CREAR UN PERÚ NUEVO DENTRO DEL MUNDO NUEVO
José Carlos Mariátegui
La creación de la revista Amauta
tuvo un génesis de largo aliento, un proceso de análisis previo, conocimiento y
reflexión en referencia a la nueva realidad y, necesidad de dotar al Perú, de
una revista histórica. José Carlos Mariátegui lo primero que hizo a su regreso
de Europa, fue analizar las expresiones literarias que se publicaban entonces.
Entendió que era necesario, reunir todas las voces para darles un cauce
dialéctico y renovador. Las revistas que le llegaban constantemente, no tenían
una identidad manifiesta, carecían de una ideología definida. Entonces, el
hecho que Amauta naciera con una
genuina vocación peruanista y amplia cobertura latinoamericana como europea,
fue el resultado de una decisión inteligente después de conocer la realidad
cultural de entonces.
Mariátegui viajó a Europa convencido que debía aprender, leer,
asimilar y adquirir nuevos instrumentos
de análisis. En efecto, así lo hizo, se dedicó a conocer en el propio terreno
los hechos y acontecimientos históricos más importantes. Sus lecturas le
permitieron adquirir una sólida convicción dialéctica. Su convicción
determinante fue haber sido antes un periodista hispano criollo y luego
convertirse en un intelectual marxista. Su clara inteligencia, cultura
literaria, vocación humanista y convicción política, hizo posible que la
palabra Amauta, otra vez volviera a
significar una actitud pedagógica. Por eso y con razón se llama a
Mariátegui Amauta, porque no solo le dio un contenido visionario a su revista,
sino que la dotó de una doctrina, identidad, pluralidad y fe en el futuro.
Sin la capacidad de creación, inteligencia, análisis y convicción de
Mariátegui, no sería posible hablar del Perú como lo hacemos ahora. Su aporte
para reconocernos como una sociedad en formación y además sus claras
reflexiones, ha sido determinantes y lo seguirán siendo, mientras no se haga
realidad la utopía. En otras palabras, pese a los cambios sociales que se han
dado, somos todavía la nación que Mariátegui conoció y analizó para darnos una
visión de futuro. Entonces, ¿cuánto ha cambiado el Perú desde 1926? Para tener
una respuesta y visión de la historia reciente, habría que empezar leyendo la
revista Amauta y los 7 ensayos de interpretación de la realidad
peruana.
La experiencia europea de Mariátegui marcó profundamente su vocación
política y conducta de intelectual dialéctico, para desarrollar después una
permanente actividad de creación heroica. En efecto, el 17 de marzo de 1923
retornó al Perú casado con Anna Chiapee y acompañado de su hijo mayor.
Conocedor de la Primera Guerra Mundial, dictó conferencias en la Universidad
Popular Manuel González Prada. A fin tener una empresa propia, en 1925 fundó
con su hermano Julio César la Editorial Minerva. El primer libro que publicó en
1925 fue La escena contemporánea. Pero
al mismo tiempo para sostener a su familia escribía para los semanarios Variedades y Mundial.
Después de varios meses de preparación y envío de cartas de invitación a
futuros colaboradores, tanto del Perú como del extranjero, finalmente en el mes
de setiembre de 1926, apareció el primer número de la revista Amauta. Aunque su circulación ya era
conocida por un grupo de periodistas y amigos, sin embargo, cuando fue leída
causó un impacto no solo innovador, sino se convirtió en un hecho sin
precedentes. Sus páginas tradujeron la visión histórica y genio de Mariátegui.
De hecho la editorial diseñó la futura ruta definida y convicción de una
generación, destinada a cambiar el curso de la historia cultural del Perú. Pero
además de la convicción y conducta doctrinaria, Amauta sería después una fuente de información y reflexión respecto
a hechos históricos peruanos, latinoamericanos y mundiales más importantes.
Por eso Mariátegui escribió: “Esta revista en el campo intelectual, no
representa un grupo. Representa, más bien, un movimiento, un espíritu. En el
Perú se siente desde hace algún tiempo una corriente, cada día más vigorosa y
definida de renovación. A los fautores de esta renovación se les llama
vanguardistas, socialistas, revolucionarios, etc. La historia no los ha
bautizado definitivamente todavía. Existen entre ellos algunas discrepancias
formales, algunas diferencias psicológicas”.
En el primer número de Amauta, después
de una determinación dialéctica y diseñar
una visión de lo que sería después la revista, Mariátegui, decidió
publicar Tempestad en los Andes de Luis E.
Valcárcel, textos de Carlos Sánchez Viamonte, José María Eguren, Antenor
Orrego, Sigmud Freud. Alberto Hidalgo, Carlos Roe. Carta a los maestros del Perú de Guillermo Mercado, un artículo de Panait
Strati. Poemas de Armando Bazán, Alejandro Peralta y Alcides Spelucín. Un hecho
importante fue publicar Lo que ha
significado la Pro-Indígena de Dora Mayer de Zulen. También textos de
George Grosz, de Ramiro Pérez Reynoso y César Falcón. Incluyó la sección Libros y revistas.
Ricardo Arbulú Vargas, funcionario y docente durante muchos años de la
Biblioteca Nacional, contaba que Jorge Basadre visitaba a Mariátegui por las
tardes. En una ocasión Basadre vio que Mariátegui tenía sobre su mesa de
trabajo varias revistas editadas en distintas ciudades del Perú y el
extranjero. Basadre preguntó: “¿Cómo hace para recibir tanta información?” Mariátegui respondió: “He invitado a varios
escritores para fundar una revista, como por ejemplo a usted”. Luego Mariátegui
dijo: “Esta revista sí que es una novedad, el Boletín Titikaka. ¿Sabe usted quien es Gamaliel Churata?” Basadre
respondió: “Es un amauta”. Arbulú decía que Basadre se sorprendió gratamente
cuando recibió la revista de Mariátegui con ese nombre.
Las revistas de la época eran
disímiles, carecían de una evidente orientación y visión política definida. Por
eso, Mariátegui se propuso canalizar las convicciones y propuestas señalando: “Pero por encima de lo que los diferencia, todos estos espíritus ponen lo
que los aproxima y mancomuna: su voluntad de crear un Perú nuevo dentro del
mundo nuevo. La inteligencia, la coordinación de los más volitivos de estos
elementos, progresan gradualmente. El movimiento—intelectual y
espiritual—adquiere poco a poco organicidad. Con la aparición de Amauta entra en una fase de definición”.
Lamentablemente Mariátegui luego de su
regreso de Europa, cayó enfermo como consecuencia de una antigua enfermedad mal
curada, por lo que debió ser operado. El doctor Enrique Encinas, (hermano de
José Antonio Encinas Franco), solía decir que operó a Mariátegui en una época
en que la medicina no tenía las propiedades que después adquirió. Enrique
Encinas que durante muchos años protegió a Martín Adán en el Hospital Víctor
Largo Herrera, decía que no había otra forma de salvar a Mariátegui, quien era
absolutamente consciente que la amputación de una pierna era la única forma que
siguiera con vida.
Ese hecho retrasó la aparición de su
revista, por eso Mariátegui afirmó: “Amauta ha tenido un proceso normal de
gestación. No nace de súbito por determinación exclusivamente mía. Yo vine de
Europa con el propósito de fundar una revista. Dolorosas vicisitudes personales
no me permitieron cumplirlo. Pero este tiempo no ha transcurrido en balde. Mi
esfuerzo se ha vinculado con el de otros intelectuales y artistas que piensan y
sienten parecidamente a mí. Hace dos años, esta revista habría sido una voz un
tanto personal. Ahora es la voz de un movimiento y de una generación”.
En concordancia con su pensamiento
renovador, en Amauta se tradujo lo
que había afirmado antes en el artículo La
Unidad de la América Indo-Española, publicado en Variedades (6 de
diciembre de 1924). Entonces dijo: “La identidad del hombre
hispano-americano encuentra una expresión en la vida intelectual. Las mismas
ideas, los mismos sentimientos circulan por toda la América indo-española. Toda
fuerte personalidad intelectual influye en la cultura continental. Sarmiento,
Martí, Montalvo, no pertenecen exclusivamente a sus respectivas patrias;
pertenecen a Hispano-América. Lo mismo que de estos pensadores se puede decir
de Darío, Lugones, Silva, Nervo, Chocano y otros poetas. Rubén Darío está
presente en toda la literatura hispanoamericana. Actualmente, el pensamiento de
Vasconcelos y de Ingenieros son los maestros de una entera generación de
nuestra América. Son dos directores de su mentalidad”.
Mariátegui admonitoriamente usó la palabra
cribar que es sinónimo de limpiar, diferenciar, seleccionar, separar, tamizar,
elegir, escoger, etc. Es decir, publicar solo textos trascendentes después de
una atenta lectura. Esta reflexión corresponde a una lectura de la Correspondencia de Mariátegui preparada
por Antonio Melis, quien lamentablemente murió en La Paz (Bolivia), durante el
desarrollo de Jalla 2016. Entonces, además de que nada de lo humano le era
ajeno, era un exigente crítico, pero al mismo tiempo un fraterno intelectual
marxista.
Es importante conocer cómo pensaba
Mariátegui antes de publicar Amauta,
es decir si se trata de rastrear el génesis cultural de su revista, es
conveniente citar lo que dos meses antes le dijo a Ángela Ramos. (Mundial. Lima, 23 de julio
de 1926. Entrevista a José Carlos Mariátegui).
La admirada periodista le preguntó:
-¿Cómo cambiaron sus rumbos y aspiraciones
literarias y se definieron en la forma que hoy se han definido?
Mariátegui respondió: “He madurado más que
cambiado. Lo que existe en mí ahora, existía embrionaria y larvadamente cuando
yo tenía veinte años y escribía disparates de los cuales no sé por qué la gente
se acuerda todavía. En mi camino, he encontrado una fe. He ahí todo. Pero la he
encontrado porque mi alma había partido desde muy temprano en busca de Dios.
Soy un alma agónica como diría Unamuno. (Agonía, como Unamuno con tanta razón
lo remarca, no es muerte sino lucha. Agoniza el que combate.) Hace algunos años
yo habría escrito que no ambicionaba sino realizar mi personalidad. Ahora,
prefiero decir que no ambiciono sino cumplir mi destino. En verdad, es decir la
misma cosa. Lo que siempre me habría aterrado es traicionarme a mí mismo. Mi
sinceridad es la única cosa a la que no he renunciado nunca. A todo lo demás he
renunciado y renunciaré siempre sin arrepentirme. ¿Es por esto por lo que se
dice que mis rumbos y aspiraciones han cambiado?”
Es decir, antes de viajar a Europa, Mariátegui tenía
la firme convicción de convertirse en un iluminado, en un líder capaz de
aglutinar a escritores contemporáneos para realizar una gesta histórica. Lo que
sucedió entonces fue que no solo alcanzó la madurez personal, sino que además
asimiló una cultura de cambio. Europa hizo que descubriera el Perú real y a la
vez maravilloso, el Perú esencial, el Perú trágico y de la esperanza. Pero
sobre todo se convenció que podía luchar mejor
con el apoyo de intelectuales y escritores del continente
americano.
Por esa razón escribió: “El primer resultado que los
escritores de Amauta nos proponemos
obtener es el de acordarnos y conocernos mejor nosotros mismos. El trabajo de
la revista nos solidariza más. Al mismo tiempo que atraerá a otros buenos
elementos, alejará a algunos fluctuantes y desganados que por ahora coquetean
con el vanguardismo, pero que apenas éste les demande un sacrificio, se
apresurarán a dejarlo. Amauta cribará
a los hombres de la vanguardia—militantes y simpatizantes—hasta separar la paja
del grano. Producirá o precipitará un fenómeno de polarización y
concentración”.
Otra palabra con una específica carga semántica que
usó Mariátegui es agnósticos. Si bien es cierto que este término se refiere a
la existencia o no de Dios, así como a temas religiosos y metafísicos, para
Mariátegui no es un asunto referido a la existencia o no de un ser supremo
creador. Se refirió a quienes carecen de una evidente convicción política, en
cuanto actores y creadores de una cultura viva. Es decir, Amauta se no nacía como una tribuna de libre pensamiento, sino como
el eje articulador de una convicción crítica, destinada a formar un nuevo
concepto de la realidad social, política, económica sobre todo cultural.
Así entonces afirma: “No hace falta declarar
expresamente que Amauta no es una
tribuna libre, abierta a todos los vientos del espíritu. Los que fundamos esta
revista no concebimos una cultura y un arte agnósticos. Nos sentimos una fuerza
beligerante, polémica. No le hacemos ninguna concesión al criterio generalmente
falaz de la tolerancia de las ideas. Para nosotros hay ideas buenas e ideas
malas. En el prólogo de mi libro La
escena contemporánea, escribí que soy un hombre con una filiación y una fe.
Lo mismo puedo decir de esta revista, que rechaza todo lo que es contrario a su
ideología así como todo lo que no traduce ideología alguna”.
En efecto, Amauta no se explica sin el prólogo que escribió Mariátegui para el
libro La escena contemporánea, publicado
en 1925, precisamente un año antes de la aparición de la más importante revista
literaria del siglo XX en el Perú. En otras palabras, para conocer y hablar con
fundamentos fehacientes, es preciso tener como
antecedente los textos que escribió antes de 1926. En efecto, en el
citado libro dice: “Pienso que no es posible aprehender
en una teoría el entero panorama del mundo contemporáneo. Que no es posible,
sobre todo, fijar en una teoría su movimiento. Tenemos que explorarlo y
conocerlo, episodio por episodio, faceta por faceta. Nuestro juicio y nuestra
imaginación se sentirán siempre en retardo respecto de la totalidad del
fenómeno. Por consiguiente, el mejor método para explicar y traducir nuestro
tiempo es, tal vez, un método un poco periodístico y un poco cinematográfico.
He ahí otra de las razones que me animan a dar a la imprenta estos artículos.
Casi todos se han publicado en Variedades.
Sólo cinco de esta serie han aparecido en Mundial.
Al revisarlos y corregirlos no he tocado su sustancia”.
La escena contemporánea, fue un libro publicado en la pequeña
editora llamada Minerva, formada
juntamente con su hermano Julio César, la máquina fue comprada él en 1925 en
Italia. Pesaba cerca de cuatro toneladas. Para la época resultaba moderna,
ágil, capaz de imprimir libros con gran calidad y magníficas ilustraciones. En Minerva se publicaron
textos de vanguardia como Una esperanza y
el mar de Magda Portal (1927), Cinco
metros de poemas de Carlos Oquendo de Amat (1927), Tempestad en los Andes de Luis E. Valcárcel (1927), 7 ensayos de interpretación de la realidad
peruana de José Carlos Mariátegui (1928) y otros textos importantes.
Mariátegui vio la necesidad de hacer
algunos ajustes referentes a fechas, pero no tocó el contenido de lo antes
publicado. Como él mismo señala: “Me he limitado a algunas enmiendas formales,
como la supresión de los puntos de referencia inmediatos del instante en que
fueron escritos. Para facilitar y ordenar su lectura los he asociado y
ensamblado según el tema. Sé muy bien que mi visión de la época no es bastante
objetiva ni bastante anastigmática. No soy un espectador indiferente del drama
humano. Soy, por el contrario, un hombre con una filiación y una fe. Este libro
no tiene más valor que el de ser un documento leal del espíritu y la
sensibilidad de mi generación. Lo dedico, por esto, a los hombres nuevos, a los
hombres jóvenes de la América indo-íbera”
Estamos hablando de 1925, un año antes que
apareciera Amauta, sin embargo es
importante anotar que Mariátegui tenía diseñada ya una ruta, el itinerario que
debía seguir la revista. Se trató de una propuesta política, de un diseño
cultural ideológico, que se realizaría en la medida que concurrieran nuevos
intelectuales. Por eso, desde el principio contó con el concurso de poetas,
narradores, críticos y artistas que provenían de distintas vertientes, tanto
del Perú como del extranjero. Y no se equivocó al acoger en las páginas de Amauta a jóvenes escritores, que ahora
constituyen las más esclarecidas voces del siglo XX.
Nada de pomposidad, ampulosidad,
alambicamiento ni grandilocuencia era válido para Mariátegui, sino la limpidez,
la idea clara y convicción más que mil palabras vacías. Fue así que con el
transcurso del tiempo, se formó en torno a la revista Amauta, una generación de escritores comprometidos. El más claro
ejemplo de su influencia se dio en la vocación política de Carlos Oquendo de
Amat. El autor de 5 metros de poemas era
un poeta esencialmente vanguardista, pero debido a la amistad y pedagogía de
Mariátegui, se convirtió en un poeta marxista. Por ese hecho y haber sido
elegido secretario general del Partido Comunista Peruano en Arequipa, fue
detenido, torturado, enviado al Frontón y de allí desterrado a Panamá para que
fuera encarcelado y muera. Pero rescatado por Diógenes de la Rosa de la Cárcel
Central de Panamá, llegó a París muy enfermo para después pasar a Madrid. Murió
a consecuencia de una tuberculosis terminal en el Hospital de Navacerrada
(Guadarrama, España), el 6 de marzo de 1936.
Con la convicción que proviene de
una decisión política determinante, Mariátegui escribió: “Para presentar Amauta, están demás las palabras
solemnes. Quiero proscribir de esta revista la retórica. Me parecen
absolutamente inútiles los programas. El Perú es un país de rótulos y
etiquetas. Hagamos al fin alguna cosa con contenido, vale decir con espíritu. Amauta por otra parte no tiene necesidad
de un programa; tiene necesidad tan sólo de un destino, de un objeto”.
La extraordinaria vocación de
Mariátegui de ser a la vez líder y creador de un histórico movimiento cultural
y político, tuvo su cauce y expresión en Amauta.
En otros términos, Amauta fue una
creación genial de Mariátegui. Solo Mariátegui era capaz de crear a la revista
como Amauta. Es que no solo se trata
de una publicación trascendente, sino que a través de sus páginas, formó una
generación de escritores comprometidos. José María Arguedas dijo que leyendo Amauta no solo consolidó su vocación
literaria, sino su convicción y convencimiento que un escritor no puede
traicionar a la realidad social en que vive. Así nacieron sus grandes novelas
debido a la pedagogía de Mariátegui, a su ejemplo y convicción
revolucionaria.
“El título preocupará
probablemente a algunos – escribió Marriátegui --. Esto se deberá a la
importancia excesiva, fundamental, que tiene entre nosotros el rótulo. No se
mire en este caso a la acepción estricta de la palabra. El título no traduce
sino nuestra adhesión a la raza, no refleja sino nuestro homenaje al incaísmo.
Pero específicamente la palabra Amauta adquiere con esta revista una nueva
acepción. La vamos a crear otra vez”.
Otra palabra clave en el lenguaje
de Mariátegui es “interpretación”. De toda la información que recibía era
importante analizar el contenido de los textos, no se detenía en el dato, sino
que iba más allá. Sin duda recibía toda clase de revistas y libros, pero se
quedaba con la sustancia, con lo trascendente. Es fácil deducir este hecho
teniendo en cuenta su correspondencia, le escribían muchas personas enviándole
colaboraciones y casi no publicaba todo cuanto recibía. Algunas personas
afirmaban que Mariátegui recibía información de países socialistas, pero en una
ocasión que Ángela Ramos (Mundial. Lima, 23 de julio de 1926.
Entrevista a José Carlos Mariátegui) le preguntó:
-¿Cómo hace usted para vivir al corriente de
la actualidad internacional y referírnosla sin engañarse y sin engañarnos?
Mariátegui respondió: “Trabajar, estudiar,
meditar. Alguien me ha atribuido la lectura de revistas checoeslavas y
yugoeslavas. Puede usted creerme si le afirmo que mis fuentes de información
son menos exóticas y que no conozco lenguas eslavas. Recibo libros, revistas,
periódicos de muchas partes, no tantos como quisiera. Pero el dato no es sino
dato. Yo no me fío demasiado del dato. Lo empleo como material. Me esfuerzo por
llegar a la interpretación”.
La decisión de publicar Amauta llegó cuando Mariátegui se
convenció que había llegado el momento decisivo como histórico. Ni un día más
ni un día menos, todas las corrientes y voluntades de hombres y mujeres libres,
confluyeron para que naciera una voz que uniera todas las voces dispersas.
Había que empezar una labor intelectual con una evidente proyección para
contribuir con la construcción del socialismo peruano. No era una tarea fácil.
Menos teniendo en cuenta que el gobierno de Leguía, ejercía una constante
presión para acabar cuanto antes la circulación de Amauta.
Sin embargo, Amauta nació para conocer mejor el Perú
del siglo XX. “El objeto de esta revista – escribió Mariátegui -- es el de
plantear, esclarecer y conocer los problemas peruanos desde puntos de vista
doctrinarios y científicos. Pero consideraremos siempre al Perú dentro del
panorama del mundo. Estudiaremos todos los grandes movimientos de renovación
políticos, filosóficos, artísticos, literarios, científicos. Todo lo humano es
nuestro. Esta revista vinculará a los hombres nuevos del Perú, primero con los
de los otros pueblos de América, enseguida con los de los otros pueblos del
mundo”.
Una pregunta que se formulan quienes escriben acerca de Mariátegui es ¿cómo
hacía para tener una permanente información del Perú y extranjero? Sobre todo
para leer libros de mayor trascendencia teniendo en cuenta su estado de salud y
precaria economía. Lo que sucedía es que Mariátegui era absolutamente selectivo
y rigurosamente crítico. Dueño entonces de una visión zahorí, Ángela Ramos le
preguntó: (Mundial. Lima, 23 de julio de 1926.
Entrevista a José Carlos Mariátegui).
-¿Tiene usted
comunicación directa con centros, periódicos o personas empeñadas en la labor
de justicia social que preocupa a la humanidad en la hora presente?
Mariátegui respondió: “Pero naturalmente
vivo en espontánea relación con algunas gentes del extranjero. Con núcleos y
revistas de Hispanoamérica sobre todo. También con algunas gentes de Estados
Unidos y Europa. Los últimos correos me han traído algunas cartas interesantes.
Waldo Frank, el gran norteamericano, agradece, en un artículo mío publicado en
el Boletín Bibliográfico de la
Universidad de Lima, un saludo de Sudamérica. Henri Barbusse me escribe: ‘Más
que nunca nos ocupamos de agrupar las fuerzas intelectuales internacionales.
Buscamos la fórmula amplia y humana que nos permitirá apoyarnos los unos en los
otros y suscitar, entre los trabajadores del espíritu, defensores del
porvenir. Para esto me pondré sin duda algún día en relación con usted, pues yo
pienso que usted representa en su país los elementos osados y lúcidos que hay
que llegar a unir en bloque”.
Con el tiempo las proféticas palabras de
Mariátegui se convirtieron en una realidad al haber cumplido con el proyecto de
editar una revista que tradujera las pulsaciones históricas de la época.
Aglutinó a la inteligencia más esclarecida, a escritores, intelectuales y
artistas decididos a cambiar el curso de la historia cultural. A pesar de todas
las dificultades económicas y abusos de la insoportable dictadura de Guillermo
B. Leguía y odio a la inteligencia de parte de la derecha hispana-criolla, supo
imponer su voluntad y esperanza para contribuir con un destino superior para el
Perú.
“Nada
más agregaré – escribió--. Habrá que ser muy poco perspicaz para no darse
cuenta de que al Perú le nace en este momento una revista histórica”.
(2016)
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