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jueves, 16 de agosto de 2012

Ser Maestro en el Perú

Paulo Freire, educador y filósfo, 1921-1997
   Siendo alumno de Paulo Freire, en una de las conversaciones académicas  que solía sostener con sus alumnos, le preguntamos: “¿Qué significa ser maestro en América Latina?” Freire contestó que podía diseñar un seminario como respuesta a esa pregunta, que era un tema amplio como complejo y difícil de responder con pocas palabras. Pero insistimos en y como era director del Instituto Internacional de Investigación para el Desarrollo Armonizado IRFED, (París, 1971), frente a más de treinta alumnos becarios de los “los países subdesarrollados”, dijo más o menos así: “La educación es una acción política e ideológica con contenido filosófico, en la que intervienen cinco factores: El Estado, la sociedad, la economía, los maestros y los políticos. No hay recetas, cada país tiene que crear su propio sistema educativo. Pero es necesario definir qué clase de sociedad se trata de construir, en qué tiempo, con qué medios y sobre todo con qué clase de maestros. Es básico conocer la historia, la memoria social cultura de cada país.

   En lo que se refiere a América Latina, la educación en general debería estar orientada a liquidar la pobreza, formar a los niños y jóvenes con una conciencia crítica para que se eduquen y formen para gobernar. Un criterio absolutamente básico es que no hay desarrollo sin cambios sociales y no hay necesidad de recurrir a la violencia para transformar una determinada realidad social. Un defecto de la educación en América Latina es que los niños y jóvenes los forman para ser gobernados, para obedecer, para ser siempre la masa que se calla y debe sufrir por miles de años más la dolorosa pobreza. No para gobernar ni transformar el país que gobiernen.

    Cualquiera que sea el país en América Latina y en general en los países subdesarrollados, el maestro tiene que ser un líder, un conductor de ideas, alguien que vaya adelante enseñando con el ejemplo. No hay una vida más heroica y fecunda que la un maestro que contribuye con la liberación de su pueblo”.

   No se trata de repetir exactamente las palabras sino más bien citar lo más fidedigno posible la emisión de ideas. Un alumno de Argelia intervino y dijo: “Entonces, díganos también en pocas palabras: ¿Cómo debe ser un maestro?” Paulo Freire respondió que había llegado a la conclusión que un tema importante era la necesidad de discutir acerca de la libertad, que los oprimidos tenían mucho temor, más que a rebelarse, a ser libres y sustituir al gobierno que los oprime. “Por eso es que la educación está destinada a formar a hombres y mujeres libres. No a personas con mentalidad de esclavos, de ciudadanos sumisos, extremadamente hipotecados a una mentalidad anclada en el pasado colonial”.

    Es verdad que las ideas de Paulo Freire fueron recogidas e influenciaron de modo especial durante la última década del siglo pasado, en algunos sistemas educativos de países que se propusieron llevar a cabo reformas sociales. Pero frente a la “revolucionaria” propuesta pedagógica de una “educación para la liberación del oprimido” de Paulo Freire, se produjo una enorme acometida, una evidente ingerencia política e ideológica de organismos internacionales como el Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional. El Perú aceptó esas “recetas educativas” y ese es el sistema pedagógico vigente, no es el resultado de un debate en el que hayan participado como decía Paulo Freire, “cinco factores: El Estado, la sociedad, la economía, los maestros y los políticos”. Es verdad que no hay modelos ni  recetas, cada país está en la obligación moral y ética de crear su propio sistema educativo, de acuerdo a su problemática social.

     Ahora que asistimos a un inesperado debate sobre la reforma de una ley sobre la educación en el Perú, lo primero que se observa es que la señora Ministra de Educación, Patricia Salas, no entiende que su función es otra, menos sus viceministros y asesores que hablan en los medios y se muestran afanosos como tecnócratas, pero sin ideas respecto a la complejidad del sistema educativo. Hay congresistas, políticos y sobre todos periodistas que no saben nada de educación y opinan. Lo más grave es la orfandad ideológica, así como la vigencia de criterios políticos pedagógicos coloniales, de quienes lamentablemente han redactado la nueva Ley de Reforma Magisterial en reemplazo de otro mamotreto, como es la Ley de Carrera Pública Magisterial.

     Por esa razón y otras de menor cuantía, la Ministra de Educación será interpelada en el Congreso de la República. Es decir, por decidir sin la necesaria aprobación congresal que una ley sustituya a otra, además debido a la “escasa ejecución presupuestal en lo que va del año y los limitados resultados de la política educativa”. Se ha preparado 31 preguntas sesudas que tienen que ver no solo con la nueva ley propuesta, sino con temas concomitantes pero intrascendentes. Una primera pregunta que no aparece en ese texto es: ¿De qué clase sociedad y educación se trata? ¿Han participado los maestros, padres de familia, políticos, el Ministro de Economía y el Ministro de Cultura? No. Entonces: ¿quiénes han redactado una ley que no empieza definiendo qué clase de sociedad se ha construir y cómo debe ser el sistema educativo Peruano?

   Para quienes hemos ejercido el magisterio cualquiera haya sido la modalidad, sabemos lo que decimos por experiencia propia, la llamada nueva Ley de Reforma Magisterial no es más un remiendo de las todas las anteriores. El criterio de la carrera magisterial propiamente dicho, así como la  aplicación de medidas en la meritocracia dependerá de los directores, que aunque no todos, son los más acérrimos enemigos del magisterio, de la cultura y la inteligencia. Finalmente se trata de contentar con exámenes cada cierto tiempo y cada año expulsar a miles de maestros “si es que no estudian” y sino pasan de una escala a otra. Con la nueva ley, los nuevos maestros peruanos que empiecen a trabajar al año, llegarán a tener un suelo adecuado, acorde a sus méritos y estudios, una remuneración decorosa cuando cumplan 25 años de servicios y hayan vencido a todas las vallas que salten como una especie de olimpiadas del conocimiento pero a largo plazo. Estamos hablando del año 2037, cuando muchos de los congresistas, la Ministra de Educación y sus inteligentes asesores, hayan pasado al más oscuro anonimato o tal vez, a un mejor estado de existencia metafísica por los siglos de los siglos.

    Ninguna ley del magisterio ha durado en el Perú más de cinco años, todas han sido modificadas en cada gobierno solo para demostrar cierta preocupación “por la educación de nuestros hijos”, pero ninguna de ellas han significado un cambio de mentalidad y otra forma de educación.  Todas las normas referidas al magisterio han sido coyunturales, ninguna fue debatida por los actores responsables y esa es la razón por la que han durado poco. La historia es más o menos así. Cada gobierno mejora las mejoras anteriores, modifica las modificaciones necesarias, corrige las correcciones erradas, reforma las reformas urgentes, cambia los cambios mal hechos, enmienda de nuevo las enmendaduras, transforma algo del contenido por otra transformación, sustituye con otra sustitución, cambia de nuevo el cambio anterior, añade otros añadidos, sustituye con otra necesaria sustitución, etc., etc.

    ¿Y la dignidad y respeto al maestro? ¿Cuándo se le ha dado el lugar que le corresponde? ¿Cuántos años más tiene que esperar para que se le pague todo cuanto se le debe? A causa de un Estado-nación ajeno a la educación, ser maestro en el Perú es un enorme sacrificio. Es vivir sumido en la desesperanza y permanente agresión. Ser maestro en el Perú significa no tener derecho a una vida digna, a una salud mental equilibrada, a una forma de vida acorde con la dignidad humana. Ser maestro en el Perú también ha significado luchar contra todos los gobiernos, contra el sistema que solo le interesa la acumulación de capital, contra todas las formas de represión, no solo para tener sueldos dignos sino para defender la dignidad del magisterio.

    ¿Y los maestros y maestras peruanas jubiladas? ¿Y quienes han quedado discapacitados? Para el Estado-nación, los ministros, congresistas, políticos, asesores e ideólogos de la coloniedad del sistema educativo, no existen. ¿Cómo? ¿A quién se le ocurre que les debe pagar igual que a un docente en actividad? ¿Qué cosa? Hay que hacer de cuenta que ya no existen y si viven es por riesgo y cuenta de cada uno de ellos. Y sino pregunten al Instituto Nacional de Estadística e Informática INEI, los  jubilados están en la obligación de morir lo más antes posible, porque desde ahora ya no aparecen en la estadísticas de sobrevivientes.

Lima, 13 de agosto del 2012.

1 comentario:

  1. "Un criterio absolutamente básico es que no hay desarrollo sin cambios sociales y no hay necesidad de recurrir a la violencia para transformar una determinada realidad social".Dices mi querido Cholo Ayala. Y ahí sí que te equivocas. Estoy de acuerdo contigo en todo lo que dices, salvo en este párrafo. Pues vivimos la dictadura de la burguesía (compradora y burocrática) y ellas no dejarán de aplicar sus recetas por las buenas.
    La educación es un aspecto fundamental para el mantenimiento de la situación actual o luego de una revolución, para continuarla. Querer transformar la educación sin cambiar la sociedad es candor romántico. Para que cambie la educación debe cambiarse toda la realidad. Esto es, hacer la revolución. Y ella no se hace con poemas o buenos deseos. Jamás. Si me equivoco, dame el ejemplo en todo el proceso de la humanidad. Ahí, los del PCP levantado en armas, tienen razón: SALVO EL PODER, LO DEMÁS ES ILUSIÓN.

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