el clítoris y la vulva. Incansable, insaciable, devoradora, ilimitada, absolutamente capaz de tener sexo en el mismo día o noche con Gonzalo More, Henrry Miller y Otto Rank.
    La prosa limpia y sin duda conquistada a base de un ejercicio de muchos años, le permite sentir un gran placer a Anaís precisamente al hablar de sexo y describir sus orgasmos. Pero además de mentiras, cuernos, halagos y el deseo de ser permanentemente poseída, penetrada, miente. Dice que ama a todos en su momento, cuando lo que viene a ser es una maravillosa acróbata del sexo, una artista capaz de hacerle creer a cualquier hombre que lo adora como a nadie. Llegó a tener tal dominio de las escenas llenas de sexo, que debe ser cierto cuando dice que Gonzalo se convertía en un tigre sexual, las descripciones de la vida amorosa con él, como a cualquier hombre de hecho le provoca hacerle el amor.
    ¿Cómo era físicamente Anaís? Ernesto More decía que era de talla regular, de rostro sensual, aroma tropical, mirada dulce y traviesa, bien proporcionada para su talla, cadera un tanto ancha, cabellos negros, voz francamente dulce y con timbre delicado. De modo que su físico llamaba la atención donde estuviera. De padre cubano, dotada de una extraordinaria sensualidad, a cualquier hombre lo volvía loco a base de besos y sexo permanente. Además, adquirió un dominio de sus amantes porque estudió sicoanálisis y ese hecho, le sirvió mucho para llevar varias vidas paralelas.


  Sobre todo desarrollar la habilidad de contentar a todos sus amantes tanto permanentes como ocasionales, de tenerlos contentos sexualmente y satisfechos, también de mantenerlos presos como distantes a todos, para que ninguno se sintiera dueño de ella, ese hecho sin duda es una gran habilidad, demuestra un talento innato. En medio de una lectura a veces francamente aburrida de un  Diario que huele a puro sexo, orgasmos continuos y falsedades, es innegable que Anaís, por su naturaleza y sicología, no podía tener una permanente vida de amor y sexo con un solo hombre.
    En el libro en mención hay errores en lo referente a Gonzalo More, en primer término dice Moré (con tilde), “nacido en la provincia de Punto, a orillas del lago Titicaca”, debía decir Puno. “Descendiente de españoles, escoceses e incas”.  ¿Incas? Ni hablar. Gonzalo More Barrionuevo, no tenía sangre incaica, su madre descendiente de antiguas familias lampeñas (Puno), no pertenecía como sí por ejemplo los Chuquihuanca de Azángaro, a la nobleza incaica. “Generalmente pobre y dado al alcohol” (4), tampoco es cierto, aunque Anaís varias lo retrata como si se tratara de una persona que abusaba de las bebidas espirituosas.
    ¿Por qué Anaís tenía que escribir en su Diario lo que no era cierto? Que una persona como Rupert Pole, albacea, legado de Anaís Nïn, en Los Ángeles, en enero de 1995 (5)  autorizara se escriba estupideces, no tiene sentido, es indignante como imperdonable, porque ese juicio resulta sin duda de la lectura del Diario. Anaís no cuenta de la entrega total de Gonzalo a una causa justa por la que dejó todo: defender a España Republicana del Fascismo, de la agresión a la población y ataques a las ciudades indefensas. En otras palabras, Gonzalo frente a la Guerra Civil Española, se situó en la vanguardia y colaboró estrechamente con Henry Barbusse.



    Anaís no se interesaba por la política, en cambio Gonzalo, sí. Aunque a Anaís se acercó en un determinado a quienes se comprometieron en la lucha, hay un pasaje que vale la pena leer:
    “Voy a verme con Gonzalo  en el Nanankepichu (6), donde va a celebrar la primera reunión política. Comité Iberoamericano por la  Defensa de la República Española. La gran sala está iluminada por una sola lámpara. Llegan los hombres – mexicanos de largos cabellos negros, anillos de oro, camisas chillonas; chilenos, nicaragüenses,   cubanos blancos, poetas, estudiantes de medicina y derecho -. Les gusta el sitio. Es romántico, estremecedor. Demasiado estremecedor. Asusta a los que no tienen  los papeles en orden. Los policías que siempre vigilan en la escala que conduce al muelle asustan a (Pablo) Neruda, el poeta débil y enfermizo. Vuelve corriendo hasta donde está Gonzalo, que espera a otros camaradas en los andenes de la estación de Orsay. Gonzalo siente una sacudida: ‘Dios mío, Anaís va a tener problemas. Le he metido en un lío’. Viene corriendo y nos encuentra a todos fumando tranquilamente. Me han presentado: ‘Una nueva camarada Anaís Nïn’. Tenemos que salir del Nanankepuchu. Todos están asustados. Gonzalo queda aparte, es físicamente mayor y de una calidad completamente diferente”. (7)       
     Fuego comprende cronológicamente a los años 1934-1937. Si se tiene en cuenta que la Guerra Civil Española duró entre 1931 a 1939, los Diarios de Anaís solo registran acciones que lee en los diarios, pero no hay una reflexión acerca del dama humano que conmovió al mundo. No hay referencias a los brigadistas, a los voluntarios franceses que entregaron la vida por defender a España de las garras de la muerte a base de bombardeos a pueblos indefensos. ¿Es mucho pedirle a una mujer que se vanagloria de ser multiorgásmica y tener tres amantes al hilo?
   Gonzalo More conocía la vida sexual de Anaís pero no podía exigir nada porque sabía que era como ella dice: “libre, dependiente de mi sexualidad”. Henrry Miller se hacía el loco, sentía celos infinitos y reclamaba lo que le correspondía, pero Anaís lo callaba en la cama. El caso de Otto Rank si que es una desgracia, introdujo a Anaís en el  socianálisis y nunca la sicoanalizó siendo su mujer oficial. Más bien le hacía obsequios caros y constantes, nunca le hizo faltar dinero. ¿Anaís amaba a Otto Rank? Es una respuesta bien difícil de suscribir.
    ¿Los Diarios de Anaís podrían servir para hacer una biografía de Gonzalo More? No, de ninguna manera. ¿Cómo queda Gonzalo después que se termina de leer este texto? Sin duda desencantado de un puneño amigo de Vallejo, de un artista comprometido con la vida. Por eso, es posible pensar que Anaís nunca quiso de verdad a nadie, más bien odió con amor y amargura a todos sus amantes. Jamás amó con limpidez y afecto sincero a ninguno de sus amantes, porque finalmente a todos los destruye, atribuyéndoles más defectos que virtudes en sus Diarios. Por supuesto, nadie es  perfecto, menos en un mundo en el que los valores de fidelidad, honestidad y dignidad, no existen.
    Sin embargo, si no habría reglas de respeto mutuo en una pareja, de reciprocidad y saber considerar y hacerse respetar, todo sería un caos. ¿Puede una adolescente leer los Diarios de Anaís? No es nada aconsejable. No se trata de llegar a la censura ni alarmarse, menos ponerse moralista cuando “sacar la vuelta” es normal. Mucha gente pregunta: “¿En qué se parecen los cuernos al dolor de muelas?” La respuesta es: “En un principio duelen pero después la persona se acostumbra”. Además: “Son invisibles, movibles y descartables”        
    Pero, ¿quién no quisiera tener una amante ideal, única, ardorosa, sensualísima, perfumada, limpia, exigente, dulce, morocha, culta, escritora, tierna, conversadora, estrecha, abusadora, con dinero, tragadora y pida cada vez más kilómetros como Anaís Nïn? Por supuesto, es un sueño que muy pocas veces algún hombre, dependiendo de la edad, clase social y dinero, puede alcanzar. Quizá por eso es que volvía locos a los hombres que la penetraban durante varias horas, muchas veces. Esa es también la razón por la cual sus libros son tan leídos por un público que consume la literatura erótica.
(21/11/2012).        

1.      Anaís Nïn. Fuego. Editorial Siruela / Bolsillo. 1996. Madrid.
2.      José Luis Ayala. El Cholo Vallejo. Ediciones FIMART. 1994. Lima.
3.      Kyra Saven. Ma vie m’a beaucoup plu. Témoignage recuielli par Sabine Harguos. DENOËL. 1984. París.
4.      Anaís Nïn. Fuego. Página 191. (Aunque la nota biográfica corresponde a Gunther Stulhmann). Editorial Siruela / Bolsillo. 1996. Madrid. 
5. Anaís Nïn. Fuego. Página 11. (Aunque la nota biográfica corresponde también a Gunther Stulhmann). Editorial Siruela / Bolsillo. 1996. Madrid.
6.  Nanankepichu: Expresión quechua que significa mi atado, mi pertenencia intransferible. Gonzalo More le puso ese nombre a la barcachuela que alquilaron con Anaís para huir de todos y estar absolutamente solos. En el río Sena hasta ahora es posible alquilar esas embarcaciones para vivir por temporadas.
7. Anaís Nïn. Fuego. Página 289. Editorial Siruela / Bolsillo. 1996. Madrid. 


jueves, 15 de noviembre de 2012

AMOR Y TERNURA DE VALLEJO A HENRIETTE MAISSE


Henriette Maisse, César Vallejo y Carlos More

 Los amigos de Vallejo sabían que era monógamo, que lo único a que se atrevía era a mirar a las “Zorritas”, jóvenes parisimas, llamándolas así debido al color de la piel y el cabello. El Cholo no era enamorador, ni mucho menos dado a protagonizar amores pasajeros, compromisos furtivos ni aventuras. Sus contertulios coincidían en decir que era un tanto tímido e introvertido con las mujeres.
   Precisamente por eso, se puede hacer una historia de los amores del Cholo Vallejo. Como se sabe, nació 19 de mayo de 1892 y en 1915, a los 23 años se enamoró de su sobrina carnal llamada Otilia Vallejo, de 16 años de edad, hija de su hermano Víctor.  La familia se preocupó y censuró al amor del poeta. Sin embargo, la amó más allá de las miradas de fuego y plegarias dichas en voz baja en templo de Santiago de Chuco.
   Una vez radicado en Trujillo, en 1916, a los 24 años conoció a María Rosa Sandoval, una muchacha atractiva, de quien sus contemporáneos decían que por entonces escribía un “Diario de su vida”, por lo que la bautizaron con el nombre de María Bashkirseff. Pero falleció el 10 de ese año, dejando en el Cholo Vallejo un recuerdo con un sabor amargo, habiéndoles inspirado el poema “Los dados eternos”.
   En 1917 conoció a Zoila Rosa Cuadra, de 15 años, de ojos verdes y labios carnosos. Una tarde Vallejo le declaró su amor y así empezaron un intenso romance. Y ocurrió que Vallejo le puso en nombre de Mirtho, dedicándole al final de un amor intenso, el poema “Septiembre”, que después incluyera en “Los heraldos negros”.
    El dolor que le causó la ruptura con Mirtho lo llevó al borde del suicidio. Pero  sucedió que ese mismo año, se enamoró de una adolescente llamada Lourdes Murguía. A fines de ese mismo año sintió una profunda atracción por Hemelinda Melly, de 16 años.
    El 27 diciembre de 1917 Vallejo viajó a Lima y se enamoró intensamente de Otilia (nombre también de su prima Otilia Vallejo), ese amor le causó serios disgustos porque lo presionaron para que se casara, hecho que no aceptó el poeta, fue un año en que el Cholo sufrió una intensa soledad y además una marcada pobreza.
   El julio de ese año terminó con ella y le dedicó un soneto de catorce monosílabos: Ves / lo / que / es / pues / yo / ya / no. / La / cruz / da / luz / sin / fin. / A lo que habría que agregar el hecho de que Ángela Ramos le dijera, no. Sin olvidar a la “andina y dulce Rita de  junco y capulí”, que de acuerdo a la versión de Francisco Izquierdo Ríos se llamó Margarita Gordillo.
    Hasta que el 27 de junio de 1923, el Cholo partió en el barco “El Oroya” con destino a París. Desde ese año hasta 1925, poco se sabe respecto a la vida amorosa de Vallejo. Desirée Lieven, Ernesto More y José Macedo Mendoza, solían decir que durante ese tiempo, Vallejo tuvo amores informales con mujeres menores que él, de los cuales recordaban con cierta tristeza a Martha, empleada de una tienda de comestibles, hija de un español inmigrante.
   Será difícil determinar las circunstancias en que Henriette Maisse y el Cholo se conocieron. Vallejo convivió con ella en 1926. Pobre y enfermo, el poeta recibió el auxilio y amor infinito de Henriette, debido a que desarrollaba sus actividades como modista.  Y ocurrió que el Cholo conoció a Georgette Phillipart, con quien contrajo matrimonio el 11 de octubre de 1934, en el municipio del XV arrodissement, en el barrio de la Mairie, habiéndose instalado para vivir después en el bulevar Garibaldi. Nº 41.
    Extraña que Vallejo nunca le dedicara siquiera una línea a Henriette ni a Georgette. Un rasgo de todas las mujeres que amó o que lo amaron, es que siempre fueron menores que él. Pero la mujer con quien tuvo una gran diferencia de edad fue con su sobrina carnal llamada Otilia Vallejo, un amor prohibido del que hablan poco los historiadores.
    Poco se sabe acerca de los biografía de Henriette Maisse. Los estudiosos oficiales de Vallejo consignan datos dispersos como equívocos y no sienten afecto por ella, lo que es absolutamente injusto. Ignoran u olvidan a propósito que Henriette, convivió con Vallejo durante una de sus crisis, pobreza y enfermedad más  penosa.
    Es cierto que precisamente Henriette no fue una mujer con una biografía extraordinaria. Pero lo que no puede quedar en el fondo del olvido, es su calidad humana, su grado de solidaridad y amor a Vallejo. Compartió con él su magro salario de obrera a destajo, compró medicinas hasta donde pudo y sobre todo, lo amó en las circunstancias más adveras y en un mundo hostil para ambos.
    Henriette nació en París en el mes de septiembre de 1900, huérfana de padre y mayor de dos hermanas, pasó por serias penurias económicas en su niñez. Estudió hasta concluir  con estrechez su educación secundaria, siendo una de sus tías quien le enseñó el oficio de modista. Trabajaba en varios lugares o casas particulares y a veces lo hacía en su departamento alquilado, para lo cual había adquirido una máquina manual de cocer.
    Era una mujer sencilla, agraciada, sobre todo poseía una extraordinaria lucidez, rasgo mental por que Vallejo quedó sumamente impresionado, enamorado, según Desirée Lieven. No era digamos bella, pertenecía a lo que se denomina en París, la classe ouvriere.
    Una de  las únicas fotografías que ha quedado de ella es en la que aparece junto a Vallejo y Carlos More.  Está sentada junto al Cholo, festejando la navidad de 1926, en el atelier de la rue Vereingetorix, ocasión en que sobre la mesa, aparece pan, vino, botellas vacías con velas encendidas. Henriette junto a Vallejo, tiene una copa levantada para hacer un brindis. La foto fue tomada por Ernesto More.
    Se ha dicho que es posible que Vallejo la conociera a fines de mayo de 1925 y que después vivirían intensamente un amor con vino, pan, patatas y pobreza. Pero ni Henriette ni Vallejo estaban dotados para realizar o emprender tareas que les permitieran ganar lo suficiente como para poder vivir cómodamente. Cuando Vallejo se refería a Henriette le llamaba siempre mi “Zorrita”. “Mi dulce zorrita”. Todo indica que en realidad nunca hubo entre ellos la posibilidad de que algún día contrajeran matrimonio.
    En 1928, Vallejo con fecha 30 de enero le escribió a Pablo Abril de Vivero, diciéndole entre otros asuntos: “Le agradeceré muchísimo me diga con qué fecha se pidió un pasaje a Lima y cuánto solicitó para gastos de mi viaje al Callao”, debido a que el poeta había solicitado se financiara su repatriación. Luego en otra carta también a Abril de Vivero, le dice: “No he recibido aún la respuesta de Leguía y le agradeceré me diga usted si se ha hecho el reclamo a Lima por oficio o por telégrafo. Temo a veces que en Lima haya alguna mala intención contra mí. Para el pasaje”.  Lo que indica el deseo ferviente de regresar de Vallejo al Perú, pese a las amenazas e inminente encarcelamiento.
  En mayo de ese año, Vallejo le escribe a Abril de Vivero en forma dramática: “Hace un mes que estoy enfermo de una enfermedad de lo más complicada: estómago, corazón y pulmones. Estoy hecho un cadáver. No puedo ya ni penar. Sufro también del cerebro. Un mes que no duermo. Una debilidad horrible. Dispénseme que no le dé más detalles porque el médico me ha prohibido escribir y leer absolutamente”.
    Enfermo y débil, con la esperanza que el gobierno peruano le enviara el monto de los pasajes, Vallejo esperaba lo peor. Fue cuando precisamente el poeta tuvo el auxilio y amor de Henriette. No lo abandonó en ningún momento. Al contrario, después que superó una horrenda crisis física y sicológica, la “Zorrita” Henriette Maisse, acompañó al Cholo para que saliera de París y poco a poco recuperara su salud.
    Repuesto Vallejo, volvió a Paris con fecha 8 de setiembre de 1928 y, le escribió a Pablo Abril de Vivero haciéndole conocer que vive “Alrededor de Fontainebleau”. “A París voy –dice Vallejo- solo de cuando en cuando”. Le hace conocer su sorpresa al haberse producido el envío de su pasaje. En un acápite señala además que ha ganado 5 kilos, que su espíritu se ha fortalecido y que tiene conciencia de lo mal que estuvo en París.
    No existe otro documento no referencia directa a Henriette de la que Vallejo expresa en su carta: “Fue una crisis terrible y muy grave. Hoy – dice Vallejo -  me siento como resucitado, los meses de junio y mayo fueron verdaderamente trágicos para mí y para la pobre chica que me acompaña y que, dicho sea de paso se ha portado con mucha nobleza en este trance”. Hasta aquí el testimonio de Vallejo acerca de Henriette, reconocimiento en el que tácitamente expresa su sentimiento amoroso y al mismo tiempo un profundo agradecimiento.
   Desde fines de 1926, Vallejo y Henriette Maisse vivieron en el Hotel Richelieu de la rue Moliere. El caso es que Georgette en 1927,  era una “zorrita” de 18 años, quien también vivía allí con su madre llamada Marie Traverrs. El destino hizo que ambas vivieran frente a frente, razón por la que Vallejo conoció a Georgette.
   Enamorado Vallejo de Georgette  no tuvo más que decírselo a Henriette. Era natural que le produjera un serio disgusto, además Henriette sabía que Vallejo sentía una gran atracción por Georgette. No faltan quienes aseguran que Georgette persuadió a Henriette para que se trasladara a otro lugar y dejara tranquilo a Vallejo. El caso es que poco a poco se fueron perdiendo y diluyendo en el tiempo los pasos y recuerdos de Henriette. 
     Desirée Lieven y otros amigos que conocieron a Henriette Maisse solían decir que contrajo matrimonio con un joven provinciano menor que ella. Fue imposible conseguir mayores datos o quizá testimonio más frescos. El caso es que Henriette nunca recibió un reconocimiento, un homenaje o algún poema.
    La referencia más humana de la “pobre chica” que acompañó y ayudó a Vallejo es de la Macedonio de la Torre, pues en ese entonces afirmó: “Tengo para mí que el Cholo no debía haberse separado de Henriette, esa muchacha abnegada que sufrió en silencio y compartido la miseria valientemente, muchas veces trabajando”.
    Sin embargo, la sonrisa de Henriette retratada en la Navidad de 1926, ha quedado impresa en el recuerdo de quienes hemos tratado de conseguir algunos datos sobre ella. Pero Henriette Maisse estará siempre viva a través de la carta de Vallejo,  aunque solo se haya referido a ella y no escrito su nombre.  Henriette Maisse vivirá en la memoria de las generaciones de poetas y pueblos de América, precisamente porque supo asistir con nobleza a Vallejo a cambio de nada, lo amó mucho aunque jamás le haya dedicado un poema.

Necesaria aclaración:
Este es el texto acompañó al libro El cholo Vallejo, publicado en 1994 por la Editorial FIMART, Lima, en forma de addenda. Pero como eran tres hojas separadas, se han perdido o separado del texto. Es por esa razón que publico esa versión tal cual para hacerla conocer de nuevo, con todos sus errores y virtudes. Es verdad que he recibido la oferta de hacer una segunda edición de El cholo Vallejo, ese hecho implicaría revisar todo el libro, pero además las páginas referentes a Henriette Maisse. A este respecto tengo que decir lo siguiente: Los estudios sobre Vallejo no han aportado mucho respecto a Henriette Maisse, al contrario, cada vez ha sido más relegada y las referencias a ella no tienen el valor de reconocer de haber salvado la vida a Vallejo, aunque después el Cholo haya preferido a Georgette. No ha faltado quien haya acusado a Henriette de haber “vendido” a Vallejo a Georgette “por una fuerte suma de dinero”. Eso no es verdad, Vallejo no era una mercancía no tenía precio. También es denigrar a Henriette, no porque haya sido una obrera, iba a “vender” a un hombre que amaba. La prueba es que lo cuidó, lo atendió en los momentos más graves y finalmente le salvó a vida.
   Lo que nunca he contado es mi entrevista con Georgette Vallejo. Fue César Calvo quien insistió generosamente en que la conociera, hablara con ella y así fue. Cuando tacamos tres temas: Anaís Nïn, Desirée Lieven y Henriette Maisse, se puso disimuladamente furiosa, no pudo ocultar su gesto de disgusto. ¿Por qué? Con Anaís Nïn no llegaron a ser amigas porque entre ambas había una enorme distancia de caracteres, Anaís era extrovertida y Georgette muy reservada. Desirée era una mujer comprometida con una causa justa: la República Española y en su departamento, recibía siempre a luchadores sociales, especialmente latinoamericanos; Georgette en cambio no tenía una marcada inclinación ni vocación por la política como Desirée. Henriette había sido formada para ser obrera y su familia pertenecía al proletariado, en cambio Goergette tenía una mejor preparación intelectual, la prueba es que defendió la obra de Vallejo.
    ¿Por qué Henriette Maisse tiene que ser necesariamente olvidada? Nadie podría discutir la fidelidad a la obra de Vallejo, respecto a la permanente lucha de Georgette, eso no está en discusión, porque sino hubiera sido ella, seguramente que en gran parte se hubiera perdido. Las amigas de Desirée, sus amigas más cercanas y confidentes como la Petit Yaki ni Rayka, que aparecen en varias fotos que ahora circulan en Internet, sabían mucho, tenían una vaga referencia pero más conocían la biografía de Anaís Nïn, que incluso la de Georgette. Yakeline Weller “Yaquicha” me llevó una vez donde Georgette, pero se acordaba siempre que le había hecho una referencia de Henriette: Esa chica no significa nada en la vida de Vallejo  - dijo. Cuando salimos a calle le comenté a Yaquicha lo que había sucedido antes.