¿Por qué Mario Vargas Llosa odia tanto a
los movimientos políticos de América Latina que tratan de hacer cambios
sociales?, ¿Por qué se ha convertido en el enemigo mortal de reivindicaciones
sociales de las grandes mayorías empobrecidas? ¿Por qué defiende tanto un
sistema colonial injusto como inhumano? ¿Por qué destila tanto aborrecimiento,
inquina, aversión, tirria, rabia, desprecio, fobia, ojeriza, antipatía, asco y
desprecio por las movilizaciones sociales que defienden sus riquezas naturales?
La respuesta es que los sicólogos y siquiatras del establishment, tienen miedo
hacer un estudio analítico para dar una respuesta coherente.
Max Silva Tuesta, ha tratado de explicar la
personalidad de Vargas Llosa en un ensayo cargado de temor y alabanza, pero no
de instrumentos de análisis sicoanalíticos. Ha dicho que Vargas Llosa fue un
niño “apocado” y que a partir de ese trauma, es posible explicar su
comportamiento sobre todo sicológico. ¿Apocado? Todos los niños en el Perú
hemos sido apocados, unos más y otros menos. Sin embargo, esa deleznable tesis
además de ser una farsa para congraciarse con el autor de “Cinco esquinas”, no
aporta nada. Alguien debería realizar un trabajo serio para entender mejor por
ejemplo el disimulado y gratuito rencor de Vargas Llosa por el Perú.
Al comentar con especial regocijo respecto
a la Derrota de Evo (La República,
6/03/2016) dice: “Quienes creen que un personaje como Evo Morales está bien
para Bolivia (aunque nunca lo estaría en Francia o España) tienen una pobre e
injusta idea de aquel país del altiplano. Un país que yo quiero mucho, pues
allí, en Cochabamba, pasé nueve años de mi infancia, una época que recuerdo
como un paraíso. Bolivia no un país pobre, sino, como muchas repúblicas
latinoamericanas, empobrecido por los malos gobiernos y las políticas
equivocadas de sus gobernantes-muchos de ellos tan poco informados y tan
demagogos como Evo Morales- que ha desaprovechado los pocos recursos de su
gente y su suelo, -sobre todo, cerros y montañas-y permitido que una pequeña
oligarquía prosperara en tanto que la base de la pirámide, las grandes masas quechuas y aymara,
y la población mestiza, que es el grueso de sus clases medias, vivieran en la pobreza”
Es verdad que Bolivia como muchos países no
es un país pobre sino que ha sido sistemáticamente empobrecido. También es
cierto que los gobiernos serviles no han sabido aprovechar los dones de la
naturaleza y se han puesto al servicio de las transnacionales. También
coincidimos con Vargas Llosa en afirmar que las masas quechua y aymara como las
clases medias bolivianas, han vivido en la pobreza. Pero todo lo que dice Vargas Llosa no es una verdad histórica. Se
trata de un país sistemáticamente saqueado en complicidad con sus gobernantes,
pero que de modo permanente luchó por defender sus derechos a una vida digna.
El agrio texto del ideólogo ultraderechista
Mario Vargas Llosa, va mucho más del odio personal a Evo Morales. Se refiere a
la necesidad de enfrentar a toda clase de movilizaciones y surgimiento de
líderes populares, dispuestos a defender los intereses de sus países agredidos
por la política neoliberal y acumulación de capital. No le interesa ni duele
los niños hambrientos de comunidades del Perú esencial, los explotados jóvenes
de las minas, el paupérrimo salario mínimo de miles de familias que sí saben lo
qué es el hambre y pobreza. Vargas Llosa escribe para las élites del poder
económico y no es nada raro que dentro de algunos meses, otra universidad le
otorgue otro premio. La transnacional de los premios a Vargas Llosa, es una
empresa muy bien manejada, debe estar craneando qué distinción se le puede
otorgar ahora que ha escrito con acumulada y refinada bilis contra Evo Morales.
La tesis más coherente para explicar los
odios políticos de Vargas Llosa y en particular a los líderes de las izquierdas
de América Latina, parte de la idea de que se trata de un converso. ¿Qué es un
converso? Es una persona con determinada ideología pero que por diversas
razones, decide asumir otra absolutamente contraria. De modo que un converso es
al mismo tiempo, un enemigo tenaz, mortal, constante y provocador, sabe que no
tiene razón, pero su ilimitado odio lo lleva a escribir permanentemente contra
el militante fantasma del pasado.
Para sustentar esta afirmación partimos de
una declaración de Vargas Llosa, el novelista dijo: “Yo fui marxista”. En efecto,
primero habría que remitirnos a “El pez en el agua” (1993) para conocer
parcialmente su militancia en el grupo Cahuide, cuando ingresó a la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos y fue compañero de estudios de Lea Barba, Félix
Arias Schereiber y José Merino Bartet. Luego militó en la izquierda
latinoamericana y defendió con gran pasión a la Revolución Cubana, participó en
París cuando en Maubert Mutualité, con Sartre, Simon de Beuveard y otros
intelectuales franceses, salvaron del paredón a Hugo Blanco. Además suscribió
un manifiesto de adhesión a las guerrillas de Luis de la Puente Uceda.
Hasta que con el pretexto del “Caso padilla”
rompió con Cuba y se quedó con los dólares del Premio Rómulo Gallegos (Caracas,
1967, por la novela La casa verde),
que habría ofrecido para apoyar a las guerrillas del Che Guevara en Bolivia.
Desde entonces, Vargas Llosa en un converso que ha combatido sistemáticamente a
todos los intentos de gobiernos para reivindicar la dignidad de sus pueblos.
Vargas Llosa se ocupó también en París de hacer firmar un documento de censura
contra el gobierno cubano y consiguió firmas de Julio Cortázar (aunque después la retiró) Simone de Beauvoir, Marguerite Duras, Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, Alberto Moravia, Octavio Paz, Juan Rulfo, Jean Paúl Sartre y Susan Sontag.
Como todo detestable converso,
Vargas Llosa además de ser un vocero oficial del neoliberalismo, se opone a
toda forma de gobierno que luche contra el saqueo de América Latina en
detrimento de sus grandes mayorías, cada día más empobrecidas. Pero no hay mal
que dure cien años ni hay cuerpo (países) que lo resista. La lucha por la
defensa de las riquezas naturales es también una forma de protección de la
integridad física del planeta. En mi libro “Los abismos de Vargas Llosa”, que
circulará muy pronto, desarrollo la tesis del político converso y está
debidamente documentado, debe ser el primer análisis serio en referencia a los
desaciertos y odios políticos del autor de la reciente novela “Cinco esquinas”.
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