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viernes, 2 de agosto de 2013

UTOPÍA Y ANTIBOLIVARISMO EN EL PERU





    
 Uno: En el principio fue la utopía y creación de Repúblicas

    La perdurable como maravillosa obra política y humana del Libertador Simón Bolívar, no solo consiste en haber creado seis Repúblicas en América Latina y, proyectar el equilibrio geopolítico en el  planeta frente a Europa. Ni que se haya propuesto acabar con el colonialismo para cambiar la realidad de una parte del mundo. El  proyecto histórico más bien tiene que ver con la propuesta de una utopía que es preciso analizar. Ahora, se trata de llevar a cabo una intensa interacción humana e ideológica, destinada a forjar una nueva proyección de las naciones liberadas, unidas por su espada y genio político. Ese tiempo histórico de todos modos llegará inexorablemente, la marcha dialéctica de la utopía bolivariana no se detendrá. 
    La palabra utopía proviene del griego y significa “un lugar que no existe”. Viene a ser una doctrina, una propuesta, un proyecto, un sistema que se presenta como irrealizable cuando se propone. Se alimenta de dialéctica, razón, intuición, inteligencia y percepción. El Libertador Simón  Bolívar sin duda debió haber leído, como hombre culto, no solo a los enciclopedistas sino a Erasmo de Rótterdam, a Tomás Moro, quien al publicar Utopía (1516), criticó el sistema de organización de la sociedad de su tiempo, el orden social, político y religioso. En vez de una sociedad medieval represiva e intolerante, propuso un distinto modelo, otra forma de gobierno con igualdad social y planificación para su desarrollo.
     La utopía bolivariana empieza combatiendo, derrotando militarmente a los ejércitos españoles para establecer gobiernos republicanos capaces de proyectarse en el tiempo, como sociedades independientes, libres, justas y democráticas. Es decir, contribuir con la edificación de un mundo distinto al pasado, en el que sea posible desterrar la pobreza, matar al hambre, terminar con el abuso del poder y abolir el dolor humano. En ese sentido, uno de los testimonios que resume el pensamiento e ideología que alimentó la vida y lucha del Libertador, está registrado en el cautivante, pequeño y gran  libro: Diario de Bucaramanga suscrito por Peru de La Croix.         
    Como dice Miguel Acosta Saignes al referirse a la utopía realizable: “Solo Bolívar, entre los utopistas que desde Platón han inventado modelos de repúblicas, pudo someter su proyecto a la piedra de toque de la realidad, del funcionamiento verídico en medio de las clases sociales en lucha, de nacionalidades incipientes, de búsquedas incesantes, de explotados ansiosos, de tensiones internacionales, de influjos adversos y de esperanzas inagotables. Cierto que Campanela había luchado por sus ideales, también contra españoles en Calabria, y que por ello sufrió 27 años de cárcel”. Luego reflexiona de la siguiente manera: “Mas solo el Libertador tuvo una verdadera república de carne y hueso, con llamas y vicuñas con indígenas descendientes del Imperio del Sol. Con poetas y políticos y soldados llaneros de Venezuela, llegados a las alturas de Potosí, para el ensayo de su primera utopía en las manos de su hermano en los combates, Sucre,  otro utopista silencioso, tesonero y eficaz. Y aun pudo verla entre los peruanos, con él mismo a la cabeza de las revoluciones por unos meses”. (1)
    Ahora, la utopía bolivariana tiene plena vigencia frente a la globalización sesgada, que no es más que una palabra que sustituye al sistemático saqueo de los recursos naturales de América Latina y, mayor acumulación de capital. Frente a este hecho hay gobiernos que se han alineado al sistema pero no los pueblos, de allí la evidente distancia entre el poder y las grandes mayorías con marcadas esperanzas sociales, de que algún día se haga realidad el sueño del Libertador Simón Bolívar.      

     Dos: El Protector San Martín y su proyecto monárquico  

     Después de los triunfos de Chacabuco y Maipú, logro de la Independencia de lo que es hoy la República Argentina y persuadido que el poder virreinal radicaba en Lima, el general José de San Martín decidió dirigir la Expedición Libertadora. Doctrinaria e ideológicamente, una de las personas más influyentes en San Martín fue Bernardo Monteagudo, que en un principio sostuvo la necesidad de lograr un gobierno monárquico para el Perú. Entonces, no había necesidad de una guerra contra los ejércitos españoles para derrotarlos y expulsarlos del Perú. Los jefes monarquistas La Serna, Canterac y Carratalá, estaban convencidos que San Martín sustituiría al virrey por un príncipe europeo, de modo que nada variaría la administración de la colonia que al tener un ejército poderoso, no cambiaría el rumbo de la historia.
    San Martín y Monteagudo debieron analizar la realidad y luego convencerse que en Lima, de ninguna manera aceptarían que Juan Bautista Túpac Amaru fuera proclamado rey de América, menos gobernante del Perú. De modo que la única propuesta viable era la continuidad colonial, sabían que la aristocracia hispana-criolla no aceptaría renunciar al poder que tenía ni a sus privilegios con la creación de una República. La idea que se impuso fue: monarquismo o nada. San Martín no creía en la utopía, menos en la construcción de un mundo para desterrar la esclavitud y proscribir la miseria. Tampoco tenía fe en la creación de una nueva sociedad capaz de devolver a millones de personas, degradadas al nivel de animales de carga, para que vivan con dignidad, en libertad y con derechos ciudadanos.                     
    Por eso, su llegada a Lima tuvo una atmósfera sombría, el pueblo que es el verdadero protagonista de la historia, no salió a recibirlo. San Martín y Bolívar  encarnaban una distinta forma de pensar y actuar, lo que los diferenciaba era, la continuidad en la historia frente a una propuesta de escisión profunda. Se trata de dos corrientes ideológicas irreconciliables, absolutamente distintas. San Martín no tardó en convencerse que la aristocracia hispana-limeña, estaba preocupada de ser sustituida por una nueva clase de funcionarios al fundarse la República Peruana. Aunque algunos criollos masones estaban decididos a luchar para organizar otra forma de gobierno, no todos los aristócratas compartían la misma visión política.
    Desde que en Lima se empezó a comentar que solo el general Simón Bolívar, podría terminar con el caos y crisis, como consecuencia del fracaso de quienes dirigieron la flamante República Peruana, hicieron correr una serie de chismes, mentiras y falacias. Se decía que Bolívar fusilaría a curas para convertir el fierro de los templos en sables, herrajes y cuchillos, todas las haciendas serían incautadas para dar de comer a su “tropa de negros hambrientos y violadores”. Todos los jóvenes serían obligados a enrolarse o fusilados en caso de negarse. Finalmente como era un excomulgado nadie debía apoyarlo “tal como manda la Santa Madre Iglesia y  voluntad de Dios”. Pero una vez en Lima, Bolívar se convirtió en el centro de las reuniones, tertulias políticas y culturales. Todo se disipó con su correcto comportamiento de persona culta y hombre de mundo.           
    Desde entonces, primero fue la aristocracia, después la oligarquía hispana-criolla, luego los historiadores prohispanos, pero sobre todo el sistema educativo oficial de corte colonial-republicano, que ha tratado de consagrar a San Martín como  Libertador, para minimizar y soslayar acción y utopía propuesta por El Libertador Simón Bolívar. Ese es el fondo del asunto, es el tema que es preciso repensar, pero es necesario hacerlo teniendo en cuenta los antecedentes. Si es que no se conocen los hechos que preceden a un determinado acontecimiento, resulta imposible formular reflexiones para entender mejor lo que se quiere decir.   
    Así, debido a las exigencias y disposición del general San Martín, con la presidencia de Francisco Javier Luna Pizarro se instaló el  Primer Congreso Constituyente Peruano, el 20 de setiembre de 1822 y una vez proclamada la Independencia, tenía que redactar la Constitución Política. Pero cuando San Martín volvió de Guayaquil después de la entrevista con Simón Bolívar, asistió al Congreso y renunció a su investidura, pronunciando un discurso de despedida lleno de nostalgia y dolorosa duda en el futuro del Perú. Producido el vacío de poder y sin un ejército capaz de defender la República, el virrey La Serna amenazó con entrar a Lima y restituir el orden colonial. La Junta de Gobierno a cargo de José de La Mar fracasó frente a la nueva realidad y la primera campaña de Puertos Intermedios constituyó una vergonzosa derrota. Fue en ese momento que se produjo el primer golpe de Estado encabezado por el traidor y abyecto personaje llamado José de la Riva Agüero (2), quien fue reconocido como presidente del Perú. Pero luego del fracaso de la segunda campaña de Puertos Intermedios se trasladó a Trujillo, por lo que fue destituido. En Lima, el Congreso nombró a José Bernardo de Torre Tagle como presidente y así se ahondó mucho más la crisis con dos presidentes del Perú, dos capitales y la amenaza de las tropas realistas de entrar a la capital.
 
     Tres: La aristocracia limeña contra el Perú Republicano

      La llegada del general San Martín a Lima no fue auspiciosa ni el pueblo salió a recibirlo, no por las circunstancias políticas sino porque no había un movimiento ideológico, una elite politizada, una organizada colectividad revolucionaria, un conglomerado con vocación republicana. Como dice Indalecio Liévano Aguirre: “El 10 de julio, a las siete de la noche, casi de incógnito, pesimista y sombrío, entró San Martín a la capital del Perú, evadiendo los homenajes con que se pretendió recibirlo. Sus panegiristas ha querido ver  en las circunstancias, por demás modestas, que rodearon la entrada de San Martín en Lima, un rasgo de austeridad digno de ejemplo y han pretendido establecer una censura disimulada, al compararla con las entradas triunfales y faustuosas de Bolívar en Santa Fe, Caracas y Quito. Algo muy distinto pasaba en el ánimo de San Martín cuando, silencioso y casi ocultándose, entraba a Lima. En aquellos momentos San Martín no se sentía victorioso, como lo parecía a las gentes deseosas de recibirle con honores de triunfador... ¿Respondería la aristocracia criolla a su llamado a la insurrección contra los españoles? ¿Pondrían sus insuficientes  fuerzas militares hallar, en las costas peruanas, las adhesiones necesarias para enfrentarse a los formidables ejércitos que los españoles organizarían fácilmente con las indiadas de la sierra? Tales eran las preocupaciones que no le permitían considerarse como un general vencedor, muy a pesar de las esperanzas de Monteagudo y del entusiasmo de los habitantes de Lima que en esos días otorgaban a San Martín el título de Protector del Perú”. (3)              
     Y frente al caos generalizado como derrotas militares, el 2 de setiembre de 1823 el Congreso Constituyente decidió llamar a Simón Bolívar como única forma de salvación, lo nombró como suprema autoridad. El 11 de noviembre, antes que se proclamara la primera Constitución del Perú, el Congreso decretó la suspensión de todos los artículos que se opusieran al proyecto de Simón Bolívar y así, la primera Carta Magna 1823, murió antes de nacer  
    Hay una gran bibliografía en referencia a la llegada de Simón Bolívar a Lima y por eso, se sabe que el pueblo salió a saludarlo como al verdadero salvador del Perú. Entre tanto, los españoles como la aristocracia limeña, algunas veces en alianza, desarrollaron su propio juego estratégico en defensa de sus intereses. Antes que Simón Bolívar llegara a Lima, la aristocracia hizo circular una serie de mentiras y falsedades. Pero como dice César García Rosel: “Bolívar no vino bajo el impulso de sus propios deseos, sin embargo de que en su vehemencia y ansia de combatir por la libertad de los pueblos americanos, había anunciado, desde antes de Carabobo, su propósito de ayudar a otras secciones de la América española a conquistar su autonomía política. Vino ante el requerimiento del Congreso y del gobierno del Perú, que reiteradas veces y bajo el premio de las dificultades y peligros en que se encontraba este país, reclamaron su presencia entre nosotros y solicitaron su ayuda militar para continuar la guerra iniciada tres años  atrás”. (4)    
      Entonces, el sentimiento antibolivariano tiene sus orígenes en el chisme artero, en la diatriba, en la forma más sucia de desprestigiar a una persona. Esa es una antigua costumbre de aristócratas y criollos, está muy arraigada en el imaginario que resulta casi imposible erradicar. En el mes de marzo de 1824 Bolívar tuvo que organizar un ejército con la ayuda de Sucre, Lara, Córdoba, al mando de La Mar. En Junín, el 6 de agosto derrotó a las tropas españolas y el 9 de diciembre de 1824 en la Pampa de la Quinua (Ayacucho). Se había cumplido un año y tres meses de su llegada al Perú. 
    Después de Ayacucho, Bolívar convocó al Congreso Constituyente el 10 de febrero de 1825 y lo reconoció como Padre y salvador del Perú. Acordó que se le dedicara una estatua ecuestre en la plaza del Congreso, más una recompensa de 1.000.000 de pesos, que dicho sea de paso nunca se le entregó. Pero la aristocracia limeña se encargó de hacerle una permanente guerra sucia mientras que el proyecto de la República colisionó, debido a los intereses de criollos ricos y colonialistas. En una conversación de Pablo Macera con Jorge Basadre, hay un diálogo ilustrativo:     
     - “Basadre: La Independencia terminó siendo una revolución secuestrada no cumplida. 
     - Macera: Secuestrada, pienso yo, en gran parte por los enemigos de la revolución que se convierten (algunos de ellos) en gobernantes de la República. No es el primer escalón (no hablo de tanto como la presidencia de la República) sino en los escalones decisivos en el orden administrativo. ¿Qué es lo que ocurre con hombres como Mariátegui, Sánchez Carrión y los otros más que verdaderamente  hubieran podido radicalizar el proceso de la Independencia, o sea hacer que la República cumpliera, no solamente los objetivos reformistas de algunos criollos, sino los objetivos revolucionarios que compartían las masas indígenas? ¿Que ocurrió para que se vieran obligados a ceder su lugar a quienes exclusivamente querían un cambio político, terminar con el dominio español pero no cumplir ninguna de esas promesas que usted ha señalado, dejando así intacta la vieja estructura colonial interna? (5)

   Cuatro: Refundar la República. Hacia una educación descolonizadora.

    Son muchas las calumnias, falsedades, farsas, inexactitudes, mentiras, chismes, difamaciones, infamias, acusación, diatribas, etc., etc., que se han formulado contra el Libertador Simón Bolívar. Todo empezó antes de su llegada pero aumentó con las cartas de José de la Riva Agüero a sus aliados colonialistas españoles y crillos-limeños. Muchos de los argumentos de traidor al Perú, se han repetido durante muchos años. Vamos a superar este trance poniendo una voluntad férrea y abandonar la tentación de enumerar los cargos contra El Libertador, porque no es el momento y tampoco hay espacio.
    Pero el antibolibarismo se sustenta en el sistema educativo peruano con mentalidad colonial, en la forma dependiente del Perú a los dictados del FMI y el Banco Mundial. Está presente en los textos de la historia oficial, sobre todo en la mentalidad de partidos políticos, cuyos improvisados líderes ignoran la verdadera Historia del Perú y América Latina. Aparece y está inmerso en la deformación intelectual de docentes de todos los niveles. Ahora, frente al desgaste del poder político de la oligarquía en alianza con las transnacionales, el poder fáctico se ha hecho cargo de una nueva cruzada antibolivariana. Aunque el núcleo, la matriz más reaccionaria, sigue siendo la antigua aristocracia virreinal transformada en la oligarquía y derecha política peruana. No es una novedad decir que desde la colonia en Lima, actúa la derecha más cavernaria y troglodita de América, dispuesta a colaborar para acabar donde sea que se produzcan cambios sociales y defensa de los recursos naturales.
     El Estado Peruano al servicio del poder económico transnacional, se ha propuesto depredar el territorio nacional en complicidad e influencia de los lobies. (6) No le interesa diseñar objetivos nacionales históricos. Menos leer la nueva realidad nacional porque sabe que es peligroso que se conozca la verdad, ese hecho significaría saber que el Perú de carne y hueso se ha empobrecido mucho más. Carente de una coherente doctrina educativa con vocación de justicia social, no le interesa diseñar una política educativa con un curso de historia analítica que revise todo lo que hasta aquí se ha escrito. Menos implementar una política cultural creadora para formar una nueva mentalidad y liquidar la coloniedad, tan presente por ejemplo en los medios de comunicación. El poder mediático de la prensa en manos de comerciantes y no de periodistas, no permite tampoco haya un programa de historia crítica del Perú.  
     Durante mucho tiempo se han repetido los falaces argumentos de Riva Agüero. Pero no se dice por ejemplo que los estudiantes y ciudadanos deberían conocer un texto esclarecedor y terrible: Causa criminal contra Don José de la Riva Agüero. (7) Contiene documentos para saber desde cuándo empezó su traición al Perú. Que se sepa, nunca El Libertador contestó a tantas calumnias. Pocos son los historiadores honorables que dicen la verdad, los más se han dedicado a criticarlo y a mentir. Para tener una idea cabal de la retorcida personalidad de Riva Agüero, que se parece al de algunos políticos peruanos de hoy, bastaría leer la carta que le envió San Martín.
    Así, todo se explica desde el punto de vista de la coloniedad. Pero no será por mucho tiempo porque una propuesta histórica como la utopía bolivariana, no se cumplirá en años sino con el paso del tiempo. Menos mal que nos ha tocado participar de un movimiento ideológico destinado a discutir y cuestionar la idea dominante. Es el comienzo de un huracán que no podrá ser detenido, significa la insurgencia de los pueblos oprimidos y empobrecidos por el sistema.
    Entonces, ¿que hacer? La respuesta es refundar la República Peruana con una nueva Constitución Política, con representación étnica y nacionalidades. Volver a leer la realidad nacional, proponer la implementación de un proyecto nacional para cien años y establecer una política educativa descolonizante. Solo así se podrá superar la nociva mentalidad antibolivariana, sobre todo la falta de doctrinas políticas referentes a una acelerada industrialización y descentralización administrativa del Estado. En fin, la idea es iniciar una acción histórica de reivindicación de las mayorías desterradas al último círculo del dolor y la miseria.
   Más allá de la innegable e insoportable coloniedad que como doctrina oficial ha optado el Estado Peruano, del persistente deseo de convertir a Simón Bolívar solo en una estatua, el pueblo peruano no piensa lo mismo. Es más bien agradecido, de ninguna manera practica la ingratitud ni la diatriba, menos el olvido a su verdadero Libertador. El antibolivarismo con el paso del tiempo se convertirá solo en una anécdota y, eso sucederá el día que la oligarquía pierda el poder al que se aferra ahora con el apoyo de los poderes fácticos, hasta finalmente la utopía se haga realidad.

                                                                           23/julio/2013.
         
1.- Miguel Acosta Saignes. Bolívar. Acción y utopía del hombre de las dificultades. Ministerio el Poder Popular para la Cultura. Págs. 327. 2011, Caracas.  
2.- Mariano José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, marqués de Montealegre de Aulestia. Nació en Lima y fue el primer presidente golpista de la naciente República Peruana. En 1809 volvió a Lima y participó en el movimiento de la independencia. Luego de ausentarse San Martín  dio el primer golpe de Estado. Depuesto por Sucre le sucedió José Bernardo de Torre Tagle hasta la llegada de Bolívar. Se entendió con el virrey para detener el arribo de Bolívar y empeñó en que lo derrotaran. Acusado de alta traición se dispuso su fusilamiento pero escapó a Chile. A su regreso se convirtió en presidente de la República del Norte de Perú en 1838. Murió en 1858.
3.- Indalecio Liévano Aguirre. Bolívar 1783-1983. Págs. 267. Editorial oveja negra. Bogotá. 1971.
4.- César García Rosel. Bolívar en el Perú. Simón Bolívar Libertador del Perú. Sociedad Bolivariana de Venezuela. Pags. 29. Editorial Texto. 1971. Caracas.
5.- Pablo Macera. Conversaciones con Basadre. Mosca azul editores. Talleres Gráficos Industrial Gráfica S.A. Págs. 137, 1989. Lima.
6.- Lobies.- Se llama así a personas o grupos de ellas que se ocupan de influir, presionar y a veces amenazar muy sutilmente ya sea usando medios legales, influencias y ofrecimientos, para obtener determinadas ganancias o ventajas. Muchas veces actúan abierta o de una forma imperceptible para hacer favorecer a una empresa o poderes públicos vinculados a las leyes, pago de deudas o licitaciones. En algunos países hay un registro y actúan legalmente, pagando impuestos y declarando el monto de lo ganado, pero en el Perú no es así. Viene a ser también un grupo especializado de personas dedicadas a influir en legisladores, funcionarios y entidades para obtener licitaciones a favor de determinados grupos de poder.
7.- Archivo Riva Agüero. Tomo XVI. Págs. 231-902. Colección Documental de la Independencia del Perú. Comisión Nacional del Sesquicentenario de la independencia del Perú. Editorial Salesiana, Lima, 1976.