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sábado, 16 de abril de 2016

TESTIMONIO DE ESTRELLA PERALTA






  Un correo de hoy Amarat Peralta Gallardo, me hace conocer el fallecimiento de su hermana Estrella Peralta, ambos hijos de Gamaliel Churata. La noticia es terrible como desgarradora, se trata de una persona que conocía muchísimo acerca de la vida de Gamaliel. Precisamente entre el 17 y 19 de abril del año pasado, me concedió una extensa entrevista que deben abarcar 60 páginas.  El texto será publicado en el próximo libro dedicado a Churata. Hay revelaciones extraordinarias, abarca toda la biografía de Gamaliel, carcelerías, amigos, trabajos ocasionales, siempre perseguido por un signo de fatalidad constante.   
     Transcribo en su memoria solo el comienzo de una conversación que duró muchas horas.
-Antes de empezar quisiera decir que esta entrevista se realiza debido a tu generosidad porque vienes desde los Estados Unidos donde radicas. Es necesario hablar sobre varios temas y esclarecer, pero sobre todo para alimentar en base a tu testimonio, la biografía completa de Gamaliel Churata. Permíteme empezar preguntando:
- ¿Cuáles son los recuerdos de niña que tienes de tu padre?
- Recuerdo que vivíamos en la Paz (Bolivia) en la calle Genaro Sanjinés en dos habitaciones juntamente con mi hermano Teófono, era dos años mayor que yo. Mi papá me levantó en sus brazos, me acercó a la ventana con una reja y me hizo ver el paisaje, ese es el primer recuerdo nítido, seguramente que algo me habría dicho. Tengo el recuerdo de mi mamá, estamos sentados al borde de una mesita y nos servía mote con queso, salía a la calle para hacer compras o para ir a ver a mi papá. Teófano como yo éramos muy niños y no sabíamos lo que ocurría.
    De repente mi mamá desapareció. Pero no quisiera olvidarme que nos llevaba a varios sitios, iba a un hospital seguramente a visitar a alguien y nos dejaba afuera, decía que no deberíamos movernos. De rato en rato salía para ver si permanecíamos allá, sentados en un banco. También en las mañanas nos llevaba a una piscina para nadar, tomábamos el tranvía y mi papá nos esperaba en la puerta de su trabajo. Mi papá sabía nadar muy bien pero mi mamá no.
    Recuerdo que mi papá tenía un amigo muy querido que se llamaba Elizardo Pérez, ¿ya? La mamá de Elizardo fue mi madrina de bautizo y mi mamá la quería, le decía a mi mamá: “Aída, tienes un gran parecido a mi hija que murió muy joven y se llamaba Celeste”. Cuando mi mamá cocinaba exactamente para cuatro, para mi papá, para ella, Teófano y yo, de repente mi papá llegó con Elizardo Pérez y se sentaron a la mesa. Pérez se dio cuenta que mi mamá hizo un esfuerzo para hacer alcanzar a todos. Le dijo a mi mamá: “No te preocupes, lo que alcance no más”. Pero a los dos días llegó una carga de papas a la casa como regalo de Elizardo. La familia Pérez tenía fincas muy productivas en Huarisata y Elizardo vivía con grandes comodidades. Me acuerdo muy bien que íbamos a visitarlo a una casa amplia cerca de una plaza que se llamaba San Pedro. Tenía un salón amplio con espejos, retratos, vitrolas, un jardín lleno de palmeras y allí nosotros jugábamos mientras mi papá conversaba toda la tarde.
    Entonces sucedió que mi mamá, como dije, desapareció. Recuerdo que estábamos en la casa de un fotógrafo amigo de mi padre, tenía un hijo llamado Noé que era de mi edad, dormíamos en un cuatro Noé, Teófano y yo. Pero mi mamá ya no estaba, la extrañaba, preguntaba por ella hasta que mi papá al vernos tristes y desolados, decidió llevarnos a la clínica. Entramos y vi a mi mamá que parecía estar dormida. Luego ya no volvió a  la casa, desapareció. Yo era una niña y preguntaba por ella. Mi padre estaba muy afectado pero no nos explicó lo que realmente había sucedido, seguramente para no causarnos traumas.
    Mi mamá como comprenderás había muerto, por lo que mi papá nos atendía y también tenía que trabajar. Teófano y yo nos quedábamos solos en la casa hasta que regrese en la tarde, pero teníamos alimentos que seguramente hacía comprar mi papá y una persona nos atendía. Pasó el tiempo y una tarde fuimos a Obrajes, así conocí a una mujer joven.
-¿Quién era? ¿A quién te refieres?
Estrella.- A Carmela, a Carmela Gallardo.                             
-Para situarnos mejor en el tiempo, es preciso que digas cuándo naciste.
-Nací el 12 de diciembre de 1935 en La Paz.
- ¿En qué año murió tu mamá?
-Murió en 1939, el mismo día y el mismo año que murió (suicidó) Wayna Cápac Chuquihuanca. Mira, ese es un hecho que me acuerdo perfectamente. Mi papá nos llevaba donde se trabajaba los diarios y a la salida Wayna, mi papá y nosotros íbamos a un bar a tomar té, para nosotros eran los pasteles. La novia de Wayna Cápac era muy bonita y a él se le veía lleno de vida, contento de trabajar con mi padre. Lo demás es una historia que seguramente conoces. Pero yo lo he conocido a Wayna, era muy joven y estaba enamorado.
Después que mi mamá murió vivimos como tres años en Obrajes. Luego nos mudamos a un lugar que se llama Olímpica, cerca a la plaza de toros.
-Gamaliel recibió dos golpes del destino el mismo día. La muerte de tu mamá y de Wayna. ¿Qué dijo de lo sucedido con Wayna Chuquihuanca?    
-¡Qué me iba a explicar si yo era una niña! No comprendía la ausencia de mi mamá y menos podía entender lo que sucedió con Wayna. Después llegué a saber muchos hechos. Pero ahora recuerdo que vivíamos en San Pedro y mi papá nos llevaba al cementerio todos los domingos para dejar flores a mi mamá. Mi papá decía: “Todo hubiera sido diferente si Aída no hubiera muerto”.
En la entrada del cementerio había una mujer pobre que rezaba en aymara. Mi papá le hablaba y hacía rezar a mi mamá. Enseguida, íbamos a la tumba de Wayna que estaba cerca a la de mi mamá y la mujercita también rezaba. Los domingos visitábamos entonces a mi mamá y a Wayna, mi papá se sentía terriblemente triste, nos hablaba de mi mamá y pedía que nos portáramos bien para que esté contenta.
-¿Cómo era Churata en la casa?
-Le gustaba cantar, inventaba comidas. Había un muchacho joven que iba a la casa y cocinaba para todos, mi papá lo quería y alentaba para que se superara. Mi papá nos daba el desayuno en la cama y cantaba para que olvidáramos la ausencia de mi madre. Siempre decía: “Yo no quiero que me quieran, quiero que me respeten”. Lo peinaba, le lavaba las manos. Yo estudiaba con las Hermanos del Buen Pastor, he estudiado solamente la primaria.
-¿Dónde estudiaste la secundaria?    
-¿Qué secundaria? ¿Qué estudios? Yo no he estudiado nada. Lo único que he tenido y tengo es apetito de aprender. Yo he sido quien ha estado siempre al lado de mi padre ¿ya?, lo he acompañado porque estaba solo, tenía que ver la casa, a mi padre y a mi hermano. Mi papá salía de una casa y nos íbamos a otra, después a otra y luego a otra. Nunca hemos tenido casa propia, siempre como aves que hacen varios nidos.
Cuando murió mi mamá llegó a La Paz mi tía Elsa, mi tío Humberto de España, era hermano de mi mamá. Mi tío Humberto dijo: “Por lo menos me llevo a la niña”, y mi padre dijo, no.
    Yo nunca he tenido un hogar de familia, siempre he vivido con mi papá. Nunca pronuncié la palabra mamá, no sé lo que es criarse con una madre. Recuerdo que mi papá decía: “El colegio es para los mediocres, tienen que formarse de una distinta manera para luchar en la vida”. Mi padre era un hombre absolutamente diferente a todos los que iban a visitarlo o con los que trabajaba.
    Como yo era una niña, no sabía lo que estaba escribiendo, seguramente era El pez de oro, pero yo sentía que trabajaba desde las cuatro de la mañana, escribía y escribía, seguramente corregía y se esforzaba para dar una forma ideal a sus ideas. Yo pintaba y mi padre pegaba en la pared mis dibujos para alentarme, nos traía libros para que leyéramos. Desde niña leí a los clásicos como Tolstói, Dostoyevski, Dumas, etc., etc. Mi papá me traía pinturas de Van goh, Rubens, Miguel Ángel y tantos maestros geniales de la pintura clásica”.

     El tercer tomo de la Biblioteca Gamaliel Churata titula: La vocación del escritor, será una ocasión para publicar la lucha que emprendieron tanto Amarat como Estrella para recuperar los libros inéditos de Churata. Es un tema que no puede quedar en el silencio más absoluto, pues es una acción reñida con la ética y la moral. A pesar de la ausencia de Estrella, quien tiene los originales sabe que el tema no quedará en el olvido. La historia sabrá juzgarlo.        

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