Un correo de hoy
Amarat Peralta Gallardo, me hace conocer el fallecimiento de su hermana Estrella
Peralta, ambos hijos de Gamaliel Churata. La noticia es terrible como
desgarradora, se trata de una persona que conocía muchísimo acerca de la vida
de Gamaliel. Precisamente entre el 17 y 19 de abril del año pasado, me concedió
una extensa entrevista que deben abarcar 60 páginas. El texto será publicado en el próximo libro
dedicado a Churata. Hay revelaciones extraordinarias, abarca toda la biografía
de Gamaliel, carcelerías, amigos, trabajos ocasionales, siempre perseguido por
un signo de fatalidad constante.
Transcribo en su memoria solo el comienzo
de una conversación que duró muchas horas.
-Antes de empezar quisiera decir que esta entrevista
se realiza debido a tu generosidad porque vienes desde los Estados Unidos donde
radicas. Es necesario hablar sobre varios temas y esclarecer, pero sobre todo
para alimentar en base a tu testimonio, la biografía completa de Gamaliel
Churata. Permíteme empezar preguntando:
- ¿Cuáles son los recuerdos de niña que tienes de tu
padre?
- Recuerdo que vivíamos en la Paz
(Bolivia) en la calle Genaro Sanjinés en dos habitaciones juntamente con mi
hermano Teófono, era dos años mayor que yo. Mi papá me levantó en sus brazos,
me acercó a la ventana con una reja y me hizo ver el paisaje, ese es el primer
recuerdo nítido, seguramente que algo me habría dicho. Tengo el recuerdo de mi
mamá, estamos sentados al borde de una mesita y nos servía mote con queso,
salía a la calle para hacer compras o para ir a ver a mi papá. Teófano como yo
éramos muy niños y no sabíamos lo que ocurría.
De repente mi mamá desapareció. Pero no
quisiera olvidarme que nos llevaba a varios sitios, iba a un hospital
seguramente a visitar a alguien y nos dejaba afuera, decía que no deberíamos
movernos. De rato en rato salía para ver si permanecíamos allá, sentados en un
banco. También en las mañanas nos llevaba a una piscina para nadar, tomábamos
el tranvía y mi papá nos esperaba en la puerta de su trabajo. Mi papá sabía
nadar muy bien pero mi mamá no.
Recuerdo que mi papá tenía un amigo muy
querido que se llamaba Elizardo Pérez, ¿ya? La mamá de Elizardo fue mi madrina
de bautizo y mi mamá la quería, le decía a mi mamá: “Aída, tienes un gran
parecido a mi hija que murió muy joven y se llamaba Celeste”. Cuando mi mamá
cocinaba exactamente para cuatro, para mi papá, para ella, Teófano y yo, de
repente mi papá llegó con Elizardo Pérez y se sentaron a la mesa. Pérez se dio
cuenta que mi mamá hizo un esfuerzo para hacer alcanzar a todos. Le dijo a mi
mamá: “No te preocupes, lo que alcance no más”. Pero a los dos días llegó una
carga de papas a la casa como regalo de Elizardo. La familia Pérez tenía fincas
muy productivas en Huarisata y Elizardo vivía con grandes comodidades. Me acuerdo
muy bien que íbamos a visitarlo a una casa amplia cerca de una plaza que se
llamaba San Pedro. Tenía un salón amplio con espejos, retratos, vitrolas, un
jardín lleno de palmeras y allí nosotros jugábamos mientras mi papá conversaba
toda la tarde.
Entonces sucedió que mi mamá, como dije,
desapareció. Recuerdo que estábamos en la casa de un fotógrafo amigo de mi
padre, tenía un hijo llamado Noé que era de mi edad, dormíamos en un cuatro
Noé, Teófano y yo. Pero mi mamá ya no estaba, la extrañaba, preguntaba por ella
hasta que mi papá al vernos tristes y desolados, decidió llevarnos a la
clínica. Entramos y vi a mi mamá que parecía estar dormida. Luego ya no volvió
a la casa, desapareció. Yo era una niña
y preguntaba por ella. Mi padre estaba muy afectado pero no nos explicó lo que
realmente había sucedido, seguramente para no causarnos traumas.
Mi mamá como comprenderás había muerto, por
lo que mi papá nos atendía y también tenía que trabajar. Teófano y yo nos
quedábamos solos en la casa hasta que regrese en la tarde, pero teníamos
alimentos que seguramente hacía comprar mi papá y una persona nos atendía. Pasó
el tiempo y una tarde fuimos a Obrajes, así conocí a una mujer joven.
-¿Quién era? ¿A quién te refieres?
Estrella.-
A Carmela, a Carmela Gallardo.
-Para situarnos mejor en el tiempo, es
preciso que digas cuándo naciste.
-Nací el 12 de
diciembre de 1935 en La Paz.
- ¿En qué año murió tu mamá?
-Murió en 1939, el mismo día y el mismo
año que murió (suicidó) Wayna Cápac Chuquihuanca. Mira, ese es un hecho que me
acuerdo perfectamente. Mi papá nos llevaba donde se trabajaba los diarios y a
la salida Wayna, mi papá y nosotros íbamos a un bar a tomar té, para nosotros
eran los pasteles. La novia de Wayna Cápac era muy bonita y a él se le veía
lleno de vida, contento de trabajar con mi padre. Lo demás es una historia que
seguramente conoces. Pero yo lo he conocido a Wayna, era muy joven y estaba
enamorado.
Después
que mi mamá murió vivimos como tres años en Obrajes. Luego nos mudamos a un
lugar que se llama Olímpica, cerca a la plaza de toros.
-Gamaliel recibió dos golpes del destino
el mismo día. La muerte de tu mamá y de Wayna. ¿Qué dijo de lo sucedido con
Wayna Chuquihuanca?
-¡Qué
me iba a explicar si yo era una niña! No comprendía la ausencia de mi mamá y
menos podía entender lo que sucedió con Wayna. Después llegué a saber muchos
hechos. Pero ahora recuerdo que vivíamos en San Pedro y mi papá nos llevaba al
cementerio todos los domingos para dejar flores a mi mamá. Mi papá decía: “Todo
hubiera sido diferente si Aída no hubiera muerto”.
En
la entrada del cementerio había una mujer pobre que rezaba en aymara. Mi papá
le hablaba y hacía rezar a mi mamá. Enseguida, íbamos a la tumba de Wayna que
estaba cerca a la de mi mamá y la mujercita también rezaba. Los domingos
visitábamos entonces a mi mamá y a Wayna, mi papá se sentía terriblemente
triste, nos hablaba de mi mamá y pedía que nos portáramos bien para que esté
contenta.
-¿Cómo era Churata en la casa?
-Le
gustaba cantar, inventaba comidas. Había un muchacho joven que iba a la casa y
cocinaba para todos, mi papá lo quería y alentaba para que se superara. Mi papá
nos daba el desayuno en la cama y cantaba para que olvidáramos la ausencia de
mi madre. Siempre decía: “Yo no quiero que me quieran, quiero que me respeten”.
Lo peinaba, le lavaba las manos. Yo estudiaba con las Hermanos del Buen Pastor,
he estudiado solamente la primaria.
-¿Dónde estudiaste la secundaria?
-¿Qué secundaria? ¿Qué estudios? Yo no he
estudiado nada. Lo único que he tenido y tengo es apetito de aprender. Yo he
sido quien ha estado siempre al lado de mi padre ¿ya?, lo he acompañado porque
estaba solo, tenía que ver la casa, a mi padre y a mi hermano. Mi papá salía de
una casa y nos íbamos a otra, después a otra y luego a otra. Nunca hemos tenido
casa propia, siempre como aves que hacen varios nidos.
Cuando
murió mi mamá llegó a La Paz mi tía Elsa, mi tío Humberto de España, era
hermano de mi mamá. Mi tío Humberto dijo: “Por lo menos me llevo a la niña”, y
mi padre dijo, no.
Yo nunca he tenido un hogar de familia,
siempre he vivido con mi papá. Nunca pronuncié la palabra mamá, no sé lo que es
criarse con una madre. Recuerdo que mi papá decía: “El colegio es para los
mediocres, tienen que formarse de una distinta manera para luchar en la vida”.
Mi padre era un hombre absolutamente diferente a todos los que iban a visitarlo
o con los que trabajaba.
Como yo era una niña, no sabía lo que
estaba escribiendo, seguramente era El
pez de oro, pero yo sentía que trabajaba desde las cuatro de la mañana,
escribía y escribía, seguramente corregía y se esforzaba para dar una forma
ideal a sus ideas. Yo pintaba y mi padre pegaba en la pared mis dibujos para
alentarme, nos traía libros para que leyéramos. Desde niña leí a los clásicos
como Tolstói, Dostoyevski, Dumas, etc., etc. Mi papá me traía pinturas de Van
goh, Rubens, Miguel Ángel y tantos maestros geniales de la pintura clásica”.
El tercer tomo de la Biblioteca Gamaliel
Churata titula: La vocación del escritor, será una ocasión para publicar la
lucha que emprendieron tanto Amarat como Estrella para recuperar los libros
inéditos de Churata. Es un tema que no puede quedar en el silencio más
absoluto, pues es una acción reñida con la ética y la moral. A pesar de la
ausencia de Estrella, quien tiene los originales sabe que el tema no quedará en
el olvido. La historia sabrá juzgarlo.
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