El muestreo
momentáneo de las encuestas no determina el resultado final de las elecciones
generales para presidente y congresistas. Muchos resultados de las encuestas
que muestran el liderazgo de una agrupación política, (con excepción de
algunas), se compran o encargan para ocupar un lugar distinto al que realmente
le corresponde (denuncia de Alan García). No hay entidad que fiscalice a las
encuestadoras, de modo que no están obligadas a presentar una documentación
transparente, menos probar las cifras que manejan. Basta leer las encuestas de
elecciones anteriores para tener una idea, casi todas se han equivocado. Sin
embargo, no se puede negar que influyen en el ánimo de una gran mayoría de
electores que carece de información y cultura política, en la mayoría resultan
analfabetos políticos, aunque tengan educación superior.
En el Perú
hay una gran tradición que consiste en que quien lidera las encuestas políticas
para presidente y a veces cuenta con el apoyo del gobierno, pierde las
elecciones. Todo empezó repentinamente en las elecciones de 1912, (cuando
todavía no había una inducción publicitaria electoral a través de los poderes
fácticos), el candidato Ántero Aspíllaga, fue derrotado por Guillermo
Billinghurst Angulo. Aspíllaga representaba la continuidad del gobierno de
Leguía y predominancia de los intereses de la República Aristocrática, pero
ocurrió un hecho imprevisto. De pronto en la Alameda de los Descalzos, se formó
espontáneamente una gran manifestación popular de ciudadanos asqueados por un
gobierno que pretendía imponer a un sucesor de modo “democrático”.
El gremio
de panaderos decidió llevar varios panes grandes enarbolados en pancartas
visibles con una leyenda: “Este será el pan durante el gobierno de
Billinghurst” y sería vendido a cinco centavos. Otros manifestantes llevaron
varios palos con panes pequeños con la leyenda: “Este será el pan en el
gobierno de Aspíllaga”, a un costo ascendente a veinte centavos. Pero además se
mostraba el precio de las subsistencias básicas de las familias de escasos
recursos y afirmaba que Billinghurst,
rebajaría los precios. Frente a este hecho, la gran mayoría de ciudadanos
empobrecidos optó por votar por “El pan grande” y Aspíllaga, mejor dicho
Guillermo Leguía, fue derrotado por una amplia mayoría hambrienta y segregada
de electores.
Todo ocurrió
el domingo 19 de mayo de 1912, cuando además se adujo que Aspíllaga era hijo de
un chileno en una dama peruana y llegado el momento de decidir la situación
cautiva de Tacna y Arica, entregaría más de lo que Chile pedía. Billinghurst
además apoyó el anhelo popular de la reincorporación de Arica al Perú. Todos
los hechos sumados dieron como resultado la derrota del régimen de Leguía.
Cuando ordenó reprimir la manifestación política ya era tarde. Leguía,
mandatario autoritario y personalista, no tuvo más que acatar las elecciones.
Billinghurst fue el primer presidente impuesto por la insurgencia popular
cansada de un régimen corrupto y anti popular.
Ahora los
candidatos a la presidencia de la República, no tienen propuestas ni se refieren a objetivos nacionales para el
siglo XXI. Por ejemplo acabar con la pobreza en el menor tiempo posible,
realizar la descentralización administrativa, crear empresas estratégicas a
cargo del Estado, implementar un sistema educativo de acuerdo a la realidad
nacional y modificar el sistema de administración de justicia. Salvo Verónica
Mendoza, los candidatos se han propuesto defender, continuar el modelo
neoliberal impuesto por Alberto Fujimori Fujimori y su banda de saqueadores del
erario nacional.
Ahora ya no
hay manifestaciones de “Pan grande”, la minería informal financia a sus
candidatos, el narcotráfico compra los primeros lugares en las listas de congresistas. Las grandes mineras ubican a
sus candidatos en diferentes listas, asumen los costos de la propaganda y
compran el lugar que ocupan. Quienes quieran tener los primeros puestos en las
listas de congresistas, pagan un significativo cupo al “Partido”. Pero además
de financiar la propaganda para obtener el voto preferencial, resulta un gasto
aparte y una batalla personal contra los eventuales compañeros- adversarios de
viaje.
Así, la
Fujimori representa una agrupación con evidente orfandad ideológica, heredera de un régimen que saqueó al Perú y
le ha hecho tanto daño como la guerra de invasión y saqueo por parte de Chile
(1879). Acuña, creyó que nunca se darían cuenta de “plagios como cancha”; por
tanto, debería retirarse de la política para siempre. Kuczynski es un caso
único en la política de América Latina, ningún candidato lobista después de
renunciar a su nacionalidad para ser ciudadano norteamericano y, recuperó su
nacionalidad para ser candidato a la presidencia. A Toledo le interesa tener
congresistas para bloquear las investigaciones sobre Ecoteva. García sabe que
estas son las últimas elecciones que participa y el APRA, será después solo
ruinas como su aliado el PPC. Las izquierdas como siempre están divididas por
caudillismos egoístas, sin embargo Verónica Mendoza, es una lidereza capaz de
aglutinar en el futuro los movimientos regionales.
Alfredo
Barnechea consiguió al fin lo que tanto persiguió durante muchos años, ser
candidato a la presidencia. Fue acogido por Acción Popular, aunque su formación
ideológica no coincida con el pensamiento conservador de Belaunde. Sin embargo,
frente a la calamidad ideológica y cultural de los demás candidatos, al
balbuceo de Keiko, al trabalenguas de Acuña, a la ebriedad de Toledo, falacias
de García y abismos ideológicos de Kuczynski, resulta intelectualmente el más
preparado como Verónica Mendoza. Pero Barnechea no es el candidato que el
pueblo peruano espera. De allí el masivo desencanto y desánimo del electorado,
como resultado de una desilusión a causa la práctica de una nefasta política
pública, durante los últimos periodos gubernamentales.
En medio de
un panorama desolador, caos y desencanto social en el que de los cuatro suyos
solo ha quedado el fantasma de los “Cuatro ladrones”, de la llamada “Gran transformación”, la pareja presidencial
se ha transformado en nuevos ricos del Perú. Cuando el nombre de Ollanta Humala
aparece mencionado en actos de corrupción, el electorado siente un evidente
hartazgo en referencia a la política criolla. De pronto aparece Julio Guzmán y
se convierte en candidato capaz de llegar a la segunda vuelta, de modo que el
slogan será: “Todos contra la hija del ladrón porque si no, indultará a su
padre y Montesinos”. Y otra vez gobernarían las mineras, la CONFIEP con el
poder fáctico del Fondo Monetario Internacional, injerencia y supervisión de la
embajada.
Julio Guzmán
es un ex funcionario y beneficiario del desastroso gobierno de Ollanta Heredia.
Ha mentido para negar su responsabilidad en la compra de aparatos de interceptaciones a cargo de la DINI y eso es
muy peligroso. Así, Guzmán aparece como
un candidato encubierto, como un topo político desideologizado capaz de mentir
sin temor. Ha construido en poco tiempo una imagen de típico arribista,
chamullero, falso, fulero, mendaz y trolero. Típicamente un criollo, pendejo,
que se contradice y espera ser beneficiado por el desencanto ciudadano que votarán por quien
sea, con tal de acabar de una vez por todas, con el tiempo del desencanto
masivo y hartazgo de gobiernos de carácter colonial.
Pero si el
gobierno de Ollanta Humala se hubiera dedicado a realizar los cambios sociales
que el Perú necesita en el siglo XXI, el curso de la política hubiera sido
distinto. Humala tiene la enorme responsabilidad como Odría, Sánchez Cerro,
Benavides y Fernando Belaunde, de no haber cumplido con el mandato de
transformar el Perú, como lo hizo Juan Velasco Alvarado. Cuando se escriba la
Historia del Perú, Ollanta Humala ocupará solo unas líneas. Otra es la historia
de las agendas de Nadine Heredia, el día que se conozca quién las sustrajo,
habrá que hacerle un reconocimiento y homenaje en nombre de transparencia y
honradez.
No obstante,
yo votaré por Verónica Mendoza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario