El 27 de noviembre en horas de la noche, el ministro de trabajo José Andrés
Villena Petrosino, llegó muy retrasado al aeropuerto Alfredo Rodríguez Ballón
de Arequipa para viajar a Lima. Cuando se cerraron las puertas del avión, las
turbinas estaban encendidas, de un avión de la Compañía LAN que iba
a despegar, se presentó y exigió que lo dejaran pasar los controles para viajar
a como diera lugar. Frente a la imposibilidad de “detener” el avión, fue presa
de una profunda frustración y cólera, enseguida actuó como un energúmeno,
desaforado y fuera de sí, inventó varias mentiras y además comprometió al gabinete
como al gobierno, demostrando la vigencia de una actitud propia de una
mentalidad colonial del poder como del pongueaje político, tan arraigado en el Perú.
Frente a la imposibilidad de
“parar” al avión para abordarlo o subir al vuelo, (“pie derecho, pie derecho”),
como si se tratara de una combi o un ómnibus que se detiene en cualquier parte,
el ministro se presentó tarde, con rostro adusto, furioso y prepotentemente exigió que lo dejaran pasar para
subir de todos modos al avión. No respetó a los trabajadores y trató de entrar hasta
la sala de embarque para correr hacia el avión. Fue en ese momento que la
trabajadora Ana Lucía Ramos, trató de explicarle que era imposible “detener” el
avión, por lo que el ministro le dijo: “Soy agente del gobierno”. Amargado por
haber perdido el vuelo, le ofrecieron darle la facilidad para que viajara en el
siguiente vuelo.
Pero nada detuvo al ministro y
agredió físicamente a la trabajadora Ana Lucía Ramos, quien después procedió a
interponer la denuncia correspondiente en la comisaría del aeropuerto.
Enseguida el ministro amenazó a todos los trabajadores con hacerlos despedir de
sus puestos laborales: “Voy hacerlos despedir a todos, este es el último día
que trabajan” – le gritó a todos. Y al ver que era imposible subir al avión, no
tuvo más que retirarse amargado. Pero ese hecho se puede analizar desde la conducta
de un ministro que actúa con mentalidad coloniedad del ejercicio del poder y también
desde el pongueaje político.
El certificado del médico
legista otorgado a Ana Lucía Ramos, ha permitido probar que efectivamente el
ministro le causó daños físicos. Pese a que después viajó a Arequipa para
disculparse, repentinamente el presidente del Consejo de Ministros Juan
Federico Jiménez Mayor, ofreció una conferencia de prensa para decir que todo
había sido superado. ¿Esa es la función del encargado del Consejo de Ministros?
¿Por qué tenía que salir al frente y defender a quien había cometido una falta
tan grave? ¿Por qué no anunció que
había sido destituido?
Es bueno saber por lo menos algunas
obligaciones que tiene el Ministro de Trabajo y Promoción del
Empleo, según el reglamento de organización y
funciones. De acuerdo al capítulo III, respecto a las funciones específicas el
Artículo 8º señala:
“a) Definir, formular, dirigir,
supervisar y evaluar la política socio-laboral de los sectores de Trabajo y de
Promoción del Empleo y la Micro
y Pequeña Empresa, en función de la política general del Gobierno y en
coordinación con los sectores e instituciones vinculados a su ámbito; así como
con los Gobiernos Regionales u órganos
que los sustituyan, estableciendo la normas que las promueva.
b) Evaluar y supervisar la política laboral con énfasis en la promoción y
prevención laboral, concertando con las organizaciones representativas de los trabajadores
y empleadores, estableciendo los procedimientos de supervisión, control e
inspección, promoviendo asimismo los servicios de asesoría, conciliación y
defensa legal gratuita del trabajador, impulsando relaciones laborales justas y
promoviendo la difusión de la legislación laboral como mecanismo de prevención
y diálogo social.
c) Regular los procedimientos laborales, incluyendo los mecanismos de conciliación,
mediación y arbitraje y evaluar su cumplimiento.
d) Definir, concertar, coordinar, dirigir, supervisar y evaluar la
política de seguridad y salud en el trabajo. Establecer las normas de
prevención y protección contra riesgos ocupacionales que signifiquen la
alteración de la salud integral de los
trabajadores, en aras al mejoramiento de las condiciones y el medio
ambiente de trabajo”.
Tal como estamos
acostumbrados, pese a la intensa campaña de los medios controlados y
parametrados por el poder mediático, el presidente Ollanta Humala Tasso no dijo
ni una sola palabra. De pronto el presidente del
Consejo de Ministros Juan Federico Jiménez Mayor, dijo que la destitución de Villena dependía del presidente de la República. Durante
varios días, como siempre, de ausencia insoportable respecto a un
pronunciamiento del presidente Humala, la señora Nadine Heredia finalmente
habló. Como nunca estuvo confusa pero dejó entender que no se podía sostener
por más tiempo a un ministro que debía tener una conducta ejemplar. Para no
comprometer a su esposo, evadió responder si Villena debería renunciar de mutuo
propio e irse a su casa.
Han transcurrido varios días
y el Ministro de Trabajo y Promoción nada más y nada menos que del Empleo, se
mantiene firme, entornillado, clavado, soldado con soldadura autógena a su
silla, se ríe, está esperando que le entreguen dos cheques en diciembre más el
aguinaldo y sus viáticos por haber viajado a Arequipa, en misión oficial a
pedir disculpas. No escucha la radio, no ve la televisión, no lee los diarios
ni abre su correspondencia por Internet, para no saber qué opiniones
circulan en las redes sociales. Asiste
al Consejo de Ministros y no habla, no dice nada para no irritar a sus colegas.
Sabe que asistirá al Congreso de la República para ser humillado y tal vez frente a
una inminente censura, se enferme o antes renuncie, pero esa palabra además de
los términos dignidad y honra no existen su diccionario.
¿De qué sirve hacer un recuento
de estos hechos si no se reflexiona sobre un tema tan penoso y vergonzoso? En
efecto, trataremos a sacar algunas conclusiones para acercarnos sobre todo al
ejercicio del poder con una carga colonial muy fuerte y al pongueje político
vigente. No se trata solamente de una anécdota que pasará a la historia con
frases como: “Soy agente del gobierno”. “Tú no sabes con quién te estás
metiendo”. “Este es el último día que trabajan aquí”. “Soy el Ministro de
trabajo y los voy a hacer botar a todos”. “Qué tal raza, qué tales atrevidos,
qué igualados”. “¿Quiénes son ustedes? Nadie, son nadie”. “Esta es la última
vez que se atreven a tratar a una persona superior de esta manera”.
1ro: Se trata de un
comportamiento marcado por una mentalidad colonial. Es decir, de parte de un
miembro de un Estado-nación al servicio de un sistema social que desprecia a
los trabajadores, a los provincianos, quechuas, aymaras y ciudadanos de la Amazonía.
2do: Viene a ser la expresión de
la coloniedad del poder con toda una carga ruda y prepotente. En otras
palabras, es una forma de hablar y actuar de parte de un miembro del gobierno,
sabe que no le pasará nada, haga lo que haga, diga lo que diga. Para eso tiene
padrinos.
3ro: Es la expresión de un acto usual
con mentalidad virreinal, centralista y ministerial. El virrey tenía todo el
poder en nombre del rey. El ministro goza de la “confianza” del presidente del
Consejo de Ministros y es él quien pide disculpas y dice que no ha pasado nada.
4to: Es una actitud abusiva
cuyas raíces están profundamente enraizadas en
la forma de comportamiento social de la oligarquía republicana peruana.
La derecha sabe que si desprecia o mata, dispone del poder político y el Poder
Judicial que lo exculpará de todo delito a sus miembros más engreídos.
5to: El abuso del poder resulta
de un hecho histórico grave. La oligarquía peruana no ha construido una
República, una Nación y menos un Estado en el que todos los ciudadanos ejerzan los
mismos derechos y obligaciones. El pueblo peruano resulta así un vasallo de un
gobierno con mentalidad discriminante, racista, segregacionista.
6to: Es el resultado de las
estructuras del poder oligárquico y centralista. Pero sobre todo viene a ser una
muestra del sistema de educación colonial, que establece diferencias entre
quienes tienen mucho y quienes no tienen nada, por tanto son siervos aunque se
llamen ciudadanos.
Lo más grave de este hecho es
que el ponguejae político ha alcanzado la expresión más cruel y palpable. Un
pongo político al servicio del poder es incondicional, obedece a ciegas siempre
contra su voluntad. Hubo pongos culturales que criticaron muy solapa al ministro. Villena
por supuesto, no renunciará porque sabe que en hechos más graves como el caso
de Chejade y congresistas proxenetas, no les han hecho nada. Así, el pongueaje
ha cumplido con una tarea de criticar a medias pero de ninguna manera referirse
al núcleo de donde se generan los nombramientos de ministros.
Entonces, frente a la conducta
colonial y pongueaje político, para sintetizar el pulso de los hechos, bien
podríamos decir que estamos frente a un gobierno con rasgos de coloniedad, cuya
expresión pública puede resumirse de la siguiente manera: “Callo, luego existo”
o “callo y dejo hablar”, mejor todavía: “callo y habla por mí”. Hasta que luego de varios días tampoco se
sabe lo que pueda suceder después. Entre tanto, la radio mediática, la
televisión criolla, los diarios de grandes tirajes y los periódicos chicha
distraen al “soberano”. Así, el Ministro de Trabajo y Promoción del Empleo, no
trabaja ni deja trabajar y tampoco promociona el Empleo. ¿Hasta cuándo? Hasta
que el hedor a cadáver político sea insoportable y no haya más que cambiar por
otro mejor pongo político.
(8/12/2012).
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