¿Cuántas
personas purgan condena por delito de plagio en el Perú e indemnizado al
agraviado de acuerdo a la legislación? No hay nadie que haya sido ejemplarme
sentenciado, encarcelado ni cumplido con pagar la reparación civil por el
delito cometido. Jamás el Poder Judicial impuso una sentencia para que nunca más
nadie vulnere los derechos intelectuales
ajenos. Sin embargo, hay numerosos juicios que han quedado en nada o las
sentencias fueron benevolentes, frágiles y hasta irrisorias. Así, el plagio se
ha convertido en un hábito académico normal, en un censurable acto intelectual,
en un hecho que deforma el sentido de la educación, en una franquicia adquirida
por el hecho de apropiarse parte de una obra de creación. No pasa nada.
La Ley sobre
Derechos de Autor fue establecida por el Decreto legislativo No. 822 y data de 1996.
Es un texto coherente y sencillo, pero desgraciadamente no se cumple como
muchas que son “letra muerta”. Sin embargo, contiene en la parte final un texto
llamado Disposiciones transitorias,
conceptos redundantes que sin duda no se han aplicado: “Los derechos sobre las
obras y demás producciones protegidas de conformidad con la ley anterior,
gozarán de los plazos de protección más extensos reconocidos en esta Ley.
Segunda.- Los títulos de los diarios, revistas, programas, espacios radiales y
televisuales, noticieros cinematográficos y, en general, de cualquier otra
forma de publicación o difusión a que hacía referencia el inciso c) del
artículo 60 de la Ley No. 13714, al haber sido excluidos del ámbito de la
presente ley, seguirán gozando de protección por el término de un año contado a
partir de la entrada en vigencia de esta ley. Tercera.- Las sociedades de
gestión colectiva que vengan funcionando de conformidad con el artículo 146 y
siguiente de la presente ley, se adecuarán a lo dispuesto en la presente norma,
en un plazo no mayor de tres meses, contados a partir de la entrada en vigencia
de esta ley. Cuarta.- Las normas de procedimientos contenidas en el presente
Decreto Legislativo serán de aplicación a los procedimientos iniciados”.
No hay
necesidad de comentar esta ley, pero resulta indispensable hacerse una pregunta
grave: ¿Cuántas tesis han sido plagios de plagios y servido para obtener grados
académicos en las universidades del Perú? ¿Qué pasaría si se estableciera un
proceso de revisión de las tesis presentadas en las universidades nacionales,
privadas, universidades a distancia, institutos superiores tecnológicos,
academias y otras instituciones donde se forman la mayoría de profesionales
peruanos? Seguramente que la gran mayoría de graduados tendría que devolver el
título si se comprobara que contienen plagios. Ahora es muy tarde y sería una
tarea francamente complicada. Sin embargo, no es posible generalizar, hay
quienes después de trabajar adecuadamente una tesis, convirtieron sus textos en
libros singulares. Generalmente ocurre eso cuando el autor hace una
investigación extraordinaria del tema tratado.
¿Cuál es el
origen para que no haya rigor de investigación científica en las universidades
e institutos superiores? Se trata de una deficiente formación académica de los
docentes. Ese es el origen de la vigencia e impunidad al plagio, pero no se quiere
aceptar. Si no hay un riguroso proceso de investigación, difícilmente los
alumnos podrán adquirir instrumentos de análisis por su propia cuenta. Todos
recurren a internet, profesores y alumnos y sin duda ayuda mucho, pero no es un
medio de comunicación masivo infalible, el plagio es una acción permanente. Sin
embargo, se ha convertido en una fuente indispensable.
Durante los
últimos quince años se han creado en el Perú “universidades como cancha”, cuyos
dueños no son precisamente filósofos, pedagogos, intelectuales, escritores y mucho
menos investigadores sociales. En su mayoría son comerciantes, personas vinculadas
a la política criolla, oportunistas, tránsfugas y lobistas criollos. Ellos como
propietarios designan rectores y docentes, deciden la orientación del sistema
educativo desvinculado a la realidad nacional. ¿Entenderán ese término? No. Esa
es la razón de la paupérrima calidad educativa. El Perú es uno de los países con más número de
universidades en Sudamérica después de Brasil con una población de 205’ 716,89
habitantes y tiene 197 universidades. En el Perú con una población aproximada
de 30 millones de habitantes hay 140 universidades.
La mayoría de universidades peruanas tienen pésima formación académica
probada. 76 poseen autorización oficial y las demás funcionan en condición
provisoria. ¿Qué entidad autorizó la proliferación de tantas universidades
mediocres? Un anodino ente llamado Consejo de Evaluación, Acreditación y Certificación de la
Calidad de la Educación Superior Universitaria (CONEAU). ¿Hasta cuándo aparecerán
más universidades como hongos en la selva? Varias de ellas funcionan provisoriamente
y prometen a los alumnos “regularizar lo
más antes posible”.
Pero, ¿qué es un plagio? En síntesis es un delito probado contra los
derechos de autor como contra los derechos morales. No es solo un acto penado,
pero sucede que en el Perú las leyes no se cumplen. Según el Diccionario de la lengua española, plagiar es “copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”.
Bien podríamos decir que el verbo plagiar funciona impunemente todos los días. Entonces,
tú plagias, él plagia, nosotros plagiamos, ellos plagian, vosotros plagiais, etc.,
etc.
Leo en internet, como en revistas,
textos de crítica, manuales de Historia de Literatura Peruana, acerca de la biografía
de Oquendo y compruebo que hay evidentes plagios de mi libro: “Carlos Oquendo
de Amat. Cien metros de biografía, crítica y poesía de un poeta vanguardista
itinerante. De la subversión semántica a la utopía social”. (Editorial Horizonte, Lima, 1998. UNA, Puno,
2016). Este libro me ha dado mucho honor y ha sido citado por críticos y
escritores que han reconocido su valor histórico, Carlos Germán Belli, Ricardo
González Vigil, Ricardo Silva Santisteban, Manuel Pantigoso, Arturo Corcuera,
Winston Orrillo, Antonio Melis, Riccardo
Badini, Justo Jorge Padrón, Dasso Salvívar (biógrafo de Gabo), etc., etc.
No hablaré de Alberto Mostajo,
poeta vanguardista que finalmente regresó del olvido y fondo del averno. Todo
plagio corroe la moral pero no es una razón para dejar de escribir. Entonces,
habrá que decir, a más plagio y envidia, la respuesta es escribir más y mejor,
no solo para tener el efímero honor de ser plagiado.
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