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domingo, 26 de agosto de 2012

CONGA, PONGUEAJE Y LA MENTALIDAD COLONIAL

Ilustración: Carlos Tovar "Carlín"

Sin duda hay varias formas de leer la paralización “momentánea” de las actividades en torno al Proyecto Conga, depende de los instrumentos de análisis, la ideología y visión de la historia de la persona que suscriba una opinión. Mucho tiene que ver el medio en el que se expresan “los analistas” asalariados, pero hay un hecho que no se puede dejar pasar desapercibido. Todos los medios y periodistas, salvo “La Primera”, han realizado una millonaria como feroz campaña desde el poder mediático a través de diarios, radio y televisión, para demostrar que sin inversión no hay progreso, los “ultras” están en contra el desarrollo del Perú e inversiones extranjeras. Esa persistente manera de atacar a quienes no piensan igual que ellos, ha demostrado que el pongueaje ideológico y cultural, no ha sido aún desterrado, erradicado. Menos la mentalidad colonial, tan arraigada en la vida republicana.
     El pongueaje al servicio de la depredación de la naturaleza y evidente destrucción del medio ambiente tuvo un rol protagónico. Tal vez quienes ejerzan el oficio no  sepan que se llaman pongos, pero la mayoría de ellos trabajan con un alto salario. Nada es gratis porque todo se paga. Los pongos de las haciendas no cobraban salarios, eran tratados como animales, no tenían derecho a nada. En cambio, los pongos posmodernos al servicio de los grandes capitales, cobran puntual, reciben directivas, escriben, leen libretos y tienen que cumplir todo cuanto se les encarga. Muchos de ellos son científicos sociales, de modo que “nadie” puede refutarlos. Quien quiera comprobar este hecho, tiene una tonelada de papel escrito, audios y grabaciones que sería una tarea de nunca acabar.
    La mentalidad colonial ha quedado muy enraizada desde la organización de la sociedad colonial, funcionaba en base a leyes que datan desde 1542 y fueron firmadas por el rey Carlos I. La sociedad colonial comprendía solo a los españoles y sus descendientes. No estaban incluidos los mestizos, “indios” ni “negros esclavos”. Así se formó la clase dominante en el Perú y por lo tanto son dueños para disponer la exacción ilimitada de minerales. Hasta que el virrey Toledo, solo para imponer más impuestos por el hecho de vivir en el Perú, determinó la clasificación de las personas con el concepto de raza, situación económica y color de la piel. Desde entonces, estamos divididos en una clase dominante “blanca” y de “colores”  compuesta por cholos, indios, mestizos, negros y mulatos. Esa mentalidad colonial, clasista, racial, excluyente, discriminatoria y llena de desprecio por las culturas ancestrales, quedó consolidada con la fundación del sistema republicano. Durante muchos años hubo dos Repúblicas: La República de los mestizos y la invisible “República de los indios”, los pueblos de la Amazonía no existían.
    La nobleza peninsular compuesta por chapetones, puka kunkas (cuellos rojos), nacidos en España, eran los administradores de los intereses imperiales. La nobleza americana llamada también indiana, estaba compuesta por españoles nacidos en el Perú, a quienes de se llamó criollos. La clase media estaba conformada por españoles peninsulares y españoles americanos sin fortuna, sin propiedades y menos títulos nobiliarios. Las personas que pertenecían a este segmento eran abogados, médicos, funcionarios públicos de menor rango, militares, comerciantes, etc. No tenían poder político.
    Los curacas o caciques estaban sometidos al poder del rey de España, muchos de ellos se asimilaron a la maquinaria de dominación para no perder sus bienes, por lo que estaban  exonerados de pagar impuestos. Eran dueños de grandes extensiones de tierras así como de mano de obra gratuita, constituían los nexos entre los corregidores y grandes mayorías para que hacer pagar impuestos. La gran mayoría que producía la riqueza eran “indios” pobres, desamparados y sin derechos. También había indios forasteros, yanaconas, jornaleros, de haciendas, indios de ayllus y comunidades. Los afro descendientes llamados negros, eran vendidos y comprados en los mercados como animales, también había los llamados negros cimarrones.
    Tanto José de San Martín como El Libertador Simón Bolívar, se dieron cuenta que no podían ir más allá porque los criollos y mestizos limeños, herederos del poder político colonial de sus ancestros, no estaban dispuestos a ceder nada a favor de las grandes mayorías de peruanos pobres. Un punto de quiebre y para hacer saber que no aceptarían compartir el poder con la plebe, fue cuando la aristocracia limeña hispana, mandó a matar al doctor Bernardo Monteagudo. La batalla de Ayacucho consolidó las ventajas de la aristocracia limeña, fue así como se fundó una República que nada tenía que ver con la realidad de ese entonces. Al quedar intacta la administración de la colonia, los mecanismos de poder y sobre todo la mentalidad aristócrata, se consolidó el criterio de la imposición por la fuerza. ¿Cómo hizo España para controlar y aplastar a tantos movimientos sociales si no contaba con una fuerza represiva adecuada? Utilizó el adormecimiento de la subconciencia colectiva mediante la religión, a los caciques como actores directos y luego a la Iglesia Católica, mediante un sistema de obediencia incondicional, comunicaciones secretas, confesiones y la excomunión.
     El paso del sistema colonial a la fundación de la República fue de la noche a mañana, la clase dominante colonial no hizo ningún esfuerzo militar por conseguir la independencia y estuvo ausente en los campos de batalla. San Martín se fue del Perú desencantado, muy decepcionado y el Libertador Simón Bolívar se convenció que a la clase dominante no le interesaba la consolidación de la República, solo el oro y los esclavos. ¿Cuántos levantamientos y acciones heroicas se produjeron contra la mentalidad colonial republicana? Habría que leer a Pablo Macera, Juan José Vega, Wilfredo Kapsoli, Waldemar Espinoza Soriano, Hernán Amat Olazábal, Alberto Flores Galindo, Virgilio Roel Pineda, Antonio Rengifo, Augusto Ramos Zambrano, José Luis Rénique y a tantos otros historiadores insignes. Entonces, no es una novedad que se produzcan movilizaciones sociales, las respuestas que vienen desde el pueblo frente a un Estado-nación de corte colonial, que trata de imponer una forma de desarrollo excluyente, mediante dádivas, asistencialismo y distribución social desigual. Tampoco se puede negar que haya dirigentes politizados, algunos de los cuales tienen simpatías con movimientos que propician acciones violentas. (Nosotros, como dicen los muchachos: porsiaca na’ que ver. Pero Conga fue. Ha sido un roche muy grande).
    ¿Cómo procede ahora el Estado-nación? La metodología es así: Primero se enajena, cuadricula y remata todo el territorio nacional, sierra, lagos, costa, selva, ríos y mar (y luego la plata llega sola). Se hace concesiones legales leoninas sin consultar a las poblaciones afectadas, se aplica el vergonzoso criterio de “El perro de hortelano” y procede a depredar la naturaleza matando a ciudadanos que protestan. La población no acepta imposiciones verticales, sale a las calles, bloquea carreteras. Entonces, se producen uno, diez, cien muertos. La represión recrudece y se nombra una mesa de diálogo destinada a no conseguir nada. Se nombra a sacerdotes que actúan de buena fe, se les llama facilitadotes, no importa que la palabra no sea la más adecuada. Se decreta estado de emergencia, no interesa que haya caído uno, dos gabinetes y el tercero quede debilitado, la idea es doblegar a la población para que deje “trabajar” en paz por el bien común y desarrollar la zona.
    ¿Ha cambiado acaso la mentalidad colonial de la clase dominante? No, se ha modernizado y como no es posible matar a más ciudadanos, toda actividad de protesta justa se judicializa. Sino veamos: ¿cuántos conflictos sociales han surgido en el mes de julio? Según el reporte de la Defensoría del Pueblo: “Se da cuenta de 168 conflictos activos y 75 conflictos latentes. La mayor cantidad de conflictos sociales se ubica en el departamento de Ancash (31 casos) y Puno (22 casos); le siguen los departamentos de Cusco (16 casos), Lima provincias (15 casos) y Apurímac (15 casos). Continúan siendo tratados 81 casos mediante procesos de diálogo. Asimismo, se registraron 71 acciones colectivas de protesta”. ¿Qué es el reporte de conflictos sociales? Según la Defensoría del Pueblo: “Es un instrumento de monitoreo cuyo objetivo es informar mensualmente acerca de los actores, los problemas y el desarrollo de los conflictos sociales registrados por la Defensoría del Pueblo a nivel nacional. La información divulgada constituye una señal de alerta dirigida al Estado, las empresas, las dirigencias de las organizaciones sociales, los medios de comunicación y la sociedad en general a fin de que se tomen decisiones orientadas a conducir el conflicto por la vía de la ley y el diálogo y se eviten los desenlaces violentos. El documento recoge la información proporcionada por los actores intervinientes en los conflictos sociales, a través de las 28 oficinas defensoriales y los 10 módulos de atención al público que tiene la institución, complementada y contrastada con otras fuentes”.
     Sin embrago, a pesar de todo el poder colonial de la derecha aliada a las transnacionales, ha quedado comprobado que no es posible que el Estado-nación actúe al caballazo y un ex premier haya dicho: “por ahora no es posible realizar las transformaciones sociales”. “El presidente tiene que olvidarse de sus promesas electorales”. Y al día siguiente rectificarse y decir: “El presidente es presidente de todos los peruanos, me han tergiversado”. Óscar Valdés Dancuart, déspota, iracundo, sin modales de político culto, lo único que consiguió fue que los cajamarquinos se radicalizaran. Hasta que llegamos a un momento en que la Defensoría del Pueblo destacó una reunión de trabajo con el presidente del Consejo de Ministros, Juan Jiménez, y el Alto Comisionado de la Oficina de Diálogo Nacional y Sostenibilidad, Vladimiro Huaroc. En esa oportunidad el diario “El Comercio” informó: “Se expuso la visión institucional de la conflictividad social en el país, sus metodologías de acción y (se) ofreció colaborar en el intercambio de información, el análisis de casos prioritarios y la organización de procesos”.
      La pregunta es: ¿Quién manda en el Perú? ¿Quiénes toman las decisiones políticas más importantes? ¿En qué medida influye en el poder la opinión de los representantes del capital? Para tener una respuesta certera a estas preguntas, es necesario conocer la siguiente información frente a que sucedió en el proyecto Conga. En efecto se informó que: “El director ejecutivo de Newmont Mining Corp., la empresa que tiene un 51,35% de Minera Yanacocha, señaló que en este momento no hay un entorno favorable para el desarrollo del proyecto Conga en Cajamarca”. Enseguida aseveró: “Según dijo Richard O’Brien a Dow Jones Newswires, en una entrevista publicada el último viernes, para que el proyecto Conga pueda desarrollarse, debe haber un ‘entorno consistente’ para conseguir ‘el desarrollo exitoso, tanto del proyecto minero como de aquellas cosas que van con la minería, sea el transporte de personas o equipos”. (Diario El Comercio”)
    Como se dice ahora, traducción: Señores: el proyecto minero Conga no va por el momento porque el movimiento social lo impide, tenemos que esperar que se cambie a los dirigentes para presionar después. Nosotros determinamos lo que debe hacerse o no. Como no hemos logrado doblegar la voluntad de un pueblo, sobre todo a los “paisanos” que pudieron ser beneficiados, vamos a esperar que cambien las autoridades locales y para eso, desde ahora plantearemos una estrategia. Para nosotros no importa el tiempo que tengamos que esperar porque de todos modos nos llevaremos el oro y los peruanos se quedarán sin nada. Están advertidos, nosotros acumulamos capitales y ustedes solo muertos y pobreza. (Nada ni nadie podrá cambiar la historia, desde la llegada de Francisco Pizarro). 
      Sin embargo, hay cuatro lecciones coyunturales a las que se puede llegar:
    1.- En todo momento se pudo apreciar que el pongueaje, así como la mentalidad colonial estuvo al servicio de una trasnacional poderosa. Que el Estado-nación no tiene capacidad de prevención de conflictos y menos está dispuesto al diálogo. Ordenar, suspender las garantías constitucionales, actuar al caballazo no es dialogar. Hacer despliegue de la fuerza para atemorizar ya no da resultados. 
    2.- Que la mentalidad colonial está intacta aunque se haya adaptado a las formas de expresión de corrientes desarrollista en desuso del siglo XX. Pero el Estado-nación no concede de ninguna manera el derecho de los pueblos a decidir libremente si aceptan o no las disposiciones que vulneran sus intereses.
    3.- Que la violencia no es precisamente el camino para hallar fórmulas de entendimiento y no es posible que haya más muertos en el futuro en las concesiones mineras.
    4.- Desde ahora se hablará de Conga y posConga. Vivimos debido a la ejemplar lucha del pueblo de Cajamarca un distinto escenario en el Perú. Ojalá se haya aprendido la lección, cuando un pueblo decide lo políticamente correcto, no hay quién lo doblegue debido a que actúa por convicciones.
     No obstante, toda construcción de mega hidroeléctricas, caminos carreteros, explotación de minas, ciudades y oleoductos, etc., etc., conlleva la modificación de la naturaleza y necesaria destrucción de condiciones naturales que nunca más volverán a ser las mismas. No se trata de destruir para ganar ingentes cantidades de millones de dólares y recibir el canon y algunos miles para el Estado y programas sociales. La idea es que efectivamente la explotación de las minas sea racional y beneficie a los poblares del entorno, sin destruir los ecosistemas. Hecho que no ha sucedido desde la implantación del pésimo sistema depredador que solo ha generado pobreza. ¿Llegará el día en que el Estado Peruano explote sus minas, gas y petróleo, cuide sus aguas, glaciales, ríos y el mar?  Solo así podrá superar la miseria y distribuir el pan social en todas mesas de modo equitativo.
    Mientras la mentalidad colonial del poder subsista, se imponga mediante la represión, uso de la aparente legalidad, la violencia y fuego de los fusiles, todo parece indicar que habrá que esperar a otras generaciones que tengan conciencia y necesidad, de implantar un sistema de gobierno democrático, humanizado y descolonizante. ¿Llegará ese día? Sin duda, con seguridad debido a la fuerza de la cultura, la razón y la historia. En parte, todo empieza con una nueva Constitución Política del Perú.  

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