Ilustración: Carlos Tovar "Carlín" |
Sin duda hay varias formas de leer la paralización
“momentánea” de las actividades en torno al Proyecto Conga, depende de los
instrumentos de análisis, la ideología y visión de la historia de la persona
que suscriba una opinión. Mucho tiene que ver el medio en el que se expresan
“los analistas” asalariados, pero hay un hecho que no se puede dejar pasar
desapercibido. Todos los medios y periodistas, salvo “La Primera”, han realizado
una millonaria como feroz campaña desde el poder mediático a través de diarios,
radio y televisión, para demostrar que sin inversión no hay progreso, los
“ultras” están en contra el desarrollo del Perú e inversiones extranjeras. Esa
persistente manera de atacar a quienes no piensan igual que ellos, ha
demostrado que el pongueaje ideológico y cultural, no ha sido aún desterrado,
erradicado. Menos la mentalidad colonial, tan arraigada en la vida republicana.
El
pongueaje al servicio de la depredación de la naturaleza y evidente destrucción
del medio ambiente tuvo un rol protagónico. Tal vez quienes ejerzan el oficio
no sepan que se llaman pongos, pero la
mayoría de ellos trabajan con un alto salario. Nada es gratis porque todo se
paga. Los pongos de las haciendas no cobraban salarios, eran tratados como
animales, no tenían derecho a nada. En cambio, los pongos posmodernos al
servicio de los grandes capitales, cobran puntual, reciben directivas, escriben,
leen libretos y tienen que cumplir todo cuanto se les encarga. Muchos de ellos
son científicos sociales, de modo que “nadie” puede refutarlos. Quien quiera
comprobar este hecho, tiene una tonelada de papel escrito, audios y grabaciones
que sería una tarea de nunca acabar.
La
mentalidad colonial ha quedado muy enraizada desde la organización de la
sociedad colonial, funcionaba en base a leyes que datan desde 1542 y fueron
firmadas por el rey Carlos I. La sociedad colonial comprendía solo a los
españoles y sus descendientes. No estaban incluidos los mestizos, “indios” ni “negros
esclavos”. Así se formó la clase dominante en el Perú y por lo tanto son dueños
para disponer la exacción ilimitada de minerales. Hasta que el virrey Toledo, solo
para imponer más impuestos por el hecho de vivir en el Perú, determinó la clasificación
de las personas con el concepto de raza, situación económica y color de la
piel. Desde entonces, estamos divididos en una clase dominante “blanca” y de “colores”
compuesta por cholos, indios, mestizos, negros
y mulatos. Esa mentalidad colonial, clasista, racial, excluyente,
discriminatoria y llena de desprecio por las culturas ancestrales, quedó consolidada
con la fundación del sistema republicano. Durante muchos años hubo dos
Repúblicas: La República
de los mestizos y la invisible “República de los indios”, los pueblos de la Amazonía no existían.
La nobleza peninsular compuesta por chapetones, puka kunkas (cuellos rojos), nacidos en España, eran los
administradores de los intereses imperiales. La nobleza americana llamada también indiana, estaba compuesta por españoles
nacidos en el Perú, a quienes de se llamó criollos. La clase media estaba conformada por
españoles peninsulares y españoles americanos sin fortuna, sin propiedades y
menos títulos nobiliarios. Las personas que pertenecían a este segmento eran abogados,
médicos, funcionarios públicos de menor rango, militares, comerciantes, etc. No
tenían poder político.
Los curacas o caciques estaban sometidos al poder del rey
de España, muchos de ellos se asimilaron a la maquinaria de dominación para no
perder sus bienes, por lo que estaban
exonerados de pagar impuestos. Eran dueños de grandes extensiones de tierras
así como de mano de obra gratuita, constituían los nexos entre los corregidores
y grandes mayorías para que hacer pagar impuestos. La gran mayoría que producía
la riqueza eran “indios” pobres, desamparados y sin derechos. También había indios
forasteros, yanaconas, jornaleros, de haciendas, indios de ayllus y
comunidades. Los afro descendientes llamados negros, eran vendidos y comprados
en los mercados como animales, también había los llamados negros cimarrones.
Tanto José
de San Martín como El Libertador Simón Bolívar, se dieron cuenta que no podían
ir más allá porque los criollos y mestizos limeños, herederos del poder político
colonial de sus ancestros, no estaban dispuestos a ceder nada a favor de las
grandes mayorías de peruanos pobres. Un punto de quiebre y para hacer saber que
no aceptarían compartir el poder con la plebe, fue cuando la aristocracia
limeña hispana, mandó a matar al doctor Bernardo Monteagudo. La batalla de
Ayacucho consolidó las ventajas de la aristocracia limeña, fue así como se fundó
una República que nada tenía que ver con la realidad de ese entonces. Al quedar
intacta la administración de la colonia, los mecanismos de poder y sobre todo la
mentalidad aristócrata, se consolidó el criterio de la imposición por la
fuerza. ¿Cómo hizo España para controlar y aplastar a tantos movimientos
sociales si no contaba con una fuerza represiva adecuada? Utilizó el adormecimiento
de la subconciencia colectiva mediante la religión, a los caciques como actores
directos y luego a la
Iglesia Católica, mediante un sistema de obediencia
incondicional, comunicaciones secretas, confesiones y la excomunión.
El paso del
sistema colonial a la fundación de la República fue de la noche a mañana, la clase
dominante colonial no hizo ningún esfuerzo militar por conseguir la
independencia y estuvo ausente en los campos de batalla. San Martín se fue del
Perú desencantado, muy decepcionado y el Libertador Simón Bolívar se convenció
que a la clase dominante no le interesaba la consolidación de la República, solo el oro y
los esclavos. ¿Cuántos levantamientos y acciones heroicas se produjeron contra
la mentalidad colonial republicana? Habría que leer a Pablo Macera, Juan José
Vega, Wilfredo Kapsoli, Waldemar Espinoza Soriano, Hernán Amat Olazábal,
Alberto Flores Galindo, Virgilio Roel Pineda, Antonio Rengifo, Augusto Ramos
Zambrano, José Luis Rénique y a tantos otros historiadores insignes. Entonces,
no es una novedad que se produzcan movilizaciones sociales, las respuestas que
vienen desde el pueblo frente a un Estado-nación de corte colonial, que trata
de imponer una forma de desarrollo excluyente, mediante dádivas,
asistencialismo y distribución social desigual. Tampoco se puede negar que haya
dirigentes politizados, algunos de los cuales tienen simpatías con movimientos
que propician acciones violentas. (Nosotros, como dicen los muchachos: porsiaca
na’ que ver. Pero Conga fue. Ha sido un roche muy grande).
¿Cómo
procede ahora el Estado-nación? La metodología es así: Primero se enajena, cuadricula
y remata todo el territorio nacional, sierra, lagos, costa, selva, ríos y mar
(y luego la plata llega sola). Se hace concesiones legales leoninas sin
consultar a las poblaciones afectadas, se aplica el vergonzoso criterio de “El
perro de hortelano” y procede a depredar la naturaleza matando a ciudadanos que
protestan. La población no acepta imposiciones verticales, sale a las calles,
bloquea carreteras. Entonces, se producen uno, diez, cien muertos. La represión
recrudece y se nombra una mesa de diálogo destinada a no conseguir nada. Se
nombra a sacerdotes que actúan de buena fe, se les llama facilitadotes, no
importa que la palabra no sea la más adecuada. Se decreta estado de emergencia,
no interesa que haya caído uno, dos gabinetes y el tercero quede debilitado, la
idea es doblegar a la población para que deje “trabajar” en paz por el bien
común y desarrollar la zona.
¿Ha cambiado
acaso la mentalidad colonial de la clase dominante? No, se ha modernizado y
como no es posible matar a más ciudadanos, toda actividad de protesta justa se
judicializa. Sino veamos: ¿cuántos conflictos sociales han surgido en el mes de
julio? Según el reporte de la
Defensoría del Pueblo: “Se da cuenta de 168 conflictos
activos y 75 conflictos latentes. La
mayor cantidad de conflictos sociales se ubica en el departamento de Ancash (31
casos) y Puno (22 casos); le siguen los departamentos de Cusco (16 casos), Lima
provincias (15 casos) y Apurímac (15 casos).
Continúan siendo tratados 81 casos mediante procesos de diálogo. Asimismo, se registraron 71 acciones
colectivas de protesta”. ¿Qué es el reporte de conflictos sociales? Según la Defensoría del Pueblo: “Es un instrumento de monitoreo cuyo objetivo es
informar mensualmente acerca de los actores, los problemas y el
desarrollo de los conflictos sociales registrados por la Defensoría del Pueblo a
nivel nacional. La información divulgada constituye una señal de alerta dirigida
al Estado, las empresas, las dirigencias de las organizaciones sociales, los
medios de comunicación y la sociedad en general a fin de que se tomen
decisiones orientadas a conducir el conflicto por la vía de la ley y el diálogo
y se eviten los desenlaces violentos. El
documento recoge la información proporcionada por los actores intervinientes
en los conflictos sociales, a través de las 28 oficinas defensoriales y los 10
módulos de atención al público que tiene la institución, complementada y
contrastada con otras fuentes”.
Sin embrago,
a pesar de todo el poder colonial de la derecha aliada a las transnacionales,
ha quedado comprobado que no es posible que el Estado-nación actúe al caballazo
y un ex premier haya dicho: “por ahora no es posible realizar las transformaciones
sociales”. “El presidente tiene que olvidarse de sus promesas electorales”. Y
al día siguiente rectificarse y decir: “El presidente es presidente de todos
los peruanos, me han tergiversado”. Óscar Valdés Dancuart, déspota, iracundo,
sin modales de político culto, lo único que consiguió fue que los cajamarquinos
se radicalizaran. Hasta que llegamos a un momento en que la Defensoría del Pueblo destacó una reunión de trabajo con el presidente del Consejo
de Ministros, Juan Jiménez, y el Alto Comisionado de la Oficina de Diálogo
Nacional y Sostenibilidad, Vladimiro Huaroc. En esa oportunidad el diario “El
Comercio” informó: “Se expuso la visión institucional de la conflictividad
social en el país, sus metodologías de acción y (se) ofreció colaborar en el
intercambio de información, el análisis de casos prioritarios y la organización
de procesos”.
La pregunta es: ¿Quién manda en el Perú?
¿Quiénes toman las decisiones políticas más importantes? ¿En qué medida influye
en el poder la opinión de los representantes del capital? Para tener una
respuesta certera a estas preguntas, es necesario conocer la siguiente
información frente a que sucedió en el proyecto Conga. En efecto se informó
que: “El director ejecutivo de Newmont Mining Corp.,
la empresa que tiene un 51,35% de Minera Yanacocha, señaló que en este
momento no hay un entorno favorable para el desarrollo del proyecto Conga en Cajamarca”. Enseguida aseveró: “Según dijo Richard O’Brien a Dow Jones Newswires,
en una entrevista publicada el último viernes, para que el proyecto Conga pueda desarrollarse, debe
haber un ‘entorno consistente’ para conseguir ‘el desarrollo exitoso, tanto del
proyecto minero como de aquellas cosas que van con la minería, sea el
transporte de personas o equipos”. (Diario El Comercio”)
Como se dice
ahora, traducción: Señores: el proyecto minero Conga no va por el momento
porque el movimiento social lo impide, tenemos que esperar que se cambie a los
dirigentes para presionar después. Nosotros determinamos lo que debe hacerse o
no. Como no hemos logrado doblegar la voluntad de un pueblo, sobre todo a los “paisanos”
que pudieron ser beneficiados, vamos a esperar que cambien las autoridades
locales y para eso, desde ahora plantearemos una estrategia. Para nosotros no
importa el tiempo que tengamos que esperar porque de todos modos nos llevaremos
el oro y los peruanos se quedarán sin nada. Están advertidos, nosotros
acumulamos capitales y ustedes solo muertos y pobreza. (Nada ni nadie podrá
cambiar la historia, desde la llegada de Francisco Pizarro).
Sin
embargo, hay cuatro lecciones coyunturales a las que se puede llegar:
1.- En todo
momento se pudo apreciar que el pongueaje, así como la mentalidad colonial
estuvo al servicio de una trasnacional poderosa. Que el Estado-nación no tiene
capacidad de prevención de conflictos y menos está dispuesto al diálogo.
Ordenar, suspender las garantías constitucionales, actuar al caballazo no es
dialogar. Hacer despliegue de la fuerza para atemorizar ya no da
resultados.
2.- Que la
mentalidad colonial está intacta aunque se haya adaptado a las formas de
expresión de corrientes desarrollista en desuso del siglo XX. Pero el
Estado-nación no concede de ninguna manera el derecho de los pueblos a decidir
libremente si aceptan o no las disposiciones que vulneran sus intereses.
3.- Que la
violencia no es precisamente el camino para hallar fórmulas de entendimiento y no
es posible que haya más muertos en el futuro en las concesiones mineras.
4.- Desde
ahora se hablará de Conga y posConga. Vivimos debido a la ejemplar lucha del
pueblo de Cajamarca un distinto escenario en el Perú. Ojalá se haya aprendido
la lección, cuando un pueblo decide lo políticamente correcto, no hay quién lo
doblegue debido a que actúa por convicciones.
No
obstante, toda construcción de mega hidroeléctricas, caminos carreteros,
explotación de minas, ciudades y oleoductos, etc., etc., conlleva la
modificación de la naturaleza y necesaria destrucción de condiciones naturales que
nunca más volverán a ser las mismas. No se trata de destruir para ganar ingentes
cantidades de millones de dólares y recibir el canon y algunos miles para el
Estado y programas sociales. La idea es que efectivamente la explotación de las
minas sea racional y beneficie a los poblares del entorno, sin destruir los
ecosistemas. Hecho que no ha sucedido desde la implantación del pésimo sistema
depredador que solo ha generado pobreza. ¿Llegará el día en que el Estado
Peruano explote sus minas, gas y petróleo, cuide sus aguas, glaciales, ríos y
el mar? Solo así podrá superar la
miseria y distribuir el pan social en todas mesas de modo equitativo.
Mientras la
mentalidad colonial del poder subsista, se imponga mediante la represión, uso
de la aparente legalidad, la violencia y fuego de los fusiles, todo parece indicar
que habrá que esperar a otras generaciones que tengan conciencia y necesidad,
de implantar un sistema de gobierno democrático, humanizado y descolonizante.
¿Llegará ese día? Sin duda, con seguridad debido a la fuerza de la cultura, la razón
y la historia. En parte, todo empieza con una nueva Constitución Política del
Perú.
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