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miércoles, 7 de diciembre de 2016

MARCOS ANA Y CÉSAR VALLEJO



Conocí a Marcos Ana en marzo de 1970 en París, trabajaba en una oficina ubicada casi al lado del escritor cubano Juan Marinello, en el edificio de la UNESCO. Era responsable del Centro de Información y Solidaridad con España (CISE), siendo presidente honorario Pablo Picasso. Marcos Ana me recibió con extraordinaria cortesía debido a que llevé una esquela de Desirée Lieven. Su oficina era sencilla, había un escritorio, un anaquel pequeño con algunos libros, una mesita y varias sillas. En la pared del fondo se podía apreciar su envejecido uniforme de preso político, una chaqueta y un pantalón color caqui a rayas, una foto del frontis de su última prisión y un cuadro con la Paloma de la Paz de Pablo Picasso.

Me invitó a almorzar y esperé afuera de su oficina durante media hora, mientras atendía a varios jóvenes españoles que lo entrevistaban. De pronto llegó una mujer guapa de más a menos treinta años y preguntó quiénes hablaban con el poeta. Le respondí que no sabía nada y esperaba se desocupara para ir a almorzar. “Soy Paloma – dijo – mujer de Marcos Ana. Usted parece boliviano si no me equivoco”. Respondí que era peruano y había traído un mensaje de Desirée para el poeta. “Desirée es una institución” – comentó.

Una vez en el restaurante, lo primero que hizo Marcos Ana fue contar cómo había conocido a Desirée. “Yo fui a buscarla a la rue de Beaux Arts, quería conocer a una mujer extraordinaria que tanto defendió a los presos políticos del franquismo. Hasta ahora guardo una copia del manifiesto donde sé que ella hizo poner primero mi nombre. Hablamos de todo, recordamos amigos comunes y a quienes no conocía. Alguna vez un escritor debería escribir su biografía”.

Pese a los años de carcelería, Marcos Ana se mostró lleno de vida y esperanza. No había en sus palabras nada de melancolía ni tristeza. Se mostró vital, con un especial equilibrio emocional. “¿Conoces el lugar donde nació Vallejo” – preguntó. Respondí que no, pero tenía una idea de lo es Santiago de Chuco. Entonces dijo: “Mi encuentro con Vallejo fue terrible, su poesía me sacudió hondamente. Dejé de escribir varios días porque es un poeta que puede ejercer una influencia marcada. Pero lo leí dos veces para que no me dejara nada de su lenguaje penetrante. Debió haber sufrido mucho. Tengo las ediciones que me hizo llegar Alejo Carpentier”.

“Carpentier fue amigo de Vallejo” – dije. “Por su poesía todos creen que Vallejo era un hombre triste, ensimismado y melancólico – respondió. Pero eso no es verdad, Vallejo era alegre, hablador, contaba anécdotas pero no bebía, su pobreza no le permitía alimentarse bien, todos saben que Vallejo murió de hambre. Debieron haberlo protegido y no encarcelarlo. ¿Cuánto tiempo estuvo encarcelado Vallejo? No sé, no sé. Pero basta que lo hayan encerrado en una cárcel injustamente”.

- Usted estuvo preso muchísimos años.

Toda la vida compañero, pero eso ahora no importa. Déjeme decirle que no leí “Trilce” sino después de varios meses de ser liberado. Fue una experiencia terrible, me quedé mudo, Vallejo tuvo maestros a quienes debía superar, yo no tuve referencias, no leía poesía, pero todo fue como una avalancha que no podía contener. Desirée conoció a Vallejo y en una visita que le hice, contó que era comunicativo, una persona alegre, contaba anécdotas y le gustaba cantar. Se ha construido una leyenda oscura para afirmar que Vallejo era una persona triste y eso no es verdad”.

La campaña internacional para la liberación de Marcos Ana finalmente dio un resultado positivo debido al liderazgo de Rafael Alberti y Pablo Neruda. El 17 de noviembre de 1961, el gobierno franquista dispuso que los presos políticos con más de veinte años ininterrumpidos de prisión, podían ser excarcelados. Pero el fascista Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo publicó el folleto “Marcos Ana, asesino”. Lo acusó de haber matado a personas que el poeta no conoció. En realidad fue una respuesta desesperada para justificar una injusta carcelería.

Establecido Marcos Ana en París, se dedicó a la defensa de presos políticos frente a cualquier gobierno que los encarcelara. El comité del CISE estaba compuesto además por Jean Paul Sartre, Jean Cassoou, Yves Montand, Michel Piccoli, Simone de Beauvoir, etc., etc. Fue nombrado miembro del Partido Comunista Español, luchó hasta el final para evitar el fusilamiento desde Radio París, de Julián Grimau, ejecutado el 20 de abril de 1963. Con voz entre cortada se dirigió a Francisco Franco para pedirle clemencia, pero el dictador no escuchó y cinco balas destrozaron el corazón de Grimau.

Después de la muerte del dictador Francisco Franco, el poeta regresó a Madrid en 1976 y el Partido Comunista lo lanzó como candidato al Congreso de Diputados por la provincia de Burgos en el proceso electoral de 1977. Pero no obtuvo los votos necesarios por lo que se dedicó a realizar actividades políticas y edición de sus libros. Aunque todavía no se ha publicado su obra poética completa, sin embargo en el 2007 se editaron sus memorias con el título “Decidme cómo es un árbol. Memorias de la prisión y de la vida”, con un excelente prólogo de José Saramago. (Nunca olvidaré al día que le obsequié un ejemplar a César Lévano, se emocionó tanto que se quedó sorprendido, abrazó el libro y dijo: “Hay que haber estado preso para admirar a este enorme poeta”). 



Durante muchos años, algunos poetas cuando éramos jóvenes repetíamos “Decidme cómo es un árbol, / contadme el canto de un río / cuando se cubre de pájaros, / habladme del mar, / habladme del olor ancho del campo / de las estrellas, del aire / recítame un horizonte sin cerradura / y sin llave como la choza de un pobre / decidme como es el beso de una mujer / dadme el nombre del amor / no lo recuerdo”. Marcos Ana nació en 1920 y murió el 24 de noviembre del 2016. (Su nombre civil fue Fernando Maccaro Castillo). Fue encarcelado a los 19 años y en 1939 liberado después de veintitrés años. Es el ejemplo de la fe en la palabra alada y la vida entregada a un ideal. Francisco Franco ha muerto y Marcos Ana vivirá eternamente.

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