Termina el año y
nos deja una herida que jamás podrá cicatrizar. Se ha ido para siempre un
hombre bueno, generoso, un intelectual formado en la mejor academia de la
militancia e identidad política del Perú: el hogar de Gustavo Valcárcel y
Violeta Carnero. De esa fragua, crisol de ideales sociales y poesía, también
proviene la celebrada poeta Rosina Valcárcel, que este año ha publicado Poesía reunida (1966-2013). Gustavo
Valcárcel Carnero, su hermano mayor, falleció cuando recién empezaba a publicar
sus textos tantos años guardados.
La noche de la presentación de su libro Cuentos desde la luna roja, nadie podía
imaginar que Gustavo prácticamente se despedía, sería la primera y última vez
que escucháramos las confesiones tan
cálidas y humanas de un narrador nato. Dijo que había tardado mucho en publicar
sus cuentos, que sentía temor de enfrentarse a la crítica frente a la presencia
de su padre, el poeta Gustavo Valcárcel y de Rosina. Sin embargo, después de
leer sus textos, bien se puede decir que no ha escrito ni vivido en vano.
Quienes conocimos el hogar de Gustavo
Valcárcel y Violeta Carnero, sabemos muy bien que se trató de personas
sublimes, luchadoras y sacrificadas por los más altos ideales de justicia
social, libertad y descolonización. Ese tema lo conversamos muchas veces con
Gustavo, pero le fue ganando las circunstancias y ocupaciones alimentarias. Sin
embargo, a lo largo de varios años, escribió muchos textos que bien pueden conformar un libro, se
trata de un testimonio humano que no debe perderse.
En Cuentos
desde la luna roja dice: Lo más
importante de mi vida son mis padres. (Gustavo y Violeta), mi esposa, hijos y
pujantes nietos que se abren brecha en un mundo que les estamos dejando con
complicaciones políticas, económicas, sociales,
y ecológicas. Por eso mi afán de escribir y publicar, para que la nueva
generación de “mis” Valcárcel encuentre legado escrito de un abuelo que a su
tercera edad rompe las barreras que lo ataban para publicar escritos atrasados
y nuevos.
¿Qué otros
libros inéditos ha dejado Gustavo Valcárcel Carnero? ¿Por qué le pesó tanto los
nombres de su celebrado padre y admirada hermana? Se trata al mismo tiempo de
un grado de conciencia e identidad, de consideración y respeto. Pero también de
humildad y grandeza. Debió haber corregido varias veces sus textos hasta
decidir que ya podían circular y esperar que la crítica diga su palabra. Ahora
que su ausencia en más honda, Gustavo habla desde su libro, su voz llega con el
viento de la tarde en vísperas de Navidad.
¿Cómo formó su memoria literaria y
convicciones políticas? Gustavo escribió: De muchacho tuve la suerte de conocer en el
seno del hogar de mis padres, a insignes personas cuyas imágenes han quedado
grabadas en mi vida y forman parte del aprendizaje acumulado a mis casi 69 años
de edad, Javier Heraud, Luis de la Puente Uceda, Juan (Pablo) Chang, César
Calvo, Reynaldo Naranjo, Arturo Corcuera, Francisco Bendezú, Winston Orrillo,
Marco Martos, Washington Delgado, Alejandro Romualdo, Alaín Elías, Jorge del
Prado, Isidoro Gamarra, Genaro Ledezma, Manuel Scorza, Luis “cholo” Nieto, “Willy”
Carnero, Genaro Carnero Checa, Alfonso Barrantes Lingán, Leoncio Bueno, Laura
Caller y un libro completo de otros intelectuales y luchadores sociales que
murieron en combate, otros que sacrificaron sus vidas en la cárcel o que
enfrentaron al enemigo con su oratoria y escritos.
El
sueño de Angelina, Luna de miel y El
brujo de Pichanaqui, que contiene Cuentos
desde la luna roja, son básicamente registros intensamente vividos y luego
literaturizados, cuidosamente ficcionados. La experiencia traumática entre la
vida y la muerte, el gozo sensorial y el conflicto entre la racionalidad
cartesiana y la cosmopercepción, hicieron que el narrador pudiera lograr un
acto de liberación personal. Pero este libro al mismo tiempo, significó la cálida
presencia y despedida de Gustavo Valcárcel Carnero en un escenario público.
El cuento El sueño de Angelina, en realidad viene a ser un testimonio
terrible, un hecho vivido en carne viva,
la forma como se presiente que la muerte asecha desde algún recóndito círculo del
tiempo. Me hizo recordar, la tarde cuando tenía once años y en la cordillera,
un rayo mató a una mula que llevaba los bultos. Mi caballito resultó herido y
yo fui a dar sobre el techo de una pequeña cabaña, eso me salvó la vida.
Permanecí dos o tres días inconsciente, hasta que un yatiri anciano hizo que volviera
a vivir. Escuché la voz de mi madre, cuando empezaba a atravesar un lugar lleno
de espinas, me llamaba un niño que había muerto hacía casi un año.
Gustavo decidió trasferir su propia
experiencia a un personaje llamado Angelina y dijo: Las remembranzas de ir hacia la oscuridad profunda y retornar luego a
la luz divina de nuestra existencia, sumado a los recuerdos de desmayos
infantiles, relatos de muertos vivientes y vivos o moribundos, fueron alentando
mi imaginación. Por esas razones El sueño de Angelina, no es otra cosa que la
fantasía viva de experiencias propias y ajenas, transformada en un relato
escalofriante, que llevará al lector a pensar durante un buen tiempo sobre los
trances de la vida hacia la muerte y viceversa, testimoniado por quien ha
regresado varias veces del más allá y sabe lo que estar en ese mundo y
tinieblas y tenores
No imaginó que esa historia y experiencia anterior
transferida terminaría este año. Lo que habría que hacer ahora es reunir todos
sus trabajos literarios para publicarlos en un solo volumen. Seguramente que él
lo habría hecho en nombre de sus ideales, porque era un proyecto ineludible.
Educado en medio de escritores, poetas, dirigentes sindicalistas y
guerrilleros, escribió: Esta riqueza es
el tesoro más pesado que llevo conmigo y gracias a ellos soy un hombre de
izquierda, luchador y de altos principios, que arrastraré hasta llegar al
último suspiro.
En efecto,
Gustavo tuvo una conducta ciudadana intachable como ejemplar, siempre solidario,
estuvo identificado con las luchas sociales del Perú. Varias veces nos
encontramos en la conformación de cuadros políticos de izquierda. Lector ávido
y hombre culto, tenía el talante de su padre Gustavo y la ternura de Violeta.
Nunca olvidaré tampoco el almuerzo al que asistieron Laura Caller, Etna Velarde
y Violeta Carnero. Violeta contó cómo era en realidad Juan Pablo Chang, la
verdad es que no estaba preparado para ser un combatiente guerrillero, sino un
hombre de enlace entre el Che Guevara y el apoyo que debía recibir desde
afuera. Pero las circunstancias reales hicieron quedara cercado sin poder salir
del circuito de fuego. Murió tal como seguramente hubiera querido.
Pero sucedió que Gustavo Valcárcel Carnero,
decidió que el día de la presentación de su libro Cuentos desde la luna roja, participara comentado su contenido, nunca
me lo enviaron y no precisamente debido a él. Entonces, seguramente hubiera
escrito un texto muy distinto y no como el que hoy suscribo con una herida en
el corazón. Pero al mismo tiempo, es posible decir que Gustavo, vivirá siempre porque
sus ideales son ahora recogidos por los jóvenes que han empezado a luchar por
sus derechos laborales. En esa protesta justa y movilización general oportuna,
está el germen de los futuros líderes y movimientos sociales, que harán del
Perú, la patria con la que soñaron él, como sus queridos padres, el paradigmático
poeta Gustavo Valcárcel e inolvidable Violeta Carnero.
(Navidad del
2014).
No hay comentarios:
Publicar un comentario