LECTORES PERUANOS: MEDIO LIBRO AL AÑO
La aseveración que la mayoría de peruanos leemos menos de un libro
al año no es una novedad. Viene a confirmar que el deficiente sistema de
educación ha triunfado, ha logrado sus metas. Ha conseguido niños que no leen,
jóvenes que no reflexionan, adultos que no leen y carecen de capacidad para
exigir sus derechos ciudadanos. En otras palabras, economistas neoliberales
como Jaime Saavedra, ex ministro de educación, deben estar contentos porque han
logrado sus metas. Cuanto menos lean los ciudadanos, el Perú será una colonia
manipulable.
Entonces, estamos
frente al triunfo de poderes fácticos, directivas del Banco Mundial de
Desarrollo, Fondo Monetario Internacional, UNESCO y la CONFIEP. Los especialistas
en educación y cultura colonial, deben haber recibido felicitaciones por lograr
una pésima calificación de lectura. Ellos preparan los planes y programas para
conseguir que los niños no lean. Saben que un niño que lee, es un joven que
piensa, un joven que lee y piensa es un adulto que reclama sus derechos
ciudadanos. Un ciudadano que no lee es un elector ignorante y vota guiado por
las encuestas que se compran.
Hay una
decisión política de fabricar ciudadanos que no lean porque si lo hacen se convierten
en una masa crítica. En un conglomerado cívico pensante que exige derechos.
Resulta muy peligroso que la gran mayoría lea porque deviene en ciudadanos que
no se puede manipular fácilmente. Como el Estado ha renunciado a dirigir el
sistema educativo y política cultural, los poderes fácticos, diarios basura,
televisión cacósmica y la radio animalizan todos los días. La ausencia de
crítica en los grandes diarios, impide que haya una pedagogía descolonizante.
Mientras menos lean los niños mejor, si la juventud desconoce sus derechos, es
una manada de carneros fácil de manipular. Los ciudadanos que no leen no
piensan, pero son útiles en las elecciones porque se trata de analfabetos
políticos, por más títulos académicos que tengan.
El sistema
educativo es ajeno a la realidad nacional, no hay bibliotecas públicas, las
ferias de libros son para editoras transnacionales. En el fondo se trata de un
sistemático acatamiento a las decisiones de entidades económicas
transnacionales que imponen condiciones económicas y culturales. Aseverar otras
equivocadas apreciaciones, es caer en el juego para que nada cambie. Decir que
el Plan lector es un programa que ha permito educar a docentes y alumnos lean,
es una falacia que solo ha beneficiado a algunas editoras y autores mediocres,
con algunas excepciones. El Plan lector entonces, es una estafa, un gran
negociado y una falacia. ¿Hasta cuándo?
¿Cuántos
libros puede comprar un docente de primaria, secundaria o universidad con sus
miserables sueldos?, ¿cuántos tienen una biblioteca de por lo menos tres mil
libros?, ¿cuántos profesores hablan más de tres idiomas? ¿Cuántos libros pueden
publicar cada cierto tiempo? En fin, nada se puede exigir a maestros mal
pagados. Si reclaman haberes justos cada cierto tiempo, la respuesta es
inventar falacias como la meritocracia y escalas remunerativas a largo tiempo.
Es decir, que los docentes deben ser pobres, incultos hasta que a los
veinticinco años de servicios, tengan una remuneración siempre menos que todos
trabajadores del Estado.
La
evaluación a los maestros consiste en valorar,
tasar y estimular, se realiza mediante pruebas escritas. ¿Quién las redacta?,
¿qué conceptos priman?, ¿los examinadores saben más que los examinados? A los
maestros se les debe evaluar durante las clases que dictan. La prueba escrita
no demuestra si tienen o no dominio, seguridad y cultura pedagógica. Si conoce
o no ciencias sociales y la realidad cultural en que vive. Entre la prueba
escrita y el dictado de clases hay una enorme distancia. Hay docentes que
conocen mucho pero no saben enseñar, también quienes hacen lo que pueden y
carecen de cultura pedagógica. Muchos son especialistas en pisicultura (poca
cultura).
Los
maestros peruanos deberían tomar la determinación de conformar una comisión
para evaluar a la ministra de educación a fin de saber hasta dónde conoce
cuatro aspectos fundamentales: ¿Cómo explica el pensamiento pedagógico que
preconiza y desarrolla el Ministerio de Educación?, ¿Qué prototipo de
ciudadanos se debe formar, para qué clase de sociedad?, ¿la educación peruana
está comprendida en un proyecto nacional para un siglo? ¿Es necesaria una
reforma educativa de acuerdo a la nueva realidad del Perú? Si la ministra
evalúa a los docentes, ¿por qué no puede ser evaluada por los maestros y
maestras peruanas cuando dicte una clase?
La ministra
de educación Marilú Martens Cortés, por si acaso es una calificada tecnócrata
egresada de la Universidad de Harvard, especialista en Preparación de Tutores.
¿Qué será eso? Mayor razón entonces para asistir cuando dicte una clase tipo
para aprender. Seguramente que no será como los anteriores ministros que nunca
dictaron clases en una escuela rural, no sabían quechua, aymara, ninguna lengua
de la Amazonía. Tampoco ejercieron la docencia primaria o secundaria, solo así
se aprende a enseñar, la educación no es una abstracción, es una acción
pedagógica concreta.
Así se
explica que leamos menos de un libro al año. Aducir otras razones es mentir
para que nada cambie. Lo ideal para el sistema neoliberal y educación colonial,
es que no haya lectores. Menos escritores críticos que hayan ejercido la
docencia porque saben lo que afirman. ¿Qué harán ahora los ministros de
educación y cultura? Nada. Deberían crear por lo menos una editorial para imprimir
libros de docentes. Formar la Biblioteca Educativa Peruana. Desarrollar una
Política Cultural conjunta. Pero no harán nada, no les interesa. Como decía
Antonio Cisneros: “Chamba es chamba y nada más”.
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