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martes, 2 de junio de 2015

LO REAL COSMOGÓNICO EN LA PROSA DE BORIS ESPEZÚA




    


    Estamos de acuerdo con Mario Bunge, cuando afirma categóricamente que la filosofía occidental ha entrado a su última fase de agonía y, lo que ahora viene es la revaloración como vigencia de la cosmovisión. Pero esta palabra proviene del vocablo alemán weltanschauung, que es un préstamo y significa una imagen de la vida, realidad o del mundo que se ve. Es decir, una visión de la realidad pero no referente a la cosmopercepción del universo, de una parte de la humanidad, las culturas, los hechos cotidianos, la vida y la muerte. Lo que proponemos es hablar con propiedad y usar más bien la palabra cosmopercepción, debido a la naturaleza y necesidad para expresarnos con evidente amplitud, así como impulsar la práctica de una sistemática decolonización cultural y renovación del lenguaje.
   Entonces, el libro “Máscaras del aire. Candelaria fe y fuego”, 1 cuyo autor es el celebrado poeta Boris Espezúa Salmón, es posible analizarlo desde la cosmopercepción, 2 la crítica literaria y ciencias sociales. Sin embargo, cada lector siempre forma su propia opinión de la lectura que hace, más allá del prólogo y comentarios que se acompañan para “orientar” al quien lee el texto. Esta clase de libros frondosos, trabajados con depurado lenguaje poético, que se alimentan de cosmopercepción, su lectura resulta un nuevo desafío para la crítica literaria.    
    “Máscaras del aire. Candelaria fe y fuego”, está dividido por razones didácticas y desarrollo de la Festividad de la Virgen de la Candelaria de Puno, en capítulos que vienen a ser: 1.- Entorno. 2.- La festividad. 3.- Danzas autóctonas. 4.- Danzas de luces. En medio de una algarabía multitudinaria, música cósmica y sideral, el poeta hace que aparezcan todas las danzas y rituales dedicados a la cosmopercepción andina, para mantener la fe en la madre tierra. Diablos, morenos, sikuis, waka wakas, qusillus, chinas diablas, alferados, músicos, etc., etc., y miles de bailarines danzan hasta el kacharpari, para renovar la fe en la vida y abolir la muerte, aunque Puno sea uno de los departamentos con mayor índice de pobreza y desnutrición infantil. ¿Es cierto que, “mientras Puno y Juliaca danzan, la corrupción y la miseria avanzan?”      
    Al mismo tiempo el libro es una muestra de que la cultura aymara es una sola, dispersa en Chile, Bolivia, Argentina y el Perú. Pero que a la vez e históricamente ha recibido la concurrencia de las culturas quechua y española. Así, la Fiesta de la Virgen de la Candelaria de Puno, ahora no es exclusivamente peruana, sino que pertenece por su esencia y evolución a un corpus disperso, al mismo tiempo a una unidad cultural fragmentada. Sin embargo, ese hecho no ha sucedido con la memoria social y la pluriculturalidad ha ganado terreno, más allá de las equivocadas clasificaciones de las danzas puneñas en autóctonas y de luces, puneñas y bolivianas.
   El hecho de que existan danzas que se ejecuten tanto en Bolivia como en el Perú, concretamente en La Paz, Oruro y Puno, no significa una influencia, una deuda cultural y menos una invasión boliviana. En las culturas fronterizas como la peruana y boliviana que comparten el mismo pasado histórico, no hay líneas divisorias reales y menos imaginarias. Además ninguna cultura es “pura”, todas están inmersas en  procesos de cambio y permanencia. Este concepto dialéctico nos permite además, señalar que ninguna es ajena al proceso de mundialización e innegable influencia del sistema de dominación económico y político, menos de los parámetros de lo que se ha venido a llamar posmodernidad.
  Sin embargo, asistimos ahora a un proceso de revisión de conceptos en el tiempo histórico que nos ha tocado vivir, de modo que repetir todo cuanto se ha dicho no tiene sentido. Así por ejemplo cuando se habló la teoría de lo real maravilloso, José Antonio Bravo, escritor y crítico literario dijo: “Cuando hablamos de la realidad objetiva estamos haciendo evidente una oposición con la realidad maravillosa. Eso quiere decir que existe una realidad comprobable por sí misma y que se hace patente a través del sentido lógico, de la percepción normal de los acontecimientos de la vida diaria, esta es la realidad objetiva, que es necesario estudiar a la luz del universo en el que se encuentra el hombre latinoamericano con sus posibilidades y hallazgos y frustraciones, para  luego ver cómo esta realidad hiere, estimula o vence al autor (el novelista), solo así entenderemos el por qué de las historias que nos cuentan nuestros narradores en sus obras. En necesario, entonces, recorrer, aunque sea fugazmente, este panorama latinoamericano”. 3  
     En efecto, a todo hecho asombroso y mágico o cuando lo extraordinario era y es cotidiano, se recurría a esta palabra que adquirió incluso la categoría de expresión académica. Para ampliar y explicar ese concepto, José Antonio Bravo, recurrió a las palabras de Alejo Carpentier, quien al referirse al su novela el Reino de este mundo,  escribió:   “Lo maravilloso comienza a serlo de manera inequívoca cuando surge de una inesperada  alteración de la realidad (el milagro), en una revelación privilegiada de la realidad, de una iluminación inhabitual o singularmente favorecedora de las inadvertidas riquezas de la realidad, de la ampliación de las escalas y categorías de la realidad, percibidas con particular intensidad en virtud de una exaltación el espíritu que lo conduce a un ‘estado límite’. Para empezar, la sensación de lo maravillo presupone una fe”. Luego, el mismo Carpentier ubicará  a un espacio geográfico Latinoamericano de aquello que le imprimió su principal experiencia, motivo central de su novela el Reino de este mundo”.  4 
     “Esto (la fe) se me hizo particularmente – escribió Carpentier-  evidente durante mi permanencia en Haití, al hallarme en contacto cotidiano con algo que podemos llamar lo real maravilloso. Pisaba yo una tierra donde millares de hombres ansiosos de libertad creyeron en los poderes licantrópicos de Mackandal, a punto que a esa fe colectiva produjera un milagro el día de su ejecución”. 5  
    Sostenemos que Boris Espezúa no ha recurrido a los conceptos de lo real maravilloso sino a la proyección y riqueza de la cosmopercepción andina. Todas las páginas de libro tienen la misma riqueza y categoría literaria, leamos este texto para comprobar nuestra propuesta desde un distinto concepto.    
      “Casi por nada, casi por todo.
      Con sangre de la tierra y hojas sueltas de coca se inicia la ceremonia a los sembríos prósperos y el adiós a la fiesta en todo tu talle.
Viene un mate de muña para curar el mal del aire y el mal de ojo para quienes precipitaron su pasión.
En una bayeta negra se remoja agua helada para cubrir y curar la cabeza y el danzante pueda cumplir con toda su devoción sacra con la virgen.
Se atiza vanaglorias en el fuego a medio arder, para el desgoce áureo que tuvo el cuerpo dentro de un terno natural que otra vez lo guardará para volver a danzar.
Desde el vientre del pasado de nuestros abuelos, tocamos la pulpa de los muertos, para ver con sus ojos y danzar con sus últimos pies.
Los músicos encienden las trompetas todavía y los sikus abren una vez más las puertas de la tierra para que engendre las lluvias y el agua fluir sus frutos.
A nosotros no nos queda sino, sacarnos las espinas que hincan nuestra sombra para liberarnos al sol”  6
     “Máscaras del aire. Candelaria fe y fuego”, está escrito con una elegante como penetrante prosa poética, traduce la madurez del lenguaje del poeta como inteligente observación de la fiesta de la Virgen de la Candelaria , aunque a veces la poesía se desborda pero el poeta controla el ícaro verbal. Hay sin duda una investigación documentada previa, como también aparece el registro social desde la experiencia personal como partícipe de la Fiesta de la Candelaria. De modo que no se trata solo de un texto bien escrito, sino que además permite saber hasta dónde el poeta puede recurrir a la cosmopercepción para expresar lo que muchas personas intentaron hacer antes. Hay pasajes magistralmente escritos como por ejemplo:
    “El siku está compuesto por ojos de Peces, aguaceros y memorias atizadas de gozo ancestral y urdida en la piel con atuendos de truenos sostenidos.
También está compuesto de tubos sonoros en forma de quenillas o flautas que son bendecidas por manos arcanas.
Se toca en tropa de sikuris para hacer bailar a los muertos, para que puedan cuidar las chacras en profunda paz.
El siku es femenino y masculino y se toca en el tiempo seco, para soplar a las nubes y despejar el cielo para las heladas.
Se toca y se ritualiza a la naturaleza, se busca el equilibrio entre emoción y temporalidad. Se hace un diálogo musical de altura y de abismo.
El siku nace desde la época pre-cerámica de la arcilla, cocida en el altiplano, con caña y hueso. Se tiempla a las orillas del lago junto a las doradas sirenas”   7
    Ahora, es de esperar que durante la gestión del Dr. Juan Luque Mamani, presidente del Gobierno Regional de Puno, publique y apoye a los escritores puneños, como lo hizo en su tiempo José Luis Lescano Rivero, entonces presidente de la Corporación de Fomento y Promoción Social y Económica de Puno. En 1987 dispuso la edición del II Festival del Libro Puneño que incluyó la segunda edición de “El pez de oro” de Gamaliel Churata. Libro ahora convertido en una joya literaria y Gamaliel Churata (Arturo Peralta Miranda), en uno de los escritores latinoamericanos más importantes del siglo XX, junto con Alejo Carpentier, Juan Rulfo, Gabriel García Márquez, José María Arguedas, César Vallejo, Octavio Paz, Rómulo Gallegos, Carlos Fuentes, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa.          
1.- Boris Espezúa Salmón. Máscaras en el aire. Candelaria de fe y fuego. Gobierno Regional Puno. Gráfica Altiplano. 2014.     
2.- José Luis Ayala. Diccionario de la cosmopercepción andina. Arteidea Editores, Lima, 2011.
3.- José Antonio Bravo. Lo real maravilloso. Editoriales Unidas. Pág 11. Lima, 1978. 
4.- Ibíd. Pág. 27.
5.- Ibíd. Pág  27.
6.- Boris Espezúa Salmón. Máscaras en el aire. Candelaria de fe y fuego. Gobierno Regional Puno. Gráfica Altiplano. Pág. 87. 2014. 
7.- Ibíd. Pág. 139. 2014.

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