Un día como hoy, el 19 de
setiembre de 1827, durante la administración de Ramón Castilla, el pueblo
hispano-quechua-aymara de Huancané (Puno), fue declarado como capital de
provincia. Desde entonces han transcurrido 186 años de abandono, ausencia de
liderazgo, permanente crisis de instituciones y creciente pobreza. No hay nada que
festejar. No faltarán actos oficiales intrascendentes, discursos vacíos,
asistencia de autoridades regionales, misas, bailes y desfiles. Es que el
antiguo centralismo y persistente desencanto social, ha convertido a Huancané,
en una de las provincias más pobres de
Puno y el Perú. Sin embargo, no se ha perdido la memoria de hechos históricos
como la participación del Batallón Huancané en la Guerra por el salitre con Chile (1879) y la sublevación de
Huancho Lima (1923).
El vocablo Guancane tal como escribe Huaman Poma de Ayala, proviene de
la palabra waq’a que después se
españolizó como Huancané, habiendo sido un territorio donde se hablaba pukina,
tal como lo ha demostrado Rodolfo Cerrón Palomino, de modo que muchos topónimos
proviene de ese idioma. Hasta 1780 era
un pueblo con una considerable población de mestizos, quechuas y aymaras. Tanto
Waldemar Espinoza Soriano y Jorge Mariano Cáceres-Monroy, afirman que era un
centro de producción lanar, de carne, lana, tejidos y ollas.
La decadencia de Huancané se inició cuando en 1781 Pedro Vilca Apasa e
Inti Condorena atacaron con sus huestes rebeldes al pueblo, degollaron a curas
y mestizos, destruyeron las casas e incendiaron todo. Solo quedó intacto el
templo y la capilla. Modesto Basadre que llegó a ser subprefecto en 1852, dio
un testimonio patético, señalando que el líder azangarino taló Huancané.
Con el advenimiento de la
República (1821), Huancané fue reconstruido, repoblado con
familias de Arequipa y Puno, a quienes se les donó terrenos para que
construyeran sus viviendas. Pero hacia 1890 en vista de un despliegue de la
economía local, llegaron varios jóvenes procedentes de Achacachi (Bolivia) y se
instalaron allí. Durante los años 50 del siglo pasado, funcionaron varias casas
comerciales extractivas debido a un aumento de los precios de la lana para
fábricas de casimires en Inglaterra.
Un hecho que retrasó su desarrollo social y provocó la sublevación de
Huancho Lima (1923) fue la creación compulsiva de haciendas. La Iglesia Católica también
administraba fundos productivos donde jamás se pagó salarios ni establecieron
escuelas. Hasta que la reforma agraria de Juan Velasco liquidó la feudalidad,
pero los regímenes de Francisco Morales Bermúdez, Belaunde, García y Toledo,
destruyeron la posibilidad de un desarrollo de acuerdo a un capitalismo
moderno.
La actual Plaza de Armas de Huancané siendo alcalde Luis Arenas
Castillo, fue diseñada y construida por Leonel Velarde, quien ha cumplido 100
años de edad. La hermosa capilla y la torre fueron destruidas para dar paso a
un salón de conferencias y propaganda religiosa. Aunque es verdad que ahora ha
crecido como población debido a la migración del campo a la ciudad, se trata de
un pueblo vacío donde una que otra persona cruza la plaza, pero se llena los
domingos y en fiestas locales.
Sin embargo, la creación del Colegio Nacional Mixto de Huancané en 1957,
siendo diputado José Alemán Cornejo, permitió la formación de nuevas
generaciones de profesionales, sobre todo de escritores huancaneños. Pero sin
el Centro Escolar 841, no hubiera sido
posible la presencia de maestros primarios formados en la Sección Normal del
Colegio Nacional San Carlos de Puno. Menos que existiera el “Club Libro y Deporte
Humberto Luna” (1927), donde se formaron
los mejores cuadros políticos.
Muchos alcaldes no entienden que el tiempo se encarga de valorar las
obras espirituales, las materiales son renovables y nada queda. Siendo alcalde
Francisco Aracayo Valencia en 1998 se
publicó el I Festival del Libro Huancaneño que consta de los siguientes libros:
Etnohistoria de Huancané, Juan Luis Ayala Loayza; El pueblo aimara y los
conflictos con el poder, Leoncio F. Mamani Coaquira; El sirvinakuy en el mundo
aymara, Andrés Espinoza Cordero; La danza de las balsas, Gloria Mendoza Borda,
El puma plateado, José Luis Ayala.
El alcalde
Andrés Choquehuanca Huanca en 2005 auspició el II Festival con los títulos:
Celebración Rita Puma, José Luis Ayala; Cuencas hidrográficas del Titicaca,
Andrés Choquehanca Huanca; Tambores pluviales, Julio Abelardo Luza; Te esperaré
en el cielo de Fidel Mendoza. Esas son obras que marcan un hito en la historia
de la cultura andina y es también una demostración de la capacidad creadora de
un pueblo.
El 13 de diciembre se
cumplirá 90 años de la masacre y destrucción de Huancho Lima. En Puno, Huancané
y Huancho debería realizarse un evento con asistencia de científicos sociales,
para que las nuevas generaciones conozcan la verdad histórica. Y por lo menos
en Huancané, en la plaza de armas, se erija un monumento en homenaje a los
héroes de Huancho Lima. Un pueblo que no reconoce a sus héroes civiles y
culturales está condenado al ostracismo. Pero alguna vez que escribirá una
biografía de un huancaneño injustamente olvidado: Felipe Sánchez Cordero, quien
siendo diputado por Huancané sustentó y firmó durante el régimen de Guillermo
B. Leguía, con Manuel A. Quiroga un proyecto de ley para una auténtica reforma
agraria.
Muy interesante la nota, Jose Luis. Con tu permiso la voy a publicar en mi blog. Aprovecho la oportunidad para enviarte un fraterno abrazo.
ResponderEliminarJorge Aliaga Cacho