DESAGRAVIO AL CONGRESO DE LA
REPÚBLICA
Manuel
Arturo Odría Amoretti
Manuel Arturo Odría Amoretti (Tarma, 26 de noviembre de 1896 – Lima, 18 de febrero de 1974), fue un ignaro y obtuso general fascista, cuya dictadura cumplió con retrasar los cambios sociales que el Perú requería en el siglo XX. Durante la dictadura de ocho años se puso al servicio de la política exterior de gobiernos de los Estados Unidos, la oligarquía terrateniente y corrupción oficial generalizada. Reprimió y asesinó a dirigentes sindicales, encarceló a trabajadores y obreros, durante el “Ochenio” del terror, logró desarticular un movimiento social destinado a transformar el Perú.
Motejó al
Partido Aprista Peruano, como organismo internacional destinado a destruir el
Perú, así como al Partido Comunista Peruano, declarándolos fuera de ley. Sin
embargo, se benefició con los precios de metales frente a conflictos armados
ajenos. Con ese dinero construyó Grandes Unidades Escolares, hospitales, sedes
de ministerios y conjuntos de viviendas. Con el lema “Hechos y no palabras”,
trató de responder a la diferencia entre ideología y obras
materiales.
Como toda
dictadura aliada de la derecha “que nunca muere”, Manuel A. Odría, apoyado por
ideólogos oportunistas que nunca faltan, después formó el Partido Unión Odrista
y como era previsible formó una alianza natural con el Partido Aprista, después
que Haya de la Torre abjuró de sus principios ideológicos. De ese modo quedó
consolidada una alianza destinada a cerrar el paso a las nuevas fuerzas
políticas que propugnaron por transformar el Perú. Es decir, liquidar la
República colonial y convertir al Perú en un Estado moderno, con derechos
ciudadanos, libertad de pensamiento y ejercicio pleno de los derechos
humanos.
Quienes no
tienen idea de la dictadura odrista, deberían leer “La gran persecución” de
Armando Villanueva hasta “Usted fue aprista” de Nelson Manrique. La
bibliografía sobre este tema pasa por “Historia de la corrupción en el Perú”
por Alfonso Quiroz, “Intervención de los Estados Unidos en el Perú” de Silvio
Rendón Vásquez. Es imprescindible “La sublevación aprista del 48. Tragedia de
un pueblo y un partido”, del mayor Víctor Villanueva, se refiere a las
ejecuciones y consecuencias del levantamiento aprista del 3 de octubre de 1948.
Pero, ¿qué
se puede esperar de quienes no conocen la verdad de una dictadura que hizo
tanto daño al Perú? ¿Acaso no hay gente que apoyó la dictadura de Fujimori?
¿Cómo se explica que haya un partido liderado por su hija que nunca diseñó la
ideología de la cleptocracia que lidera. ¿Cuál es la respuesta? No hay
otra alternativa que realizar un desagravio al Congreso de la República, allí
está la presencia y espíritu ejemplar de Miguel Grau. No importa que ahora esté
copado por una mayoría de oportunistas y tránsfugas desideologizados. No decir
nada es convertirse en cómplice de un hecho agraviante a la inteligencia, a la
cultura y a la historia.
Un
homenaje al dictador Manuel A. Odría en el Congreso, es ofensivo a la memoria
social, a la historia esencial del Perú y a nuestra dignidad por todos los
siglos. Solo quienes no entienden la inteligencia, dignidad humana y valores
cívicos, pueden auspiciar esta clase de agravios que hiere profundamente el
derecho a construir una sociedad democrática, plural y con justicia
social.
Es tan
ofensivo como si alguna vez se rindiera homenajes a criminales en
parlamentos donde se discute la vida democrática de los pueblos de América. Es
como si se celebrara la nefasta presencia de asesinos como el general
Maximiliano Hernández Martínez, presidente de facto de El Salvador, quien
gobernó hasta 1944 y asesinó a 20,000 personas. Igual, que se rindiera homenaje
al general Anastasio Somoza, dictador de Nicaragua que implantó la más
cruenta y salvaje represión. Al general Juan Vicente Gómez, dictador de
Venezuela, quien dispuso la más sangrienta represión contra estudiantes. A la
dictadura del general Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, que ordenó torturar y
matar a miles de campesinos.
¿Alguna vez se
rendirá homenaje a la dictadura de Fulgencio Batista en Cuba? No, nunca, jamás.
¿A quién se le ocurriría organizar un homenaje a Leónidas Trujillo en República
Dominicana? A nadie. ¿Un homenaje al general Leopoldo Galtieri, celebrando la
desastrosa guerra de Argentina contra la Gran Bretaña por las islas Malvinas?
Al general Juan Melgar Castro, dictador hondureño. Al general Efraín Ríos
Montt, dictador de Guatemala que desapareció a centenares de ciudadanos mayas.
Al general Manuel Noriega, derrocado en diciembre de 1989, luego de haber sido
aliado de los Estados Unidos y ser “Nuestro hombre en Panamá”.
¿Habrá un homenaje al general
Policarpo Paz García, dictador de Honduras? Imposible, corrupto desde el poder,
responsable de la más cruenta represión ciudadana. Al general Guillermo
Rodríguez, golpista contra un gobierno democrático del Ecuador. Al general Hugo
Banzer Suárez, dictador de Bolivia, cuya influencia fue nefasta en América
Latina. Banzer cobijó al criminal de guerra nazi Klaus Barbie, "El carnicero
de Lyon”. Al general Roberto Viola, enjuiciado en Argentina por delitos contra
los derechos humanos. El general Jorge Rafael Videla implementó la guerra sucia
en Argentina, en el golpe de Videla desaparecieron 15.000 personas.
El dictador paraguayo general
Alfredo Stroessner, cobijó a nazis. El general Augusto Pinochet, fascista y
autócrata es el responsable del asesinato de Salvador Allende. A nadie se le
ocurrirá en el futuro rendir homenaje al general Remigio Morales
Bermúdez, requisitoriado por la justicia internacional. Menos al ponja Alberto
Kenya Fujimori Fujimori. Uno de los dictadores más corruptos de América Latina,
clasificado entre los diez más grandes ladrones del mundo, según un trabajo de
investigación de The New York Times.
Solo al
congresista fascista José Mario Canzio Álvarez, se le puede ocurrir semejante
despropósito ofensivo. Y solo en el Perú puede ocurrir un grave hecho de esta
naturaleza. ¿Por qué? La respuesta es, porque nos han secuestrado la memoria
crítica, el sistema educativo tergiversa los valores y la verdad histórica.
Pero, ¿dónde están los historiadores? ¿Por qué se callan? Cuando no
protestan por estos hechos graves como el homenaje al dictador Odría, se
convierten en cómplices.
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