El lenguaje de las
protestas sociales estudiantiles, ha cambiado sustancialmente. Todo empezó con
el acontecimiento llamado Mayo del 68. Ahora los jóvenes no escriben en los muros de las universidades,
liceos, edificios públicos ni plazas, sino a través del ciberespacio y la
comunicación es más rápida, masiva. Cuando en abril del 1971 llegué a París, un
libro circulaba con gran difusión, era una antología de los mejores grafitis con
fotografías. Sin embargo, todavía se podía leer en las paredes de la
Universidad de la Sorbona, Nantere, Bellas Artes, el Odeón, algunos bulevares y
avenidas concurridas por estudiantes, grafitis que no habían sido borrados. Muchos
de esas grafías marcaron la conducta política de los jóvenes del siglo XX.
Durante los meses de mayo y junio del 68, los estudiantes de izquierda en
París, iniciaron una protesta contra una sociedad que se resistía a realizar cambios
sociales, erosionada por un consumismo exasperante. En pocos días se unieron
trabajadores, obreros, sindicalistas y luego se plegó el Partido Comunista
Francés. Finalmente nueve millones de proletarios franceses realizaron de
acuerdo a una convocatoria histórica a una huelga general indefinida. El
gobierno de Charles de Gaulle, frente a una realidad incontrolable, se vio en
la necesidad de adelantar las elecciones que efectivamente, se realizaron el 23
y 30 de junio. Una de las consecuencias positivas fue haber conseguido una
serie de ventajas para los estudiantes universitarios. Pero el movimiento
popular fue derrotado en las urnas, nunca más se produjeron protestas tan
masivas en París, la crítica fue terrible en los sindicatos y en el seno del
Partido Comunista Francés.
Aunque la mayoría de los grafitis fueron borrados, muchos de ellos
quedaron como testimonio de un movimiento social-intelectual, que no se propuso
hacer precisamente una revolución. Fue una protesta juvenil social política, para
que los gobernantes sepan que cuando los jóvenes se movilizan, tienen razón y
el pueblo los apoya. Cuando los jóvenes salen a las calles a reclamar sus
derechos, cambia la atmósfera, se renueva la fe en el futuro, es una señal para
entender que las reservas morales de un pueblo, están vigentes. Ahora ya no se
usa grafitis, hoy los jóvenes se comunican muy rápido, convocan a las marchas mediante
las redes sociales, el lenguaje en consecuencia ha cambiado, es más breve,
lacónico, se expresa con menos palabras y el mensaje es directo.
Cómo no recodar algunos grafitis que forman
parte de la memoria histórica y registro de un hecho que marcó una época: La poesía está en la calle. Viole su alma mater. Decreto el estado de felicidad
permanente. Todo es dadá. Un pensamiento que se estanca es un pensamiento que
se pudre. No es el hombre, es el mundo el que se ha vuelto anormal. Las jóvenes
rojas cada vez más hermosas. Prohibido prohibir. La libertad comienza por una prohibición.
La burguesía no tiene más placer que el de degradarlo todo. Cuanto más hago el
amor, más ganas tengo de hacer la revolución. Un solo week-end no
revolucionario es infinitamente más sangriento que un mes de revolución
permanente. La imaginación al poder. Cambiar la vida. Transformar la sociedad. Nuestra
esperanza sólo puede venir de los sin esperanza. No hagas la guerra haz el
amor. No tomes el ascensor, toma el poder.
Los grafitis eran parte de las comunicaciones de
los jóvenes, pero había un hecho ineludible, analizar por qué después de tanto
esfuerzo, los trabajadores regresaron otra vez a las fábricas sin haber ganado
nada. Sin embargo, se había escuchado las voces de los estudiantes, se estableció
un distinto trato y mejoraron las condiciones de trabajo. Charles de Gaulle, se
vio jaqueado, arrinconado por un movimiento surgido de un momento al otro. Más
allá de las críticas que se le hizo entonces, supo escuchar y luego de las
elecciones, se fue.
Ahora
que los jóvenes estudiantes y trabajadores peruanos salen a las calles, para
decirle “no” a la ley llamada “Pulpín”, es sin duda una señal que no todo
estaba perdido. Se trata de una fecha que marcará un hito en la historia, no
solo porque la protesta es justa, sino que entre esos jóvenes están los futuros
dirigentes, políticos y trabajadores que se opondrán a toda clase de abusos
contra sus derechos. Mayo del 68 y las movilizaciones contra la ley “Pulpin”
tienen en común una actitud concreta: el despertar de una conciencia social
dormida, la necesidad de salir a las calles para reclamar el derecho a un
trabajo justo, humano, bien remunerado y en condiciones saludables para los
trabajadores jóvenes.
Resulta un grave error que el gobierno insista en que la ley ”Pupin” se
cumpla de todos modos, cuando todo el mundo sabe que fue ideada y cocinada en
la CONFIEP, que el ministro de trabajo no tiene argumentos serios, quiere hacernos
creer que el reglamento modificará la ley. Estas incongruencias dañan a la
cultura política peruana, quiebran la credibilidad, desprecian a la
inteligencia y solo consigue un mayor desprestigio gubernamental. Saber
escuchar al pueblo, modificar una ley contra los jóvenes, engrandece al
gobernante y a la política. Reconsiderar un error sustantivo no es retroceder
sino avanzar. Derogar una ley que es rechazada es un acto de nobleza y decencia
política. Nada que se imponga a la fuerza será acatado, significaría el
ejercicio de una dictadura, el capricho de una camarilla y eso es muy
peligroso.
El hecho de que los jóvenes salgan a las
calles es saludable, planteen sus razones es loable, reclamen un trabajo bien
remunerado es un derecho. ¿Cuántas veces tienen que tratar de llegar al parlamento?
¿Qué debe ocurrir para que los escuchen? La verdad es que estas protestas
estudiantiles no tienen una ideología en el sentido clásico la palabra, pero los
jóvenes están ejerciendo un derecho político y eso es innegable. Así nacen los
movimientos de los que después surgen los nuevos líderes, los luchadores
sociales de una nueva generación con una conciencia crítica. Eso demuestra
además que los Partidos Políticos han quedado rezagados en el pasado.
En
hora buena que los jóvenes formen una conciencia social luchando en las calles,
ya era tiempo que ejercieran sus derechos ciudadanos. Ahora, lo único que hay
que esperar es que no quiebren como desgraciadamente sucedió en Mayo del 68. Sin embargo, el contexto histórico es distinto
y los hechos diferentes. La historia no tiene leyes y cada sociedad forja su
propio destino.
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