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viernes, 26 de noviembre de 2010

CONMIGO ACABA EL INDIGENISMO

Por fin ha llegado el momento de liquidar y saldar cuentas con el indebido uso de la palabra indigenismo y sus derivados semánticos. Se trata de un término discriminatorio y excluyente que ha hecho mucho daño a la cultura peruana. Aunque ahora se le usa menos para designar a acepciones y temas andinos. Sin embargo, no se puede negar que ha quedado grabado en la memoria social de muchas generaciones “formadas” con ese concepto, en los parámetros de una educación al servicio de la despersonalización cultural, individual y colectiva. No hay necesidad de escribir una historia de los términos indigenismo ni indigenista. Pero su peyorativa aplicación tuvo y tiene más presencia en la mentalidad hispano criolla excluyente, en la necesidad de “clasificar” las expresiones que no pertenecen a la cultura dominante, sino a las que provienen de la periferia. Así, los críticos, la academia y el canon, impusieron este mote. Los escritores que aceptaron o no quedaron sepultados, fueron desterrados del parnaso oficial.
Se trata de una expresión mediante la cual se clasifica en cultura oficial y cultura soterrada. Viene a ser una calificación que denota colonialidad, evidente distancia y desprecio de parte algunos críticos formados en la academia. Expresa también un sentimiento que se practicó en la colonia y que ahora con la neocolonialidad, se acentúa más porque se le aplica el concepto de utopía arcaica. Entonces, la tarea que hemos heredado quienes creemos en una cultura descolonizantes, es desindigenizar también la literatura. Crear una nueva crítica literaria desestructurante, una visión desmemorizante, una historia fundada en una dialéctica capaz de revisar lodos los conceptos para instaurar otros.
El discurso oficial para desautorizar los logros de la literatura andina consiste en los siguientes argumentos: Nadie les ha autorizado a los mestizos para representar a los indígenas, concretamente a los indios. Ninguno es capaz de hablar en nombre de una gran mayoría que no tiene voz. Los libros que han escrito resultan de la imaginación y no reflejan la realidad social. Si los mestizos tienen su propia realidad, ¿por qué no hablan de sus problemas? En resumen: Nada de lo escrito tiene valor porque no es la auténtica voz de los marginados, de los indios, de los indígenas, de los invisibles, de quienes caminan descalzos hace siglos, de los parias del sistema. En cambio, nosotros sí lo hacemos mejor porque no tocamos esos temas en nuestra literatura. Los problemas de los serranos que los resuelva las ciencias sociales, la literatura nada tiene que hacer con esos temas.
Pero ese razonamiento no es nuevo, es más bien reaccionario, conservador y hasta racista. Se ha remozado con nuevos argumentos y lenguaje. Lo que ha sucedido últimamente para no retroceder mucho tiempo atrás, es que las editoras transnacionales no aceptan ni promueven libros que cuestionan al sistema. Por ejemplo, no harían grandes tirajes de libros de René Depestre, Noam Chomsky, menos aun de Naomi Klein, solo para citar a unos cuantos escritores que han generado una corriente crítica del eje hacia la periferia. Quieren hacernos creer que el indigenismo fue una lastre, más una pose, una moda que no permitió la emergencia de voces que provinieran del fondo de los cimientos sobre los cuales se edificó una sociedad injusta.
Sin embargo, todo empezó con el concepto y práctica de la otredad. Es decir, con la invasión de los ejércitos del Reino de España al continente que después se le puso el nombre de América. Los españoles vieron a los habitantes del Tawantinsuyo, a las personas de otras culturas ancestrales como bárbaros, salvajes, idólatras, como a una especie bastante parecida a animales-hombres. A los antiguos peruanos de hecho les negaron el alma pero sobre todo sus derechos. Con la complicidad de virreyes, encomenderos, teólogos y pontífices, fueron convertidos en animales de carga, obligados a trabajador sin ropa ni alimentos en las minas y obrajes.
Pero hay un hecho reciente que sirve para ayudarnos en esta reflexión. En la ciudad de Cusco se llevó a cabo el Congreso Internacional por el IV Centenario de los Comentarios Reales de los Incas, cuyo autor es el Inca Garcilaso de la Vega y convocó a profesionales en ciencias sociales y humanidades de las universidades de América y Europa, evento académico que duró del 19 al 21 de agosto del 2009. Con esa ocasión se pudo apreciar que se han realizado, en diversas universidades, nuevas lecturas e interpretaciones acerca de la obra de Garcilaso. Ha llamado la atención, sin embargo, que estuviera ausente la necesidad de revisar el significado de la palabra indigenismo. El tema debió ser encarado en base de una sola pregunta: ¿El Inca Garcilaso fue un escritor indigenista? Aunque la palabra fue mencionada varias veces, nadie sostuvo una tesis a favor o en contra. Ese hecho tiene un gran significado, demuestra que su uso es cada vez menos. Lo que ha interesado es conocer hasta dónde es posible determinar su influencia en la formación de las ideologías de la resistencia cultural, en el desarrollo de las diversas mentalidades y nacionalidades. Seguramente que se podrán leer todas las ponencias después, pero cuatro conclusiones es posible adelantar:
1.- Más allá del valor literario e histórico, Los comentarios reales, influyeron en la ideología de los movimientos independentistas de América. 2.- Los Comentarios reales deben servir para acrecentar una conciencia crítica y sentimiento de un nacionalismo revolucionario, como respuesta a la perversa globalización del sistema de las transnacionales. 3.- No será posible plantear ningún esquema de un proyecto histórico americano, sin la presencia de los valores culturales y visión de futuro que tiene la obra de Garcilaso. 4.- Con los libros de Garcilaso es posible estructurar un discurso descolonizante de la historia, de la visión del mundo y construir una historia diferente de lo que han escrito los historiadores prohispanistas.
La primera parte de Los Comentarios reales, apareció en 1609, en Lisboa publicada por Pedro Craasbeck. Fue escrito a partir de recuerdos de la infancia y juventud, escuchando a sus parientes, a través de contactos epistolares y visitas a personajes destacados del Perú. Se trata de uno de los logros más fehacientes en vista de que circulaban versiones lindantes con la ficción y la impostura. La segunda parte fue publicada en Córdoba, en 1617, con el título Historia general del Perú.
¿Cuántas veces Garcilaso escribe la palabra indio en sus libros? Muchísimas veces. Si nos preguntáramos ¿se sentía indio?, ¿acaso se sentía español?, ¿se expresaba como mestizo? Esa es la cuestión. Para no hablar de números de palabras, es preciso señalar que cuando escribe indio, quiere decir nosotros, no ellos. Indios para Garcilaso son los peruanos, no los mestizos. Los mestizos son personas que tienen más de españoles que de peruanos. Entonces, ¿Garcilaso fue el primer escritor indigenista? No. ¿Fue un escritor indio? Tampoco, para esa discusión está presente Felipe Huamán Poma de Ayala.
No podemos dejar de mencionar a Bartolomé de las Casas, considerado como uno de los fundadores del Derecho Internacional Moderno y el Derecho de las Gentes. No vamos a teorizar acerca del Derecho Natural, el cual fue tomado del Derecho Medieval y la filosofía estoica. De las Casas sostenía, por razones religiosas, que los antiguos peruanos tenían uso de razón, tal como los antiguos griegos y romanos. Entonces, como criaturas racionales eran seres humanos. Su contribución a la teoría y práctica de los derechos humanos está presente en su libro Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias, que en realidad viene a ser el primer informe moderno sobre derechos humanos. En él describe las atrocidades a las que fueron sometidos los antiguos habitantes de Abya Yala, por los invasores españoles. Su libro fue publicado en el año de 1552. Sin embargo, la diferencia con Garcilaso está en que cuando el cura escribe o dice los indios, los indígenas, los nativos, dice los otros, no nosotros. Ellos no son nosotros, ni nosotros no somos ellos. Ellos son así porque han nacido aquí, son indios con alma. Sus observaciones y denuncias provinieron desde la concepción cristiana del mundo y los seres humanos. ¿Bartolomé de las Casas fue indigenista? Hay quienes lo consideran un precursor del indigenismo, precisamente por haber asumido la defensa de “los indígenas” del denominado “Nuevo mundo” para la cultura oficial hispana.
Según la academia y el canon oficial que se repite hasta el hastío y cansancio, son escritores indigenistas son: Narciso Aréstegui, Clorinda Matto de Turner, Juan Bustamante, Gamaliel Churata, José María Arguedas, Ciro Alegría y Alejandro Peralta. Pero para establecer una continuidad, han creado la palabra neo-indigenismo y allí están ubicados desde Mario Florián pasando por Kilku Waraqa, hasta Manuel Scorza.
El caso de Efraín Miranda Luján es una anécdota singular que es necesario mencionar. Miranda pretende pasar de indio aunque sabe que los aymaras con quienes trabajó no aceptan ese mote. Pero además, han aparecido algunos gratuitos exégetas que no conociendo el medio cultural, le han otorgado el título de “Poeta indio”. Es decir, le dan dado una categoría e identidad que no tiene sustento real porque el indio, como persona, no existe para las culturas quechua ni aymara. Nadie se dice indio, nadie usa ese mote entre quechuas y aymaras. Salvo para quienes se aferren a conceptos académicos trasnochados. ¿Miranda poeta indio? ¿Por qué no le preguntan a los niños aymaras de Jach’a winch’uqa si se sienten indios? ¿Qué dirían los padres de familia si supieran que el profesor Miranda era un profesor indio? El error está en considerarlo como poeta indio o indígena, cuando se trata de un docente primario mestizo, además no habla aymara porque según decía: “Esa lengua está destinada a desaparecer, no será fácil que los campesinos aymaras lleguen al poder. Todo indica además, que la migración del campo a la ciudad impedirá que esta lengua prevalezca frente al español”. No le falta razón, así también lo ha señalado en un informa la UNESCO. El aymara está amenazado de desaparecer si es que los gobiernos del Perú, Bolivia, Chile y Argentina, no desarrollan una política cultural, conjunta, mutua y alternativa.
Miranda es un poeta de izquierda, en su juventud se sentía marxista, durante su paso por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos fue un activista cumplido y disciplinado. De modo que no se trata de un poeta con orfandad ideológica ni mucho menos de un “aeda indígena”, sin cultura literaria, no es un escritor autodidacta. Al contrario, es un gran conocedor de las ciencias sociales contemporáneas, pero muy particularmente de idioma español. Sin embargo, para desencanto y desilusión de sus corifeos, Miranda por si acaso, tampoco se hace el indio ni aparenta serlo. Eso de poeta indio es una invención de parte de quienes valoran inadecuadamente el significado de su excelente poesía, añadiéndole sin necesidad esa denominación que seguramente le hará mucho daño en el futuro.
Ya una vez lo dijimos pero vale la pena reiterarlo: Efraín Miranda es el último poeta mestizo a quien se le denomina indio, (aunque también a veces parece gustarle la pose). Se han esgrimido varias razones para llamarle así, sin convencer en absoluto los argumentos que se han expuesto. ¿Se debe llamar poetas indios a quienes ahora escriben en aymara y quechua? No. ¿Pero si los temas y visión del mundo andino son casi los mismos? ¿Bertha Villanueva es poeta aymara monolingüe? Sí. ¿Juan de Dios Yapita es un poeta indio? No. ¿William Hurtado de Mendoza y Odi González son indios No. Son indigenistas? No, ahora se debe hablar de poetas aymaras y quechuas, nada de neo-indigenismos ni neo-quechuas o neo-aymaras.
Tampoco se puede negar que las palabras indígena, indio, nativos, naturales no contactados, tengan un fuerte contenido ideológico. Quien le dio una connotación de orden político fue Manuel González Prada. Después, José Carlos Mariátegui usó esta palabra para alentar una literatura de carácter raigal y en formación histórica. Hasta que su uso pasó a la academia y tuvo una gran vigencia en países con poblaciones ancestrales. Finalmente se oficializó el uso del término desde 1940 cuando se celebró el I Congreso Indigenista Interamericano en Pátzcuaro, en México. Habría que añadir que en el Perú, Ecuador y Bolivia se optó este término “para la educación indígena”, como quien dice para los vencidos y desterrados del sistema.
En 1941 se creó el Instituto Indigenista Interamericano con sede en México. Enseguida casi todos los países vieron la necesidad de acoger a esta institución, que sin duda ha proporcionado valiosos resultados de investigación social. Sin embargo, el aporte de las ciencias sociales ha permitido superar muchos errores tanto de forma como de fondo. La prueba es que ahora muy pocas personas usan el término indigenismo, salvo quienes hayan quedado desfasadas frente al tiempo histórico en el que vivimos. La historia crítica, la sociología, la antropología, la sicología social y la lingüística, han demostrado que no hay culturas mayores ni menores, superiores ni inferiores, cada una tiene sus propias características.
Se ha llamado escritores indigenistas a quienes trataron o desarrollaron: “Temas referidos a los pobladores originarios de una región”. No se les ha considerado como narradores latinoamericanos, mágico-realistas ni novelistas de las culturas americanas. La cultura dominante tiene sus críticos y ellos creen que deciden el curso de la historia de la literatura, cuando no es así. Veamos lo que dice La Enciclopedia Salvat. Volumen 11, Indigenismo: “Condición o calidad de indígena. Estudio de los caracteres, valores y estructuras culturales y sociales de las poblaciones indígenas o autóctonas de Hispanoamérica. Conjunto de ideologías políticas, sociales y culturales ligadas generalmente a organizaciones y partidos de izquierda, que se propone la incorporación de los indígenas de América a la estructura y nivel de vida propios de los países en que residen, sin alterar su fisonomía étnica ni su bagaje cultural propio, en contraposición de la orientación asimilada de la cultura europea. (Página 8036).
Sería una omisión grave no referirse a un libro como La Utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones el indigenismo de Mario Vargas Llosa. La tesis es sencilla: José María Arguedas se equivocó porque trató de novelar una realidad que le era ajena y a pesar de vivir en ella, no la supo entenderla, más bien la tergiversó. Eso le causó traumas que no supo afrontar a lo que es preciso añadir sus dolencias físicas desde la adolescencia. Entonces, como no pudo entrar al boom literario, se hizo un ¡Bum! en la cabeza. Basta, es un libro escrito de mala fe para decir: “Fíjense en mí, yo soy mejor escritor que él, he ganado más premios y me han postulado para el Premio Nobel. Sin embargo, si no me dan la importa debida me contento con lo que hasta ahora he conseguido. Ni Vallejo ni nadie de los escritores peruanos son más importantes que yo”. Las palabras indigenismo y lo telúrico, tienen en las reflexiones de Vargas Llosa un hondo menosprecio, una connotación racista y desprecio. En el fondo, tiene el propósito de borrar de la literatura en español la presencia de Arguedas, pero ha sucedido que su tesis ha generado una infinita admiración al autor y cada vez se lee más Los ríos profundos.
Menos mal que a mí no me han motejado de escritor indigenista, aunque no han faltado críticos que hayan aseverado que soy un neo- indigenista. Lo que ha sucedido es que he escrito poesía, cronivela, cuento, poesía para niños, novela experimental, ensayo, historia social, he publicado textos en el periodismo y finalmente he escrito en aymara y en español. Yo no soy indio ni me siento indio. Yo no uso el término indio para aparecer como tal como poeta, narrador o ensayista. Yo no escribo como indio porque los indios no existen en el Perú. Existen los aymaras y quechuas. Nunca he dicho que me siento ni soy un indigenista en pleno siglo XXI. No vivo ni hablo como indio porque nadie vive así en el Perú. Sería una impostura si dijera que soy un indio moderno, mentiría si dijera que me siento un neo indio. Tampoco soy un aymara cuya lengua materna es el jaqi aru. No tengo necesidad de disfrazarme de cholo, de indio ni de indígena para escribir sesenta seis libros, de los cuales hasta ahora he publicado cincuenta. Además soy adivino en coca, un lector de la suerte en coca, un yatiri moderno, citadino que hace pagos a la pacha mama, así lo demuestra mi libro: Yatiris, adivinos andinos.
Escribo en aymara y por eso menos mal que no me han motejado de indio o indígena, soy un aymara que tuvo la suerte de haber estudiado en la Universidad de San Marcos y vivido, estudiado en París. Haber sido docente primario y secundario, además funcionario del Estado Peruano. Pero mi vocación de escritor estuvo siempre sobre todas las contingencia, avatares, amarguras y alegrías. No me siento frustrado ni estoy amargado. Me siento más bien un aymara universal sin traumas culturales ni personales. De allí que no sea posible emplear el desdichado vocablo indigenista para clasificar inadecuadamente a los escritores más importantes y ojalá que los críticos no repitan conceptos trasnochados, ofensivos y segregacionistas.
Entonces, conmigo acaba el indigenismo y empieza una literatura inscrita en el concepto de la descolonización cultural. Aunque todavía no me han bautizado adecuadamente, yo me siento un escritor aymara, andino, dialéctico y universal. Por eso, creo que es necesario revisar de una vez por todas, esa malhadada palabra. Permítaseme decir una vez más entonces, conmigo acaba el indigenismo.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Descolonización del uso de la palabra

Cuando el comerciante y navegante Cristóbal Colón llegó por azar del destino a las costas del continente que se llama Abya Yala, el 12 de octubre de 1492 y que oficialmente se denomina América, ese día empezó para nosotros la era de la modernidad compulsiva y de la ilustración mediática dependiente. Como es sabido, no se conoce fehacientemente los orígenes de Colón ni lugar de nacimiento, pero debió haber llegado al mundo hacia 1436, habiendo fallecido el 20 de mayo de 1506, en Valladolid (España). La historia oficial le ha atribuido el oficio de cartógrafo, además otorgado “grado de almirante, virrey y gobernador general de las Indias al servicio de la Corona de Castilla, famoso por haber realizado el denominado Descubrimiento de América” (1).
La mayoría de los biógrafos de Colón, aseveran que no hay certeza acerca del lugar de su nacimiento, debido a que durante muchos años eludió proporcionar datos certeros. No se trataba de un simple tripulante sino de un próspero comerciante, de un navegante con conocimiento y experiencia. Estaba convencido que había otra ruta para llevar mercadería que resultaba del excedente en la producción interna. La aseveración más difundida es que nació en Génova, aunque una adecuada revisión de los documentos de entonces, hace notar que hay lagunas e inexactitudes. Es más, su hijo Hernando Colón, seguramente por influencia del padre, ocultó deliberadamente este dato esencial en su libro referente a su padre. Por eso, se dice que pudo haber sido catalán, gallego, portugués o quizá judío.
La verdad es que Colón sostenía y estaba convencido que se podía llegar al lejano Oriente (Las Indias) desde Europa, viajando hacia el Oeste. No cabe duda que después de leer los mapas de navegación, aseveró que era factible hacer un viaje por mar con posibilidades de alcanzar ese objetivo. Los portugueses en esa época buscaban una ruta directa al Asia Oriental, bordeando África y mantenían el monopolio de la navegación por el Atlántico, a excepción de las islas Canarias.
Visto así este hecho histórico concreto, trajo como consecuencias:
Primero: Se estableció el concepto histórico como legal de un descubrimiento y como tal, desde entonces, hubieran pueblos descubiertos. De acuerdo al derecho de la época, quien descubría se apoderaba de facto de cuanto territorio y riquezas encontraba.
Segundo: El descubridor realizaba la hazaña en nombre de un pueblo superior para civilizar a pueblos sumidos en la ignorancia, en la barbarie, en el canibalismo y prácticas de religiosidad con dioses falsos.
Tercero: Lo hacía “para cristianizar, para evangelizar a los indios, para llevar la palabra de dios a los extremos de la tierra”, cometiendo crímenes y saqueo con la complicidad, participación y bendición de la Iglesia Católica. Ese día se acuñó el mote indios a seres humanos nacidos en nuestro continente.
Cuarto: Con la llegada de Pizarro a Cajamarca el 16 de noviembre de 1532, se establecieron dos historias distintas e irreconciliables. La versión de los invasores y la versión de los invadidos. La historia escrita por cronistas españoles y después por historiadores prohispanos, llaman a Pizarro “conquistador del Perú”. Los nuevos historiadores americanos de la descolonización le llaman a ese hecho la invasión hispana.
Quinto: La versión hispana llama al hecho que Pizarro tomara prisionero al inca Atahualpa “captura”. Habiéndosele exigido una habitación llena de oro y plata, a quien después cumplir su palabra, lo asesinaron. Así se estableció la primera y cuantiosa extorsión de la historia. A este hecho se le llamó “rescate”, al asesinato del inca “justicia”.
¿Para qué tocar estos temas tan conocidos? Para hacer notar dos visiones históricas distintas, para analizar mejor desde cuándo se enraizó una mentalidad dependiente, una historia sometida, una política subalterna, una memoria sumisa, una educación obediente. Además, una antropología restringida, una sociología acrítica, una literatura imitativa, una visión histórica humillante, una filosofía repetitiva, colonial y domesticadora. Pero preferentemente para conseguir distinguir dos mentalidades y lenguajes diferentes. Es decir, demostrar que la colonización no es solo la repetición y aceptación irrestricta de conceptos dominantes, sino que se manifiesta en una permanente conducta que tiene que ver con modelos colonizantes.
Es preciso señalar que desde la niñez y antes que los niños lleguen a la escuela, tienen una información diaria deformada a través de la función mediática de los medios de comunicación y una falsa conciencia histórica que les inculcan los padres. Así se forma sistemáticamente una memoria social deprimente, se consagran grandes falsedades históricas para mantener una sociedad espiritualmente quebrada. La educación oficial en la secundaria y en la universidad, tienen una marcada acción colonizante porque en gran parte, el magisterio tampoco ha logrado construir las bases pedagógicas de una educación crítica y liberadora, crear un modelo educativo desubordinante y desustructurado.
La mentalidad colonial se expresa en la imitación de modelos, en la inconciente repetición de estereotipos, de conceptos y hechos que se han aceptado como verdades eternas e inamovibles. Es también un comportamiento obediente, una forma de sumisión colectiva, de renuncia a una auténtica personalidad plural. Sobre todo, al derecho a la imaginación, a la inteligencia crítica. Viene a ser la observación de las reglas impuestas que provienen de la discriminación y el desprecio a la condición humana. Es una aceptación callada de las distintas formas de irrespeto a la tradición, a las raíces, al imaginario colectivo, a la ética y a la moral. En otras palabras, resulta una discriminación cargada de racismo y menosprecio a las diferentes lenguas y culturas ancestrales, llamadas también indígenas.
Es en medio de este panorama que desde hace un buen tiempo atrás, han emergido en América poetas que escriben en sus propios idiomas con una mentalidad francamente descolonizante. Pero también quienes escriben en español y que se han sumado a una nueva gesta histórica para refundar la educación, la cultura, la política, los conceptos de economía y de historia. Bien podríamos decir entonces, un fantasma recorre los pueblos de Abya Yala porque los poetas de lenguas ancestrales, así como otros valiosos escritores han decidido escribir desde el concepto de la descolonización de la literatura, de la historia y de la cultura.
Sin embargo, resulta imposible publicar libros escritos en idiomas ancestrales u originarios, debido a que no hay editoriales que acepten esa clase de textos. No aparece todavía una crítica literaria que valore la riqueza lingüística, las variaciones dialectales de las diferentes lenguas que se hablan a lo ancho, bajo y alto de América. Se trata de una literatura marcada por el un afán conciente de contribuir a una necesaria desestructuración (2) de los cánones oficiales establecidos. Se trata de una toma de conciencia desde la periferia del mundo hacia el poder central, desde el mundo de los más que tienen menos hacia quienes tienen más que los demás, desde los distintos, desterrados e invisibles mundos donde sin embargo, la realidad es maravillosa y lo cotidiano asombroso.
Esta cruzada de descolonización cultural resulta en verdad una novedad pero no es así en algunos países del África, en el Ecuador y particularmente en Bolivia, donde se ha institucionalizado este concepto a través de una dirección de cultura, dependiente del ministerio del ministerio de Cultura y Educación. De allí la necesidad de teorizar para contribuir a un proceso que ha empezado en la literatura y que, necesariamente se trasladará por la fuerza de la historia, a los otros conocimientos, sobre todo a la política y a las mentalidades.
Por eso, la descolonización cultural debería ser para nuestros países una política de Estado, una acción permanente que comprometa necesariamente a los entes culturales sociales vivos. Es decir, llevar a cabo un trabajo coordinado, una acción debidamente planificada para que las nuevas generaciones tengan una distinta visión del pasado. Es preciso entonces, diseñar los lineamientos y tareas del futuro para las sociedades pluriculturales. La idea es empezar por descolonizar la historia desde 1492, desestructurar la educación, liberarla con ideas propias y nuevas inveruigciones la memoria colectiva. Iniciar pedagógicamente el proceso de liberación por otro conocimiento libertario propiamente dicho. Desde la ciencia a la cultura viva, desde el pasado mirando el futuro, desde la razón para deshipotecarla, todo para erradicar los traumas que han producido una historia con alto contenido de humillación y subalternidad.
No se trata de tomar acciones extremas o se niegue las conquistas culturales, humanas y sociales que hasta ahora hemos heredado, asimilado o adoptado. Menos caer en criterios de negación absoluta del pasado, en posiciones irracionales y delirantes, de franca abominación a todo cuanto hasta ahora aconteció desde 1492. Es necesario, tener en cuenta que todas las sociedades en pleno XXI, poseen una composición cultural plural y que nada es puro, incontaminado. No se trata de pasar de un estado de invisibilidad a una acción discriminatoria, de una franca situación de marginalidad a una función demoledora de las sociedades en que sobrevivimos. Todos los extremos han conducido siempre a la intolerancia y en consecuencia a la destrucción, incluso si se trata de las mejores ideas de libertad y de justicia.
En más de quinientos años hemos soportado la colonización y después la neocolonización más brutal y subliminal de la historia de la humanidad. Antes con la falasia del desarrollo y ahora con el pretexto de la globalización, quieren hacernos creer que el bienestar social de todos modos llegará. El lenguaje ha cambiado pero el mito ha llegado a su fin. La globalización para nosotros significa, neocolonidad, enajenación y empobrecimiento letal. ¿Qué respuesta descolonizante hemos formulado? Todo indica que habrá que empezar por reescribir la historia de los pueblos de Abya Yala. Es decir, una historia común del continente llamado americano para diseñar una visión global descolonizadora de lo que hemos sido. Es preciso pensar en términos propios de lo que fuimos en el pasado, de lo que somos y de lo que debemos ser en el futuro. En otras palabras, deshipotecar los errados criterios con los que hasta ahora se manejan conceptos sobre educación, cultura, ciencia, política, justicia, derecho y libertad.
¿Hay ejemplos de una mentalidad descolonizante en la literatura que se escribe ahora? Sí, aunque los autores y autoras no sean del todo conocidos debido al invisible muro divide al mundo, entre una minoría con privilegios y una gran mayoría sistemáticamente empobrecida. Vamos a mencionar solamente algunos creadores y creadoras, cuyos poemas lamentablemente circulan en espacios culturales muy restringidos. El más conocido es sin duda el poeta, novelista y narrador haitiano René Depestre, junto a él están Félix Morisseau, Leroy, Gastón Saint Fleur (3) y Jaques Vian. El poeta ecuatoriano Wankar Ariruma Kowii, la poeta afroperuana Mónica Carrillo (4), además de otros poetas mapuches de Chile. Un caso singular es Bertha Villanueva (5), una mujer boliviana monolingüe que escribe poemas en aymara y muy pocos de ellos circulan o han sido traducidos al español.
En el siguiente poema es posible apreciar un distinto canon literario, un ritmo diferente a la poesía tradicional escrita en español y sobre todo, una diferente visión del mundo, con un sentido intrínseco de descolonización. Primero transcribimos la versión en aymara y luego en español.
Aymar warmïtwa.
Nayaxa, warmi kankatajxa
uñt’astwa.
Näraki chacha, näraki warmiwa.
Kawkhansa sayt’asta.

Nayatakixa, thayansa lupinsa
kuna lurañasa
nayankiwa
janiwa axsartti.

Lupina thayana tinkt’insa yatitätwa.
Jach’a qalasa, jach’a lawasa nayankiwa.
Janiwa kunsa axsarktti.
Aymar warmïtwa.

Jayrakiwa lupsa thayana
axsarixa.
Jayrakiwa manq’atsa jiwixa.
Aymar warmïtwa.
Janiwa axsarktti.

Mä wajchatakixa,
lawasa, qalasa ausukiwa.
Nï uksa axsartti.
Aymar warmïtwa.

Mujer aymara

Yo, conozco lo que valgo
como mujer.
Donde quiera me alzo.
Yo, hombre yo mujer.

Para mí, cualquier trabajo
en el frío, en el calor
es lo mismo.
No me amilano.

Sé afrontar al sol y al viento.
La piedra grande, el palo grande son míos.
A nada le temo.
Soy mujer aymara.

Sólo en ocioso
teme al frío y al calor.
Sólo el flojo muere de hambre.
Soy mujer aymara.
No temo a nada.

Para una mujer pobre,
el palo, la piedra, hablan.
Ni a eso le temo.
Soy mujer aymara.

Se trata de una mujer autodidacta y solo escribe en aymara, no traduce sus textos al español. Si se tratara de hacer un análisis de la estructura literaria del poema, se puede afirmar que aparece una franca influencia de la oralidad. No hay rastros de la influencia de lecturas de otros poemas, tal como sucede en la mayoría de los poetas con formación y cultura literaria. El lenguaje se articula en la idea de expresar la condición humana en una sociedad desterrada a las esferas de una dolorosa pobreza social. El ritmo interior está supeditado a la idea de configurar una expresión personal como colectiva. Las metáforas están construidas de acuerdo a una experiencia personal laboral antes que de una permanente experiencia literaria. En fin, este poema viene a ser la expresión de una sociedad donde la voluntad del ser humano, se impone frente a una realidad social adversa. Así, la poesía fluye desde el fondo de una conciencia personal que representa a una colectividad, que no acepta se eternice el sufrimiento y más bien busca a través de una estética propia, descolonizar la conciencia.

Tal como expresa Abdelkebir Khabiti cuando se refiere a la tarea de descolonizar el pensamiento y más aún si específicamente menciona lo que él llama el “pensamiento otro”, subraya: “Que no se inspira en su pobreza está siempre elaborando para dominar y humillar, un pensamiento que no sea minoritario, marginal, fragmentario e inacabado es siempre un pensamiento del etnocidio. Esto – y yo lo digo con extrema prudencia - no es un llamado a la filosofía de la pobreza y a su exaltación, sino un llamado a un pensamiento plural que no reduzca a los otros (sociedades e individuos) a la esfera de la autosuficiencia.” (6)

La idea de la filosofía de la pobreza es muy clara. Si nos preguntamos, ¿por qué no hemos sido capaces de crear una filosofía con un pensamiento autónomo y propio? La respuesta es que nuestra visión se sustenta en una distinta cosmovisión. Como dice Mario Bunge, frente a la crisis de la filosofía, ahora que hay filosofía de todo y para todo, la cosmovisión es la fuente y los orígenes de lo que filosóficamente somos y debemos ser. El mismo Abdelkebir Khabiti escribe así: “Hemos perdido demasiado y ya no tenemos nada que perder, ni la nada. Tal es la economía vital de un pensamiento-otro, que sea un don acordado por el sufrimiento que se capta de su terrible libertad” (7).

Edwuard Said nos ha advertido que el proceso de la descolonización: “Es una compleja batalla sobre el derrotero de diferentes objetivos políticos, historias y geografías y está llena de obras de imaginación de investigación y de contrainvestigación” (8). Pero no será solamente una dura contienda que deban desarrollar los poetas y los intelectuales. Debería ser una tarea del poder político que asuman las naciones de América, donde precisamente la coloniedad asfixia a las grandes mayorías y las convierte en muchedumbres sumisas frente al poder colonial, ya sea nacional o internacional.

Carolina Ortiz Fernández es mucho más lúcida y directa cuando afirma que: “Un pensamiento liberador implica su descolonización, es saber escuchar a todas las nacionalidades, géneros, grupos y clases sociales dominados y subalternizados, lingüística, política, económica y culturalmente; es una conjura sostenida contra el poder omnipresente, descentrándolo, subvirtiéndolo; desligándonos de las relaciones patriarcales y de toda relación de dominación” (9).
Entonces, estamos frente a un nuevo proceso que cuestiona la voluntad hegemónica, trata de construir un distinto discurso respecto al imaginario y al conocimiento. Este propósito deberá traducirse necesariamente en la concurrencia de las ciencias sociales para realizar una tarea nada fácil frente al poder y a la influencia constituida. Las culturas subaltenizadas no tienen otra vía, no hay por el momento otra perspectiva y esperanza. Habrá que construir un pensamiento común como respuesta a la imposición, a la dictadura de siglos de la ideología eurocéntrica.

Entonces, es necesario que seamos capaces de pensar por nosotros mismos y no piensen por nosotros. En otras palabras, reflexionar y expresarnos con una distinta dialéctica y podamos crear por fin una filosofía propia, descolonizadora y al mismo tiempo libertadora. Es preciso crear un sistema educativo distinto, liberador del sistema y mentalidad colonial. También crear un lenguaje propio y expresar una distinta visión del mundo, una historia desacralizada desde el principio, desde los hechos. Por todas estas razones que son evidentes y cada día crecen más, habrá que sumarse a la batalla por la desarticulación de una ideología sustentada en la supuesta superioridad de culturas. Ese es el desafío que nos plantea el nuevo fantasma que recorre América y compromete a las conciencias más lúcidas, en la primera década del imprevisible siglo XXI. Tiempo letal en el que los trastornos del clima y crisis que provoca del sistema, amenazan con desaparecer a la existencia humana sobre el planeta.

1. Descubriendo de América.- Con ocasión de los 500 años del arribo del Cristóbal Colón a Abya Yala, se expresaron todas las corrientes culturales e ideológicas. Fue un debate esclarecedor y sirvió de mucho para saber hasta que punto América seguía siendo una colonia. No obstante, pocos escritores e intelectuales se pronunciaron acerca de la necesidad de crear una teoría descolonizadora de la historia.
2. Destructuración. Este vocablo tiene un hondo significado de orden ontológico, ideológico, político y filosófico. Constituye el mayor desafío intelectual para los pedagogos, los escritores, los científicos sociales y filósofos. Mucho más para un intelectual, para un ideólogo, para un escritor que se proponga rearticular, reordenar, reorganizar, reformar, reagrupar, recontexturar, reconstituir y crear otro pensamiento muy distinto a la vigencia de primacía y dominio de la coloniedad.
3. Gastón Saint Fleur. Poeta haitiano sobreviviente del último terremoto que asoló Haití, sumiendo a ese país, en una mayor pobreza y dependencia económica. Nació en Bois-de-Laurence, Haití. Educador, poeta y ensayista. Posee una licenciatura en filosofía en la Pontificia Universidad Madre y Maestra. Relaciones Internacionales y Servicios Diplomáticos en la Universidad Católica de Santo Domingo.
4. Mónica Carrillo. Poeta peruana que realiza una permanente acción de descolonización cultural.
5. Bertha Villanueva. Poco se sabe de su biografía porque es una modesta mujer que realiza trabajos domésticos. Radica y trabaja en La Paz (Bolivia).
6. Abdelkebir Khabiti, “Magheb Plural”. Capitalismo y geopolítica del conocimiento: el eucentrismo y la filosofía de la liberación en el debate intelectual contemporáneo. Compilación e introducción de Walter Mignolo, Buenos Aires. Ediciones el Signo, 2001, p. 76. Khatibi es director del Departamento de Filosofía de la Universidad de Rabat en Marruecos. Publicó la novela Amor bilingüe (1982) y el importante libro La langue de l’otre (1999).
7 Ibídem, p.76.
8. Edwuard Said. Cultura e imperialismo. Barcelona, Anagrama, 1996 (1993), p. 336.
9. Carolina Ortiz Fernández. Procesos de descolonización del imaginario y del conocimiento de América Latina. Página 185. Fondo Editorial de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. 2004, p. 185.







IDEOLOGÍA, CULTURA Y DESCOLONIZACIÓN



Toda expresión de cultura escrita tiene aunque lo nieguen quienes practican los equivocados análisis y, solapados defensores del poder mediático (1), un manifiesto o encubierto sustrato de orden ideológico. Es decir, un conjunto de ideas esenciales que rigen la forma de pensar, el comportamiento y acciones en una sociedad con mentalidad colonial (2). Por eso, un producto cultural concreto, como ahora se habla de industria cultural, como es una novela, un cuento, un ensayo, un texto periodístico, un discurso y hasta un poema, tiene en su contenido y subconsciente, una intensa o disimulada carga ideológica implícita.
Es evidente que el poder mediático lamentablemente por razones obvias, no se debate particularmente en las universidades ni en centros de formación de periodistas. Sin embargo, merece el más amplio y permanente análisis para beneficiar al gran público que solo escucha radio, mira la televisión y lee los diarios. Pero no tiene canales de expresión masiva para responder a tanta mentira diaria y permanente. En otras palabras, el poder mediático de los grandes medios de comunicación, convierte a los ciudadanos en masas incapaces de pensar y responder a las imposturas que a cada momento disparan a su antojo los medios controlados por el poder colonial y la comunicación social mediática.
La perversa ideología colonializante que tiene una duración de más de 500 años, ahora rehúye al análisis, a la confrontación intelectual y a la desarticulación dialéctica. Tiene miedo al debate esencial sobre el valor y necesidad para otorgarle a la epistemología un distinto rol con el que es usado para tergiversar valores. Algunos de sus ideólogos amparados en la academia, ocultos detrás de los escritorios en oficinas de transnacionales de la comunicación mediática, prefieren callar y más bien ocuparse de hacer conocer, mejor dicho hacer leer lo que se escribe en nombre de “las más importante noticias de último minuto”.
Muchos periodistas de las grandes rotativas, no todos por supuesto, escriben con cuidado, “con inteligencia y tacto” para no herir susceptibilidades, para “no chocar con los fantasmas”. Muchas veces prefieren la complicidad y mejor el silencio cómplice para no provocar iras santas. Pero hablan de democracia, libertad de prensa y de pensamiento. Sin embargo, serían incapaces de realizar debates públicos con la presencia de quienes trabajan en los medios masivos, y menos con la asistencia de un gran público, especialmente de estudiantes de periodismo y ciencias sociales.
¿Qué relación hay entre ideología y las ciencias de la comunicación? ¿La comunicación es una ciencia? ¿Puede haber un libro, un diario, un programa de noticias en una radio o en la televisión sin un transfondo ideológico? ¿Cómo se hacen por ejemplo los sicosociales? ¿Quiénes escriben las noticias para que sean leídas con el telepront o cabinas de las radios? ¿A quiénes se encarga escribir noticias para manipular la opinión pública? ¿Cómo funciona la autocensura? ¿Acaso los periodistas no saben cuándo deben escribir a favor o en contra? ¿Qué diario de gran circulación podría por ejemplo abiertamente enfrentarse a la corrupción y al narcotráfico? Bien podría decirse entonces ahora: “Dime lo que lees, escuchas o miras y te diré quien eres”. En otras palabras, la gran masa de ciudadanos prisioneros y cautivos del poder mediático, de la manipulación sicológica y de los sicosociales, está expuesta a creer en todo lo que se le dice y lo que se calla, aunque después repita las falacias santificadas y consagradas.
Como dice Héctor Béjar refiriéndose a los tiempos de crisis financiara e insoportable dictadura del neoliberalismo económico en el que sobrevivimos: “Conciente de que las ideologías son antipáticas y tienen una triste historia, el neliberalismo proclama el fin de los ideologías al tiempo que encubre la propia diciendo que no la tiene. Como se ha dicho, la ideología más sutil es aquella que se dice que no lo es. Una de las características del neoliberalismo en el mundo actual es que niega ser una ideología, pero aspira a todo aquello que caracterizó a las ideologías totalitarias más duras: ser un pensamiento único y silenciar a sus opositores. Sus seguidores tienen un dios que es el becerro de oro, una metodología que es mercado, y muchos enemigos que son aquellos que llaman el populismo, el estatismo, el socialismo, el comunismo y el cristianismo liberador” (3)
De allí que no llame la atención se practique además un periodismo sin valores, sin un código de moral y ética para la formación de la niñez y sobre todo de la juventud. Para la defensa de la vida, de la condición humana, de los derechos de los pueblos a tener un proceso cultural descolonizador. No se trata de discriminar a los homosexuales que tienen todo el derecho a trabajar por ejemplo en programas de la televisión hispano criolla. Pero se dedican a resaltar sus “cualidades” y opciones sexuales como si fueran un modelo de conducta. Mucho más grave es la ausencia de crítica y la permanente práctica de antivalores. Si hay algo que prohibir a los niños del Perú, es que no vean la televisión a la hora en que deben leer y hacer sus tareas. Esa es una responsabilidad de los maestros, pero mucho más de los sufridos padres de familia.
Con mucha razón César Lévano escribió: “Ahora abordo el problema, el problema de crisis de valores en los medios de comunicación social en el Perú. Realmente es un fenómeno universal. Hay que decirlo. ¿Cuáles son los valores? Los valores esenciales son la verdad, bien, belleza, solidaridad, libertad o sea democracia auténtica, soberanía nacional, derechos humanos. Esta mañana cuando inauguramos este foro, leí un texto de un pentálogo que el alemán Michel Abend propuso en un seminario de científicos y profesionales de la comunicación. Él lo llamó Ética de la Profesión. Dice así: 1.- No debes mentir. 2.- No debes callar ni exagerar. 3.- No debes aburrir. 4.- No debes ser complaciente ni sumiso. 5.- No se debes ser acomodaticio. A los cinco puntos añadí uno: no seas soplón, porque ahora hay soplonería mediática de televisión” (4)
No solo en la televisión sino en casi, no en todos, los medios masivos de comunicación. Pero así como hay buenos periodistas gracias a los cuales es posible leer análisis correctos e importantes, hay también quienes no les interesa la existencia de personas invisibilizadas para la información. Eso mismo ocurre con algunos de los analistas de ciencias sociales que por diversas razones llegan a los medios de comunicación y terminan no solo adueñándose de la opinión sino de lo que deben decir los gobernantes. Es el caso de los especialistas en sicosociales que tienen a su cargo difundir los mensajes del régimen político de turno. Por lo general sobreviven a los todos los gobiernos y para cada uno de ellos crean un lenguaje adecuado, distintas imágenes, diferentes mensajes, todo para manipular a la mal llamada “opinión pública” y hacer creer lo increíble. Aunque a veces es el propio presidente que lanza un sicosocial para que corra y distraiga a la gente y así apartarla de los problemas más graves. Uno tras otro, sicosicial termina gobernando casi siempre con una aceptación paupérrima, porque los sicosociales impactan de inmediato pero no duran.
El llamado “Padre de los sicosociales” de varios regímenes nefastos y colonizantes del Perú, publicó un libro que vale la pena leer y analizar, Segisfredo Luza escribió: El poder sicosocial (5). Quien supongan que encontrará la fórmula de crear un sisosocial, por ejemplo para hacer creer que una virgen lloraba en el Callao o que un ministro farmacéutico juró haber visto en persona a la Virgen María, se equivoca. Luza es muy hábil para que la atención se desvíe y se hable de un tema concomitante.
“A nuestro entender – dice - existe confusión entre el concepto de manipulación y el término psicosocial. El método de la manipulación se ha hecho moneda corriente y como su connotación de hecho es vituperante y constituye un abuso, pues, toda manipulación especialmente intelectual es un recurso de dominación y de uso común en los gobiernos autoritarios e impopulares, para conseguir la obediencia u obsecuencia, está pues, desacreditada, entonces se la ha reemplazado por el adjetivo psicosocial, porque tácitamente convierte al ciudadano en un títere moldeable y plástico” (6)
Pero no perdamos la idea central que anima este ensayo, preguntémonos: ¿Qué es ideología? El Diccionario de la Real Academia señala que viene: “(Del gr. ἰδέα, idea, y -logía). Doctrina filosófica centrada en el estudio del origen de las ideas. Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc., etc.” (7). Entonces, la ideología es inherente a la comunicación y es en los medios donde tiene un mayor campo de expresión y dominio. Como se sabe, los estudios acerca del poder mediático han demostrado que quienes dirigen los monopolios de diarios, radios y televisión ahora en Europa y América, no son periodistas sino los comerciantes. De modo que los diarios expresan los intereses de los monopolios y la ideología de sus dueños.
Igual sucede con las grandes editoriales transnacionales. Publican libros que de ninguna manera van a formar una conciencia crítica colectiva, una mentalidad descolonizante. No van a incidir en la memoria social, en la historia de la invasión hispana y menos todavía en la necesidad de formar a una juventud con ideales para construir una nación, un Estado, una República sin abismos sociales y con ideas que subviertan las “verdades establecidas”. Mucho tienen que ver los concursos con membrete intencional, los amañados premios consagratorios, las ferias de libros, las distinciones con nombre de escritores universales. Se trata de una maquinaria invisible que funciona adecuadamente financiada por las organizaciones transnacionales de la cultura dominante y colonial. De allí que permanentemente, cada semana un escritor como Mario Vargas Llosa, reciba premios y más premios. Es decir, dinero y más dinero hasta que su fortuna sea incalculable.
¿Cómo no va a defender al sistema depredador del planeta un escritor que recibe tantos premios? El último que le han otorgado es por haber difundido el idioma español en América. Después vendrán otros y con seguridad otros tantos más. Es decir, se le premia y entrega dinero por difundir el idioma de la cultura dominante en contra de las otras culturas, lenguas e idiomas de América, del idioma oficial de la colonia que dura hasta ahora. Pero detrás de esa acción están los intereses de las grandes editoras transnacionales, de los medios de comunicación social. Ningún premio es gratuito y Vargas llosa es conciente de eso. No es nada raro que al mes que viene se le entregue un premio y un cheque más, de modo que así resulta ser mostrado como el paradigma del escritor posmoderno, como un escritor latinoamericano ejemplar, como un modelo de escritor-ideólogo y que deben seguirlo los jóvenes.
¿Qué relación hay entre ideología y cultura? ¿Entre ideología y colonización? Ideología, cultura y civilización son conceptos muy bien manejados por la cultura colonial para perpetuar el sistema. Se trata de una historia que tiene muchos siglos, desde la invasión española hasta nuestros días. Pero hasta ahora no se ha hecho un trabajo de descolonización intelectual. Es decir, un esfuerzo para acabar con el síndrome cultural de la colonia, con la mentalidad servil, con la servís humillada y desfasada, por ejemplo en la educación peruana.
Todos los educadores peruanos están de acuerdo en que la educación tiene una ideología de carácter colonial y que la solución no es solo construir aulas, reconstruir colegios y menos reformar la Constitución Política. La cultura peruana no recibe un inadecuado tratamiento de parte del Estado-nación, no tiene ningún interés para educar a las masas de jóvenes que deambulan en las ciudades y la creación del Ministerio de Cultura, es solo una impostura política más. A ese hecho habría que agregar que los medios masivos de comunicación, sirven para fomentar la discriminación racial, la clasificación de las personas por el origen cultural, por las clases sociales y color de la piel.
Un proceso de descolonización implica necesariamente conocer la nueva y dolorosa realidad nacional. Es un trabajo urgente, es el resultado de la aplicación de instrumentos de análisis para saber qué hacer, por dónde empezar, con quiénes trabajar. En otras palabras, es preciso contar con un catastro social, político, económico y cultural para contar con un inventario que muestre al Perú tal cual es. Solo a partir de saber cómo somos se podrá teorizar para después desarrollar un trabajo plural por mucho tiempo. La acción de descolonización es sin duda una tarea histórica ardua, no hay precedentes que se haya realizado en ningún país de América Latina.
Todos los mandatarios y políticos improvisados como ocasionales, han tenido y tienen miedo a los estudios acerca de la realidad nacional en relación a la pobreza, la educación y la cultura. Prefieren realizar censos amañados para hacer creer que se ha avanzado. Las estadísticas, los censos, los informes y apreciaciones oficiales son siempre falsedades. Están hechas para el gusto del mandatario de turno y conseguir préstamos que ellos no pagarán, para que anunciar conquistas sociales que no existen, para decir que ha erradicado la pobreza en un dieciocho por ciento, que se ha crecido en un siete por ciento anual y pronto el Perú será como cualquier país del primer mundo.
Tienen miedo a la verdad social y cultural, temor a enfrentarse con los resultados de un trabajo de análisis. Saben que la realidad es otra, que es muy distinta a la que aparece en los discursos, las entrevistas y reportajes vacuos. Huyen cuando se habla acerca de un proceso de descolonización, de un trabajo con un equipo multidisciplinario que fomente la cimentación de una distinta visión de la historia y percepción de la realidad. Descolonizar es también democratizar, es la conquista de una distinta forma de vida mucho más justa, de distribuir equitativamente los bienes que generosamente nos proporciona la madre naturaleza.
Descolonizar es un doloroso proceso histórico a largo plazo, compromete a varias generaciones y tiene distintos periodos de acción y trabajo. Empieza necesariamente por una toma de conciencia de parte de la gran mayoría que nada tiene que perder. Es también cuestionar a la matriz del poder, es desautorizar a quienes hasta ahora han hablado en nombre de los pobres. Es desestructurar el poder de Estado-nación al servicio de la acumulación del capital en unas cuantas familias y contadas transnacionales. Hay que empezar por preguntarnos qué hemos sido, qué somos ahora y qué clase de sociedad queremos construir. Es decir, plantear un esquema de lo que se ha venido a llamar un proyecto nacional de descolonización a largo plazo.
Se trata de replantear el sistema educativo, de descolonizar la perversa ideología de la globalización que a diario se transmite a los niños y jóvenes. Es en suma la creación de una acción política racional para detener y erradicar la violencia que genera el Estado-nación y el sistema como única respuesta a las demandas populares. Un ejemplo es el hecho de la judicializar los movimientos reivindicativos regionales de la selva y parte andina, de reprimir a sangre y fuego y dictando leyes impropias para crear impunidad a favor de las fueras represivas. No cabe duda que detrás de esas órdenes políticas oficiales, hay un deseo de exterminio racial de peruanos de origen andino y selvático. Eso es innegable como evidente.
La regla es entonces, si reclamas ordeno que te maten. Si sales a las calles, si pides un mejor tratamiento para las riquezas naturales del Perú, ordeno que disparen y no pasa nada. Si reclaman el cumplimiento de acuerdos celebrados entre las empresas depredadoras y los trabajadores, los mato. Si las empresas cierran sus puertas, todos se van a la calle y si reclaman le meto bala. La práctica política resulta en realidad así: Tengo que matar si es preciso a más personas para hacer prevalecer los intereses de las transnacionales sobre el interés social para el cual fui elegido.
La lucha por la descolonización sin embargo, tiene avances y retrocesos, tal como se puede apreciar en este texto que es parte de una extensa entrevista a Aníbal Quijano:
- Usted dijo el año pasado que la derrota sufrida en los años setenta y ochenta fue la mayor de la historia. ¿Tanto?
- Quijano: Es necesario apuntar esa especificidad: fue la mayor derrota de 500 años. Me explico. En los últimos 500 años, conforme la historia fue corriendo, siempre pareció haber un horizonte brillante, con muchos nombres: progreso, identidad, liberalismo, nacionalismo, socialismo. Las derrotas fueron siempre coyunturales. Hubo muchas derrotas pero también de hecho hubo muchos éxitos. La lucha anticolonial fue extendida y América fue el primer escenario de esta confrontación. Creo que con la derrota última no solamente fueron derrotados los regímenes políticos, movimientos, organizaciones, discursos, sino que por primera vez todo ese horizonte se hundió. Por eso, fue tan fácil que surgiera y predominara un pensamiento único, como un sentido común para todo el mundo. Incluso para la gente más resistente o quizás más lúcida fue un periodo de un aislamiento terrible, muchos de nosotros hemos sentido más de una vez ser una minoría de uno. Casi súbitamente las cosas que la gente esperaba y creía posibles quedaron como discurso pasado y de un pasado remoto. Para mucha gente ese discurso tipo lucha de clases, revolución, empezó a ser sentido como cuando hoy día uno habla del dios Orus, sin que produzca nada más que cosa intelectual” (8).
En síntesis, ¿de qué estamos hablando? Estamos hablando de una nueva utopía (9) social del siglo XXI. Esta hermosa como cautivante palabra, designa la proyección humana de un mundo idealizado y posible como alternativo al que realmente existente, ejerciendo una inteligente como permanente crítica acerca de éste. El término fue concebido por Tomás Moro en su obra Dē Optimo Rēpūblicae Statu dēque Nova Insula Ūtopia, de modo que Utopía es el nombre de una comunidad ficticia cuya organización política, económica y cultural contrasta en numerosos aspectos con las sociedades humanas contemporáneas a Tomás Moro.
Al construir una utopía social se siembra una esperanza. No hay mayor y mejor causa para un escritor que la de contribuir a descolonizar de la mentalidad subalternizada durante muchos siglos. A desmontar la estructura y la matriz del poder para desarticular sus invisibles tentáculos ramificados en el imaginario colectivo. No hay una causa superior y ninguna otra razón de existencia que la de hablar en nombre de millones de seres humanos, quienes fueron injustamente invisibilizados y borrados del mapa y globo terráqueo. De personas que hablan distintos idiomas y fueron convertidos en receptores y fantasmas deshumanizados. Toda acción heroica tiene un precio. Entonces, habrá que apostar si es preciso con la propia vida para que algún día, sea finalmente derrotada la euritmia y la palabra colonización pertenezca al pasado.

Lima, 16 de agosto del 2010.

1.- Héctor Béjar, Alberto Adrianzén, César Hildebrant, Juan Gargurevich, Gorki Tapa, Winston Orrillo y César Lévano. Poder mediático. Fondo Editorial de la Universidad Ciencias y Humanidades. Lima, ediciones: Serie: Foros, 2009.
2.- Mentalidad colonial. Es un término que designa a una forma de pensar desde los centros de poder en detrimento de una gran mayoría. La mentalidad colonial todavía no está bien estudiada pero hay notables avances logrados en los foros especialmente entre los intelectuales del África.
3.- Héctor Béjar. Poder mediático. Fondo Editorial de la Universidad Ciencias y Humanidades. Serie: Foros. 2009. Poder mediático y manipulación ideológica. Lima, p. 11.
4. César Lévano. Poder mediático. Fondo Editorial de la Universidad Ciencias y Humanidades. Serie: Foros. 2009. La crisis de los valores en la comunicación social, ps, 111-112
5. Segisfredo Luza. El poder mediático. Universidad Alas Peruanas, 2008. Lima.
6.- Segisfredo Luza. El poder mediático. Universidad Alas Peruanas, 2008. Lima, p, 46.
7.- El Diccionario de la Lengua Española. Vigésima segunda edición. Madrid, España.
8.- Entrevista de Ivonne Trías, Semanario Brecha, Montevideo, 8 de febrero 2002.
9.- Utopía o utopia. (Del gr. οὐ, no, y τόπος, lugar: lugar que no existe). Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación. Diccionario de la Lengua Española. Vigésima segunda edición. Madrid, España.










DESTRUCTURACIÓN DE LA MENTALIDAD DEPENDIENTE

Es sorprendente como a los diez años de transcurrido en lo que va del siglo XXI, la humanidad entera, como nunca antes en su historia, está de acuerdo con un tema que compromete definitivamente a su presente y preocupante futuro. Se trata de la defensa de la naturaleza, de la preservación de climas y riquezas que tiene el planeta. Pero lo más importante, es que han surgido opiniones de ciudadanos que advierten el modo letal de explotar los recursos naturales, la ampliación de espacios destinados a la depredación y salvaje acumulación de capital.
En otras palabras, el sistema y formas de extracción compulsiva, por ejemplo de minerales e hidrocarburos que la naturaleza ha acumulado y guardado durante milenios, ha traído como consecuencia la amenaza de la destrucción de la frágil nave en la que viajamos por el espacio. De modo que la amenaza más grave consiste en que, si se sigue dañando el equilibrio de los componentes, todo se descompondrá en fragmentos y será imposible reparar los daños ocasionados.
Este hecho ha permitido que la mayoría de los habitantes de la tierra, aunque no hablen los mismos idiomas, por primera vez a nivel planetario, se entiendan. Es decir, que la humanidad ha comprendido que, o el sistema se humaniza y dialoga, entiende que no puede seguir desarrollando una política de muerte de millones de seres humano, o algo extraordinario debe ocurrir y parar la barbarie. Aunque poco se debate sobre este tema importante, resulta ineludible abordarlo porque es parte de la conciencia crítica cultural de los seres humanos que habitamos el planeta.
Estamos entonces, frente a un nuevo desafío y a un distinto tiempo histórico. Se trata de la expresión más cruda de la coloniedad, de la subalternidad y condicionamiento tanto social, político y económico, respecto de las metrópolis económicas del siglo XXI. Para no alarmar a las neocolonias y básicamente adormecer una conciencia crítica, se han usado desde un principio varios términos ahora en desuso. Por ejemplo, conquistar, civilizar, evangelizar, modernizar, desarrollar, progresar y recientemente los términos globalización y posmodernidad.
Sin embargo, el horizonte no se muestra desolador al momento de comprobar que una parte significativa de la humanidad, hace sentir su voz de alarma, protesta saliendo a las calles y avanza hacia espacios públicos en las grandes ciudades. Pero es también resulta desolador comprobar que muchos gobiernos, debido a los intereses de los grupos económicos en el poder, están en contra de las propuestas recionales y justas de los pueblos. Se ha abierto así un enorme abismo entre política y ética, entre acciones coloniales y necesidad de superar una mentalidad subalterna muy marcada. Ese hecho aumenta los conflictos ya no de orden local o regional, significa un nuevo fenómeno, toda la humanidad está en contra la depredación de las bondades que generosamente brinda la naturaleza.
No es necesario señalar las causas por las que fracasó la reunión de Copenhague. Tampoco es posible que el gran capital renuncie al derecho que cree tener para saquear, extraer, comntaminas, depredar y así destruir sistemáticamente el planeta. El sistema se basa en el despojo, en la acumulación del rédito, pero fundamentalmente en la práctica de la coloniedad. De allí entonces la necesidad de analizar las formas de dependencia, los mecanismos que se usa para maniatar y enajenar a millones de personas quienes creen que: “Las inversiones son necesarias para el desarrollo del país”. Por lo general sostienen razones falsas como: “Gracias a las inversiones es posible eliminar la pobreza”. “Cuanto más capitales se pueda captar habrá más trabajo para los pobres”. “No hay que ahuyentar a los inversionistas porque de ellos depende la salvación de los pobres”. (1)
¿Es posible que de un día al otro quienes administran el sistema se compadezcan de los pobres de la tierra? ¿Puede que haber un milagro de esa naturaleza ya que hace muchos años no se produce ni uno solo? ¿Van a decidir dejar de contaminar la atmósfera, los ríos, lagos y mares por el bien de la humanidad? ¿Van a dejar de talar miles de árboles por ejemplo en la Amazonía? ¿Van a reponer lo que antes eran tierras de cultivo comunales? ¿Van a cerrar los altos hornos para no seguir llenando de plomo los pulmones de los niños? ¿Van a curar a las personas enfermas a causa del irracional uso de mercurio? No, no, de ninguna manera.
Entonces, las preguntas son: ¿Qué va a suceder? ¿Todo va a seguir igual? ¿Hasta dónde es posible soportar el permanente asedio mortal a las diferentes formar de existencia? Aunque todavía no hay respuestas visibles, las que vengan tienen que sustentarse en una actitud política plural, desde la educación, de la política, desde la ideología. Un movimiento inédito tendrá que venir y ya se avizora como tal, desde las conciencias de personas de países políticamente colonizados, desde las neo colonias económicas. De ninguna manera desde los grupos de poder coloniales y, menos de los mandatarios que sin que se les pida expresamente, son cada día más irracionales frente a la defensa de las riquezas naturales no renovables.
Un verdadero fenómeno es la voz y racionamiento crítico de Noemi Klein, bien llamada el Símblo de la antiglobalizción, la de la Descolonización desde el núcleo del sistema, desde las entrañas de una euritmia cada vez más inhumana y cruel. Autora de libros como No logo, Vallas y ventanas, La doctrina de shock. Son textos que no se pueden comprar ni en las mejores librerías de las grandes ciudades de América. Hay una increíble autocensura para no difundir sus libros, una velada forma de querer ocultar sus trabajos de crítica, de ocultar su inteligencia para que no surjan discípulos. No obstante, sus libros circulan en fotocopias, se la nombra en trabajos de serios de investigación acerca de la nuevba realidad mundial, partcicularmente de la economía global, de la globalización. La multinacionales de los libros ha probidido la venta de sus libros. De ninguna manera las editoras transnacionales van a realizar ediciones cómodas y ponerlas al alcance de las grandes mayorías. No pueden en contra sus intereses. Para eso están los concursos amañados, los autores de literatura vacua, intrascendente absolutamente acrítica y litte.
No obstante, bien podríamos decir que a comienzos del siglo XXI, un nuevo fantasma recorre las naciones de la periferia económica y sacude al mundo entero. Es el fantasma de la descolonización de las mentalidades desde la educación, desde la literautura y de la cultura. Es el despertar de una mentalidad crítica mundial y toma de conciencia de segmentos ciudadanos más lúcidos. Este nuevo hecho planetario, este fenómeno que no estuvo previsto en la política, en la economía, en el derecho y menos en los Manuales de Inteligencia, todavía no ha sido definido ni tiene autores con libros importantes. Otros son los casos de Naomi Klein y Noam Chomski, a quienes les dedicamos otro trabajo. Es que la historia es así, no tiene leyes. De modo que nunca como ahora, el sistema se ha visto juzgado y analizado desde el punto de vista ético y moral. Es tanta la presión y voces que llegan de todas partes del mundo, que hasta la Iglesia Católica se ha visto en la necesidad de hacer un llamado para crear una conciencia defensiva a favor de la humanidad.
Y, ¿a qué se llama descolonización? Es la toma de conciencia colectiva de los grandes conglomerados humanos en defensa de sus derechos. No se trata de la concurrencia de los Estados- naciones, aunque deberían ser los primeros. Es un cambio que se ha operado en la mentalidad colectiva, es una toma de actitud en vista de los desastres que han causado los cambios climáticos. Hoy se habla del efecto invernadero, de las consecuencias mortales que produce el dióxido de carbono. Los ciudadanos informados y con conciencia global, las organizaciones dirigidas por personas sensibilizadas, convocan a foros, seminarios y exposiciones sobre los efectos letales de los desastres y cambios de clima.
Entonces, vivimos frente a una realidad inédita y crecimiento de una distinta conciencia glabal que necesita ser teorizada, desde la periferia desde la economía y desde los impactros de la política mundial. En otras palabras, nunca como en este caso, el movimiento busca a teóricos, a líderes capaces de llevar adelante una jornada histórica de descolonización. Aunque es verdad que hay analistas e historiadores que señalan a Noam Chomsky como la voz de quienes no tienen voz. Es decir que: “Es un fenómeno global, quizá la voz más importante sobre política exterior del planeta” (2). Se trata de una importante voz discrepante en momentos en que el sistema trata de mantener su hegemonía en el resto del mundo. Es una de las personas que ha aportado mucho al análisis histórico desde el eje, como él mismo dice: “La libertad para retar al poder no es solo una oportunidad, sino una responsabilidad” (3).
Una pregunta que llega por la naturaleza de su propio peso reflexivo es: ¿Qué pasa en los países de América Latina? ¿Constituyen acaso un bloque sólido para consolidar una corriente de descolonización? ¿Pueden llevar a cabo un proceso de necesaria revisión de la subalternidad? ¿Están en condiciones de hacerlo en forma de conglomerado humano o quizá por separado? ¿Pueden defender la naturaleza que tanto ha producido para el sistema? ¿En qué medida nos hemos beneficiado por ejemplo de la extracción de los hidroicarburos? Todo empezó en 1492 con la colonización que lamentablemente dura hasta ahora como un síndrome y una dura realidad. Se ha dicho, sin embargo, que no todo es desgracia y desolación. La verdad que no se puede modificar la historia, pero se deben reinterpretar los hechos y no negar que ha llegado el tiempo de iniciar un proceso de descolonización histórica.
Cuando hablamos del Perú nos preguntamos: ¿Por qué no hay una corriente de descolonización siendo tan urgente y necesaria? ¿A qué se debe la ausencia de un proceso de desubaltenización de las mentalidades, de la política, la educación, la cultura, la economía, las ciencias sociales, los medios de comunicación y sobre todo de los medios de comunicación? ¿Por qué la mayoría, no todos por supuesto, de los intelectuales, académicos, analistas y periodistas repiten los mismos conceptos coloniales? ¿Acaso no se han dado cambios de criterio debido al aporte de las ciencias sociales? ¿Es posible contar con una bibliografía de descolonización en beneficio por ejemplo de las culturas y la educación en el Perú? No obstante, hay autores que sí han tocado este tema aunque no específicamente con ese nombre. Por ejemplo, Emilio Choy, Juan José Vega, Pablo Macera, Alberto Flores Galindo, Aníbal Quijano, Edmundo Guillén Guillén, Virgilio Roel Pineda, Hernán Amat Olazábal, Alicia Andreu y Carolina Ortiz Fernández. Cada quien ha enfocado un tema desde distintos campos del conocimiento.
Pero, ¿qué es colonizar? El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española dice que es: Formar o establecer colonia en un país. Y, ¿qué es descolonizar? Es: Poner fin a una situación colonial que se expresa como un símdrome. Ahora, esperamos se empiece a teorizar acerca del desarrollo de la descolonización histórica, a explicar, a decodificar y superar el estado de coloniedad en la estamos lamentablemente atrapados. No se trata de copiar modelos o repetir conceptos y menos aún de tomar al pie de la letra las experiencias de otros países. Toda forma de renuncia a la imaginación y a la inteligencia, traerá consecuencias graves si no somos capaces de crear nuestra propia dinámica e historia.
En síntesis, el desafío de hoy es descolonizar todo el conociendo que hasta ahora se nos ha impuesto a la fuerza y a la mala en muchos siglos. Descolonizar los conceptos, el sistema educativo, sobre todo el lenguaje, la palabra. René Depreste (4) ha señalado que lo más difícil será descolonizar la palabra. Sin embargo, es necesario evitar caer en fundamentalismos que solo conducen a enfrentamientos estériles. De allí que sea significativo reconocer los aportes hechos por Hannah Arent (La condición humana), Michel Foucault (El orden del discurso), Eduardo Galeano (Las venas abiertas de América Latina), Darcy Ribeiro (Las Américas y la civilización), Catherine Walsh (Interdisciplinar las ciencias sociales), Edward Said (Cultura e imperialismo), Jacques Derrida (Los estilos de Nietzsche), Dipesh Chakrabarty (Poscolonialismo y el artificio de la historia. ¿Quién habla de los indios?), para no citar a más autores y tampoco caer en la trampa del culturalismo colonizante (5).
De lo que estamos hablando entonces, es de un pensamiento liberador capaz de devolvernos la memoria histórica, hacer un viaje a nuestras raíces, volver a beber la sabia de las vertientes, de entender y revertir el dolor humano, para que todos puedan tener acceso a una vida sin miedo a la dominación. Como dice Carolina Ortiz Fernández: “Un pensamiento liberador, un pensamiento de la diferencia, no se nutrirá de los absolutos teológicos, sino que tanto el paraíso y el infierno, el mundo de arriba y el mundo de abajo, ambos descenderán de ese pensamiento que desplegará la libertad de pensar, introduciendo en todo diálogo variopintas y miradas estratégicas, para esto es imprescindible deponer todo fundamentalismo”. Luego agrega: “Un pensamiento liberador implica su descolonización, es saber escuchar a todas las nacionalidades, géneros, grupos y clases sociales dominados y subalternizados, lingüística, política, económica y culturalmente; es una conjura sostenida contra el poder omnipresente, descentrándolo, subvirtiéndolo; desligándolo de las relaciones patriarcales y de todo relación de dominación” (6).
No se podría hablar de una propuesta de descolonización, si es que no se tiene en cuenta el contexto mundial, latinoamericano y peruano. No somos una isla en el contexto de la coloniedad mundial. Pero lo que suceda en beneficio económico del sistema, no nos beneficiará a nosotros. La crisis finaciera que sufre Europa y el sistema, al final será transferida a los gobiernos suministradores de riquezas y capitales. Pero serán los pueblos pobres de la periferie que paguen y sufran a largo plazo las consecencias. Demás está decir que nunca alcanzaremos a ser “un país del primer mundo”, eso de que se tome como modelo a un país europeo no pasa de ser una broma grotesca de mal gusto. Haríamos mal en no referirnos a la folkorosa idea de impulsar el federalismo en Puno. Aunque se trata de una propuesta ahistórica, de un proyecto político inviable. De acuerdo a la paupérrima bibliografía que se consigna, se nombra a José Carlos Mariátegui como una fuente referencial importante.
En efecto, José Carlos Mariátegui propuso que así como se había fundado la C.G.T.P., y tenía un vocero para expresarse a través de Labor y Amauta, igualmente había que organizar una confederación de comunidades campesinas y fundar un periódico, para que se conozcan y debatan sus problemas. Pensaba que así se llegaría a fundar una unidad plural con capacidad de transformar el Perú, esa era la idea esencial. Después de su muerte física, Eudocio Ravines concibió la desastroza idea de federar a las comunidades campesinas, como si fuera un nuevo postulado político.
Eudocio Ravines venía con ideas concebidas en Europa y sin ninguna relación con la realidad del Perú. Su propuesta de federalismo fue inmediatamente rechazada por Luis E. Valcárcel. Señaló que las comunidades campesinas no podían establecer ese sistema político federal porque estaban organizadas de acuerdo a su cosmovisión e ideosincasia, al Derecho Andino y que mal que bien estaban reconocidas por el Estado-nación.
Hay que leer las Memorias de Valcárcel (7) para conocer mejor el grado de inviabilidad de las ideas de Ravines. Para que ahora el Perú se convierta en un Estado Federado, o mejor dicho para que prenda el federalismo, tiene que haber gobiernos autónomos que deseen unirse para llevar a cabo un solo proyecto. Eso es lo que ha sucedido en España y basta con ese ejemplo. Sin embargo, nadie podía imaginar, ni el novelista más fecundo que en pleno siglo XXI, cuando todas las naciones hablan de descolonizar, en Puno se hable de federalismo. Es en consecuencia, no solo un anacronismo, una idea que pertenece al campo del folklor político, es la exprción de la subarternidad intelectual y coloniedad más cruda.
¿Por qué en Puno han resucitado las ideas federalistas de Eudocio Ravines? ¿Qué mecanismos políticos se han dado para actualizar una tesis que ni quien la propone la entiende? ¿Quién le ha hecho creer a una persona con tremenda orfandad política que Ravines (8) fue un mercader honesto? ¿Es acaso necesario escribir textos llenos de incoherencias y lugares comunes para justificar una remuneración mensual?
Veamos lo que sostiene el folleto denominado: Federalismo. Que la historia nos juzgue. Puno: Región Federal Quechua y Aymara. “Se trata – dice - de una propuesta política para cambiar el actual viejo sistema republicano unitario y presidencialista que tenemos hasta ahora (187 años de vida republicana), que no pudo resolver los problemas fundamentales de la sociedad peruana, problemas económicos, sociales, altos índices de pobreza, analfabetismo, exclusión y abandono de parte del centralismo capitalino” (9).
Es decir, mantener la subarternidad, la dependencia del país sin tener en cuenta la realidad nacional, latinoamericana y proceso mundial de crisis financiera y a la vez de descolonización. En otras palabras, federar para mantener el sistema, para eternizar la dependencia económica, política, mental y cultural. Frente a la más desastrosa ignorancia política, la tesis de Eudocio Ravines aparece intacta, las ideas prevalecen aunque el lenguaje haya variado.
Esta parte si que es el climax de lo risible: “La propuesta busca establecer un nuevo sistema de organización política para el Estado Peruano (federalizar el país), rompiendo los actuales esquemas para marchar a una Asamblea Constituyente y, dotarnos de una nueva Constitución del Estado que nos permita dar un cambio verdadero, para sacar adelante a nuestro país y establecer una patria justa, independiente y soberana” (10).
Este hecho no pasará a la historia como pretenden los ocultos ideólogos, los mentores políticos de una forma de sostenerse en la burocracia hasta alcanzar a satisfacer sus necesidades biológicas. “Que la historia nos juzgue” (11) es realmente imposible. Se juzga a los revolucionarios, a quienes aportan ideas que transforman la sociedad, a hombres y mujeres que se inmolan en el movimiento popular para defender ideas de justicia, libertad, democracia y ahora acciones de descolonialidad.
Pero vamos a darles gusto. Los juzgamos y condenamos para ser arrojados a la fosa de la ignominia porque: 1.- La idea central es mantener incólume el sistema de coloniedad. 2.- Por defender la presencia de un liderazgo mediocre y tardío. 3.- Por prescindir de toda participación de la sociedad civil. 4.- Usar las palabras tanto quechua y aymara para manipular a los comunidades campesinas. 5.- Autoerigirse como conductor de un movimiento social inexistente. 6.- Mantener y perpetuar el sistema de explotación inhumana. 7.- Tomar distancia de los manifiestos políticos de las naciones aymara y quechua. 8.- Usar un lenguaje socio-político en desuso. 9.- Utilizar los medios de la burocracia estatal para ganar espacios en los medios. 10.- Usar como disfraz la indumentaria de campesinos y trabajadores del campo. 11.-No haber consultado a los pueblos y comunidades campesinas una propuesta descabellada como ahistórica.
En cuanto a la bibliografía, no se puede decir que haya sido debidamente utilizada porque no hay ninguna referencia textual a lo largo del discurso y cita puntal de textos de libros leídos, asimilados, discutidos, analizados y fichados. Aparece un listado desorganizado que no se ajusta a los cánones usados por la Organización Internacional de Normalización ISO 690, una federación mundial de organismos nacionales de normalización para fines de investigación académica.
En síntesis, cuando se cita un texto debe tener ir acompañado de la fuente original. Al mencionarse a los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana de José Carlos Mariátegui, en relación a este tema, el Amauta escribió: “4.- Uno de los vicios de nuestra organización política es, ciertamente su centralismo. Pero la solución no reside en un federalismo de raíz e inspiración feudales. Nuestra organización política y económica necesita ser íntegramente revisada y transformada”. (12) No es como se pretende hacer aparecer al Amauta como si hubiera alentado la idea del federalismo.
En síntesis, el desafío de esta hora es realizar una nueva lectura de la realidad social, política y económica, así como respecto al impacto negativo de los medios de comunicación, la globalización y la sistemática destrucción de bosques y nevados. Analizar las consecuencias de la contaminación de los ríos y lagos. Desarrollar un proceso de descolonización del modo de pensar para construir una visión histórica, crítica y liberadora. Implementar un sistema educativo capaz de desubordinar la historia desde el equivocado concepto de la “derrota para siempre” del pueblo peruano en Cajamarca. Teorizar respecto a un sistema educativo capaz de descolonizar la idea de la superioridad de la cultura europea y, norteamericana dominantes. Analizar para superar la imposición sistemática de la hegemonía del eurocentrismo, pero tampoco alentar un proyecto andinocentrista desde el eje a la periferia.
Estos conceptos comprometen necesariamente a la formulación de un distinto sistema educativo peruano. Pero mientras no cambie la Constitución Política, es verdad que nada se podrá lograr, se trata de una carta magna hecha a la medida de la coloniedad. Eso no quiere decir que no se pueda plantear un esquema educativo descolonizador desde la primaria, la secundaria y la universidad. Ese es el compromiso que deben asumir los maestros, ese es el deber de los intelectuales y escritores del siglo XXI. Esa es la labor de los medios de comunicación, del ejercicio de la cultura y derecho a pensar en término propios.
Entonces, no se puede eludir una responsabilidad que hemos heredado y menos un desafío que nos impone la historia.


1.- Inversiones. Con el pretexto de las inversiones, se crea una coloniedad y dependencia absoluta. Terminadas las privatizaciones impuestas, la modernidad inexistente y el mito del desarrollo, el lenguaje se renueva para hacer creer a la mayoría de la ciudadanía que la única solución para salir de la pobreza son las inversiones extranjeras. Nada más falso y forma de convertir a las Repúblicas en neocolonias administradas desde las oficinas de las transnacionales.
2.- Noam Chomski. Lo que decimos se hace. Sobre el poder de los Estados Unidos en un mundo en cambio. Conversaciones con David Barsamian. Texto tomado de la contratapa. Editorial Península. Barcelona, España, 2008.
3. - Noam Chomski. Intervenciones. Texto tomado de la contratapa. Editorial Siglo XXI. México, 2007.
4.- René Depestre. (Jacmel, Haití, 29 de agosto de 1926), poeta, ensayista y novelista haitiano. Fue encarcelado durante el régimen dictaorial de François Duvalier. Estudió en Francia, pero tras ser expulsado del país, viajó a Praga. Posteriormente se exilió en La Habana, Cuba, donde enseñó durante 20 años, y participó de la vida política del país. Ha publicado: El poder de la palabra y Biografía en Île en île (en francés)
5.- Bibliografía de la descolonización. Se consigna algunos autores que de alguna manera han incidido en este tema, aunque no hayan publicado un libro que trate específicamente sobre este concepto.
6.- Carolina Ortiz Fernández. Procesos de descolonización del imaginario y del conocimiento de América Latina. Poética de la violencia y de la crisis. Lima, Fondo Editorial de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNMSM. 2004, p. 185.
7.- Luis E. Valcárcel. Memorias. Instituto de Estudios Peruanos. IEP. 1981.
8.- Eudocio Ravines. (Cajamarca, 1897-México, 1984), político profesional: Ubicado en los aparatos burocráticos, desde una primera experiencia de organización sindical con los empleados limeños en el gobierno de Leguía. Se acercó a Haya de la Torre y luego pasó al círculo de José Carlos Mariátegui. Viajó a Europa en 1927 y trabó relación con Henri Barbusse (1873-1935), intelectual pacifista francés, que lo puso en contacto con la Internacional Comunista (Comintern). Pasó a servir a la derecha peruana. Murió en circunstancias dudosas.
9.- Folleto: Hernán Fuentes Guzmán. Federalismo. Que la historia nos juzgue. Puno: Región Federal Quechua y Aymara. Edición apócrifa (posiblemente del autor). Sin pie de imprenta, sin Derechos de Autor ni consignación del tiraje que la legislación inherente señala. p. 1 al 3.
10.- Ibídem.
11.- Ibídem.
12.- José Carlos Mariátegui. 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana. Capítulo: Regionalismo y centralismo. 48va edición, p.195. Editorial Minerva, Lima, 1987.