Se llama
Admirable Campaña, a los hechos que traducen la inteligencia, estrategia y
comando militar del brigadier Simón Bolívar, dirigida cuando tenía 29 años de
edad. Fue durante los meses de enero-agosto de 1813, precisamente cuando se
desarrollaron las heroicas acciones bélicas por la independencia de Venezuela.
Simón Bolívar demostró no solo el genio militar que poseía, sino que con la
liberación las provincias de Mérida, Barinas,
Trujillo y
Caracas
que sumados a los triunfos en el Oriente por Santiago Mariño, consiguió la
conformación y consolidación de la Segunda República de Venezuela.
La capitulación de San Mateo significó la
desmoralización de oficiales, soldados y del pueblo por haber llegado a su fin
de modo imprevisto la
Primera República de Venezuela. Por lo que políticos,
civiles, intelectuales y militares, tuvieron que migar para evadir las represalias
de terrible militar realista Domingo Monteverde. José Fermín de Sata y Bussy
llegó a Trinidad, otros militares se refugiaron en las Antillas. Simón Bolívar y Félix Ribas llegaron a Nueva
Granada, siendo inmediatamente enrolados en los ejércitos granadinos.
Es evidente que la formación ideológica de
Simón Bolívar, además de sus viajes a Roma y periplos por Europa, sobre todo
haber contemplado la coronación de Napoleón Bonaparte como emperador, le
permitió actuar desde un principio con una gran cultura política republicana
para edificar una obra imperecedera. La visión del mundo, las lecturas de
filósofos griegos clásicos, de los poetas latinos y los enciclopedistas. Pero
mucho más su predilección por Juan Jacobo Rousseau, le facilitaron desde un principio
hablar y escribir con elocuencia y propiedad. Los otros brigadieres eran
igualmente notables como militares, pero no tuvieron la capacidad intelectual
creadora, ni talento militar de Bolívar.
La Admirable Campaña
empezó desde el momento en que el brigadier Simón Bolívar se puso al mando de
una fuerza de 800 soldados, con una formación de dos divisiones, la vanguardia
al mando del teniente coronel Atanasio Girardot, apoyado del mayor Luciano
D’Elhuyar como segundo comandante. En la retaguardia el coronel José Félix
Ribas, José Tejada como jefe de artillería y el mayor Rafael
Urdaneta como mayor
general. Briceño Méndez fue designado secretario general y como edecanes Juan José
Pulido, Fermín Ribón y José Jugo.
Así empezó todo el 14 de
mayo de 1813, en San José de Cúcuta. Pero antes habría que decir que ninguna
campaña de Simón Bolívar se realizó sin previo estudio y análisis, toda acción
fue inteligentemente preparada, además se encargaba de estudiar la composición
social de los ejércitos realistas. Conocía la mentalidad de cada pueblo, los
actores políticos y religiosos, tan influyentes en la guerra por la
independencia americana. Por eso, la campaña de Bolívar se inició con el
desplazamiento en dos columnas en territorio venezolano, una al mando de Ribas
que marchó hacia San Cristóbal-Selva
de San Camilo-Barinas para luego unirse a las tropas en Guanare o en Araure y
dirigirse a Barinas para conseguir alimentos y dinero para las tropas
patriotas.
Simón Bolívar tenía que marchar
con destino a San Cristóbal-La Grita-Mérida-Trujillo
para adelantarse al coronel Ribas y recibirlo con soldados de Cundinamarca
y Cartagena. Pero aplazó esa estrategia
porque no estaba autorizado para llevar sus fuerzas hasta Trujillo. Por eso, el
17 de mayo arribó a La Grita con sus tropas frescas y el 19 siguió
hacia Mérida, llegando allí el 23 de mayo. Recibió
pertrechos, armas, dinero y además 500 hombres, luego entendió que era urgente
entrar en acción para impedir que las fuerzas realistas se unieran y
conformaran un ejército mayor.
Determinó que Atanasio
Girardot entrara a Trujillo
a cargo de los batallones 2°, 4° y 5° de la Unión con soldados de artillería, caballería y
488 efectivos. La tropa de Hermógenes Maza y del capitán José María Ricaurte,
marcharon hacia Mendoza-Betijoque y el capitán Manuel Gorgorza a Niquitao. La
idea era unirse en Trujillo con las tropas de Girardot por lo que el coronel José Félix
Ribas, marchó desde San Cristóbal.
La tarde del 3 de junio, D'Elhuyar y Maza derrotaron al coronel Ramón Correa
quien perdió la posesión de Ponomesa y facilitó que Girardot llegara a Trujillo el 9 de junio.
Fue allí donde después
de analizar adecuadamente el tiempo histórico, siendo necesario comprometer al
pueblo oprimido, sabiendo que solo las masas persuadidas mediante un mensaje
claro y sencillo, son capaces de cambiar el rumbo de la historia. Persuadido
que era el momento de apelar a los sentimientos más hondos de los seres
humanos, para que solo luchando a muerte contra un enemigo poderoso, se podía
conquistar un mundo con justicia y libertad. Así, avizorando las dificultades
que se presentarían en el futuro, Simón Bolívar escribió una de los textos más
hermosos y desafiantes, para hacer posible la construcción de un universo capaz
de eliminar los insondables abismos sociales y abolir el dolor humano:
Decreto de guerra a muerte.
Simón Bolívar, Brigadier de la Unión, General en Jefe del
Ejército del Norte, Libertador de Venezuela.
A sus conciudadanos
venezolanos: Un ejército de hermanos, enviado por el Soberano Congreso de la Nueva Granada, ha venido a libertaros, y ya lo
tenéis en medio de vosotros, después de haber expulsado a los opresores de las
Provincias de Mérida y Trujillo.
Nosotros somos enviados a
destruir a los españoles, a proteger a los americanos y establecer los
gobiernos republicanos que formaban la Confederación de Venezuela. Los Estados que
cubren nuestras armas están regidos nuevamente por sus antiguas constituciones
y magistrados, gozando plenamente de su libertad e independencia; porque
nuestra misión sólo se dirige a romper las cadenas de la servidumbre que agobian
todavía a algunos de nuestros pueblos, sin pretender dar leyes ni ejercer actos
de dominio, a que el derecho de la guerra podría autorizarnos.
Tocados de vuestros
infortunios, no hemos podido ver con indiferencia las aflicciones que os hacían
experimentar los bárbaros españoles, que os han aniquilado con la rapiña y os
han destruido con la muerte; que han violado los derechos sagrados de las
gentes; que han infringido las capitulaciones y los tratados más solemnes; y en
fin han cometido todos los crímenes, reduciendo la República de Venezuela a
la más espantosa desolación. Así, pues, la justicia exige la vindicta, y la
necesidad nos obliga a tomarla. Que desaparezcan para siempre del suelo
colombiano los monstruos que lo infestan y han cubierto de sangre; que su
escarmiento sea igual a la enormidad de su perfidia, para lavar de este modo la
mancha de nuestra ignominia y mostrar a las naciones del universo que no se
ofende impunemente a los hijos de América.
A pesar de nuestros justos
resentimientos contra los inicuos españoles, nuestro magnánimo corazón se
digna, aún, a abrirles por última vez una vía a la conciliación y a la amistad;
todavía se les invita a vivir entre nosotros pacíficamente, si detestando sus
crímenes y convirtiéndose de buena fe, cooperan con nosotros a la destrucción
del gobierno intruso de la
España y al restablecimiento de la República de Venezuela.
Todo español que no conspire
contra la tiranía en favor de la justa causa por los medios más activos y
eficaces, será tenido por enemigo y castigado como traidor a la patria, y por
consecuencia será irremisiblemente pasado por las armas. Por el contrario, se
concede un indulto general y absoluto a los que pasen a nuestro ejército con
sus armas o sin ellas; a los que presten sus auxilios a los buenos ciudadanos
que se están esforzando por sacudir el yugo de la tiranía. Se conservarán en
sus empleos y destinos a los oficiales de guerra y magistrados civiles que
proclamen el Gobierno de Venezuela y se unan a nosotros; en una palabra, los
españoles que hagan señalados servicios al Estado serán reputados y tratados
como americanos.
Y vosotros, americanos, que
el error o la perfidia os ha extraviado de la senda de la justicia, sabed que
vuestros hermanos os perdonan y lamentan sinceramente vuestros descarríos, en
la íntima persuasión de que vosotros no podéis ser culpables y que sólo la
ceguedad e ignorancia en que os han tenido hasta el presente los autores de
vuestros crímenes, han podido induciros a ellos. No temáis la espada que viene
a vengaros y a cortar los lazos ignominiosos con que os ligan a su suerte
vuestros verdugos. Contad con una inmunidad absoluta en vuestro honor, vida y
propiedades; el solo título de Americanos será vuestra garantía y salvaguardia.
Nuestras armas han venido a protegeros, y no se emplearán jamás contra uno solo
de vuestros hermanos.
Esta amnistía se extiende
hasta los mismos traidores que más recientemente hayan cometido actos de
felonía; y será tan religiosamente cumplida que ninguna razón, causa o pretexto
será suficiente para obligarnos a quebrantar nuestra oferta, por grandes y
extraordinarios que sean los motivos que nos deis para excitar nuestra
animadversión.
Españoles y canarios, contad
con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de
la libertad de la
América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis
culpables.
Cuartel General de Trujillo, 15 de junio de 1813.
Simón
Bolívar.
Nadie como Bolívar
para escribir textos que deberían servir para la educación, formación cívica y esencialmente patriótica
con un concepto continentalista y solidario con todos los pueblos de América
del Sur. Muy distinta sería la conducta intelectual, la calidad humana de los
niños, jóvenes y adultos, especialmente de los docentes de todos los niveles,
si leyeran los discursos y correspondencia de Bolívar. Muchos de sus textos
oficiales como improvisaciones y correspondencia no solo tienen una
extraordinaria calidad literaria sino valores humanos. Pero sobre todo defiende
los derechos de los pueblos a ser libres, a tener gobiernos que se ocupen de la
felicidad de sus ciudadanos, se destierre los defectos heredados del pasado,
así como la insoportable mentalidad colonial, que no hemos sido capaces de
liquidarla hasta ahora.
El 17 de junio
Girardot marchó hacia Trujillo y el militar realista Manuel Cañas, abandonó la ciudad para dirigirse a un lugar
llamado Aguas el Obispo, allí el 18 se
dio el triunfo de Girardot. Desde Trujillo, Ribas ordenó marchara hacia
Mérida y dispuso establecer sus tropas
en Trujillo. El 28 de junio, Bolívar se dirigió hacia esa ciudad con dirección
a Barinas, donde el español Antonio Tíscar tenía más de 2000 hombres. El 1 de
julio Bolívar llegó a Guanare. El 6 de julio entró a Barinas y el coronel Ribas derrotó en
Niquitao al coronel español José Martí.
Luego, Bolívar
llamó a Girardot y su tropa. Ribas marchó a El Tocuyo y Barquisimeto para
detener a un regimiento realista. En efecto, entró a esa población el 18 de
julio y pasó a Barquisimeto, derrotando el 22 de julio al coronel José Oberto,
en las pampas de Los Horcones. El 26 de julio Bolívar llegó a San Carlos, pero
el coronel realista Julián Izquierdo condujo sus tropas a Valencia. El 29 de
julio, Bolívar supo de la llegada del coronel Izquierdo en Tinaquillo, por lo
que fue a buscarlo. El 31 de julio topó con las tropas enemigas en la sabana de
Pegones, enseguida Izquierdo se dirigió a Taguanes. Frente a las tropas de
Bolívar, Izquierdo trató de huir pero fue derrotado. Ese hecho permitió que Bolívar llegara a
Valencia, en tanto Monteverde se replegó hacia Puerto Cabello.
El 2 de agosto el
victorioso brigadier Simón Bolívar entró a Valencia y el coronel Ribas
permaneció San Carlos. El día 4 en un lugar llamado La Victoria, firmó la
capitulación que pidió la corona
española. Hasta que el 6 de agosto de 1813 entró triunfante a Caracas al mando
de un pequeño ejército y así culminó con gran éxito la Admirable Campaña.
De esta manera empezó la gloria de Simón Bolívar y no dará paz a su brazo hasta
no ver libertada la América
del Sur, tal como jurara en el Monte Sacro, delante de su maestro el
maravilloso e inolvidable Simón Rodríguez, llamado Róbinson Crusoe.
Pero el Decreto de guerra a muerte está íntimamente relacionado con otro
anterior que Simón Bolívar suscribió con el nombre de Manifiesto de Cartagena de Indias, el 15 de diciembre de 1812 y que
termina diciendo:
La naturaleza de la presente campaña nos proporciona la ventaja de
aproximarnos a Maracaibo por Santa Marta, y a Barinas por Cúcuta. Aprovechemos,
pues, instantes tan propicios; no sea que los refuerzos que incesantemente
deben llegar de España, cambien absolutamente el aspecto de los negocios y
perdamos, quizás para siempre, la dichosa oportunidad de asegurar la suerte de
estos estados. El honor de la
Nueva Granada exige imperiosamente escarmentar a esos osados
invasores, persiguiéndolos hasta sus últimos atrincheramientos. Como su gloria
depende de tomar a su cargo la empresa de marchar a Venezuela, a libertar la
cuna de la independencia colombiana, sus mártires y aquel benemérito pueblo
caraqueño, cuyos clamores sólo se dirigen a sus amados compatriotas los
granadinos, que ellos aguardan con una mortal impaciencia, como a sus
redentores. Corramos a romper las cadenas de aquellas víctimas que gimen en las
mazmorras, siempre esperando su salvación de vosotros; no burléis su confianza;
no seáis insensibles a los lamentos de vuestros hermanos. Id veloces a vengar
al muerto, a dar vida al moribundo, soltura al oprimido, y libertad a todos.
Se trata de un primer
documento de orden ideológico, al que seguirán muchos otros que finalmente
conforman la doctrina política que guió al Libertador, durante la campaña para
libertar a una parte del continente americano y posterior formación de las
Repúblicas que fundara.
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