Ministra de Educación Patricia Salas y Ministro de Cultura Luis Peirano. |
Toda Constitución Política, cualquiera sea la sociedad
que la elabore, expresa su dinámica y cambiante
realidad social, política, económica, educativa y cultural, porque le es propia
como distinta a cualquier otro Estado. En otras palabras, es el resultado de un
debate analítico, ideológico, social y económico. Pero sobre todo educativo y
cultural en el que intervienen diversas agrupaciones políticas para aprobar un
proyecto histórico, con metas que se proponen alcanzar. En consecuencia, es un
acto de creación para cada realidad y no hay ni debe haber “calco ni copia”. Finalmente
constituye “la norma de las normas”, pero tampoco es eterna porque los
acelerados cambios sociales, exigen una permanente revisión, adaptación y
proyección al futuro. Entonces, la Carta Magna es el conjunto
de normas que aprobada y promulgada se traduce en reglas que establece, la manera
cómo se debe vivir y el comportamiento de social todos los ciudadanos. Uno de
los principales objetivos es que construya y proteja a una sociedad en la que
se pueda ejercer todas las libertades y, mantenga una convivencia humana en
paz. Hay derechos importantes que deben ser respetados, entre otros, el derecho
a una vida digna, atención a la salud y acceso de todos los ciudadanos a la
educación y a la cultura. Pero así como la Constitución
garantiza los derechos, también estipula deberes y obligaciones. Además
considera el rol del Estado, las labores de los poderes públicos y funciones
que cada entidad debe cumplir.
Así, la Constitución Política
de una determinada República no es parecida a otra porque tiene distintos fines
sociales y diferentes objetivos concretos. En el caso del Perú, la pregunta es
que si la actual Carta Magna es un proyecto histórico, en la cual es posible o
no reconocer los objetivos nacionales. Pero más concretamente, si existe o no un
sistema educativo y cultural peruano, destinado a un histórico como sistemático
proceso de descolonización ideológica. Si la cultura es parte o no de la
educación o si la educación constituye acaso, el émbolo de lo que debe ser el
Perú en el siglo XXI. Ese es un tema que se elude discutir en el Congreso de la República, en los medios
que ejercen el poder mediático y que tienen una gran (i) responsabilidad.
¿Qué
relación hay entre educación y cultura? ¿La educación no es acaso parte de la
cultura de un pueblo? ¿La cultura de un pueblo no es el resultado de la
educación pública y privada? ¿Qué distancia y diferencia hay entre educación y
cultura? ¿Un pueblo bien educado carece de la cultura? ¿Hay alguna cultura que
no tenga como base un sistema educativo propio, plural y científico? ¿Qué
nación ha alcanzado un desarrollo social sin un sistema educativo basado en la identidad,
cambios sociales, la ciencia y la tecnología? Entonces: ¿Cómo debe ser la
educación y el fomento a la cultura en el Perú? Ese es en realidad un tema crucial
que la ministra de educación y los medios, deberían propiciar establecer un
debate nacional. Todo lo demás es simplemente coyuntural y responde a las
presiones políticas del momento.
En efecto, la
actual Constitución Política del Perú, en el Artículo 13, respecto a Educación
y libertad de enseñanza, señala expresamente: “La educación tiene como
finalidad el desarrollo integral de la persona humana. El Estado reconoce y
garantiza la libertad de enseñanza. Los padres de familia tienen el deber de
educar a sus hijos y el derecho de escoger los centros de educación y de
participar en el proceso educativo”. La Ley Orgánica del fantasmal Ministerio de Cultura
estipula en el capítulo I, referente a las Áreas Programáticas de Acción: “Artículo
4.- El Ministerio de Cultura ejerce sus competencias, funciones y atribuciones
para el logro de los objetivos y metas del Estado y son las siguientes: a)
Patrimonio Cultural de la
Nación, Material e Inmaterial. b) Creación cultural
contemporánea y artes vivas. c) Gestión cultural e industrias culturales. d)
Pluralidad étnica y cultural de la
Nación”.
Es decir,
una intencionalmente desarticulada acción de dos ministerios que no coordinan
ni dialogan entre sí. Lo cierto es que el Ministerio de Cultura debería tener a
su cargo la creación de una política educativa y cultural, de una política para
la educación y la cultura. Debe ser un acto de creación para establecer un
sistema educativo y cultural que comprenda a todos los niveles educativos,
desde la primaria hasta la universidad. Impulse por ejemplo la formación de
bibliotecas escolares como públicas, a base de una editora que publique libros
de autores clásicos y peruanos. Ese es otro tema que tampoco se quiere debatir
porque no solo se desconoce la realidad educativa y cultural, porque hace años
que se no se lee la dolorosa realidad social, política, económica, educativa ni
cultural. Menos el impacto de la globalización sesgada, la aplicación de una
economía neoliberal destinada a la acumulación de capital y, saqueo de las
riquezas naturales del Perú.
Precisamente con ocasión de la posible promulgación
de la Ley de
Desarrollo Docente por el Congreso Nacional, además de los remiendos que reciba
pero que tiene por objeto “liquidar” la
Ley de Profesorado como la Ley de la Carrera Pública
Magisterial, se ha podido apreciar que la ministra, como muchos “periodistas” hablan
sin conocer ni haber analizado la realidad educativa y cultural nacional. Tampoco
el problema es la presencia del MOVADEF y sus dirigentes, quienes no tienen ni
idea de un sistema educativo que forme a los educandos con valores humanos, cívicos
y patrióticos. Menos una sociedad basada en la democracia, la libertad, respeto
a la vida y los derechos humanos. Ahí hace falta un deslinde ideológico entre
los gremios magisteriales.
No se trata
solamente de defender un proyecto redactado contra el tiempo para sustentar la nueva
Ley de Reforma Magisterial, con un extraño criterio “inclusivo”, aplicar un
discutible sistema de “meritocracia” y ciclos de capacitación. Tampoco ofrecer
a los maestros activos del Perú, aumentos a sus paupérrimas remuneraciones, no
de inmediato sino según el “comportamiento intelectual” que tengan a partir de
la aprobación de la ley. Y ¿los miles de maestros jubilados que algunos casos
ganan solamente para sobrevivir? “los come echados” como dijo el celebérrimo
honrado Alan García, incluyendo respetuosamente a su señora madre, están
destinados a morirse de hambre.
Quienes
hemos ejercido la docencia por muchos años, seguramente que conocemos los
problemas educativos por experiencia propia más que muchos ministros de
educación, con algunas excepciones. La meritocracia en muchos casos es una
arbitrariedad y un abuso. Los anunciados exámenes están destinados a aliviar el
presupuesto nacional. Las escalas remunerativas serán alcanzadas de acuerdo al
criterio político del gobierno de turno. La ministra finalmente habrá sido
relevada cuando el gabinete sea nuevamente cambiado de acuerdo al “síndrome de
Conga” y las protestas sociales que se vienen se acrecienten. Todo indica que el
problema de la educación y la cultura en el Perú, que tiene muchos años no sido
adecuadamente tratado por varios ministros. La actual ministra de educación no
lo entiende y menos los “periodistas” de los medios, que a diario propalan antivalores
y criterios absolutamente errados en materia de educación y cultura.
El problema
de fondo es que hasta ahora no hemos sido capaces de crear una política educativa
ni cultural y menos una política para la educación y la cultura peruana. Es
decir, un sistema que desarrolle un proceso educativo en todos los niveles y
que tenga que ver con el acceso a la educación y a la cultura, como a los
bienes materiales y espirituales a las grandes mayorías de niños y jóvenes del
Perú. Estamos hablando de una ideología, de una forma de pensar y una política salarial
miserable que dura desde la instalación del sistema republicano. La educación y
la cultura tienen un marcado criterio colonial y lo que hay que hacer es cambiar
la mentalidad de los niños y jóvenes precisamente a través de la educación y la
cultura. Hay que educar y formar nuevos actores políticos, que estudien para
llegar al poder y transformen el Perú. Esa es una verdadera reforma educativa
porque una ley no soluciona nada. Siempre se dice que la educación está en
crisis y eso no verdad, es el Estado Peruano, que está en una crisis profunda desde
su fundación.
Es poco serio que se a a derogue la ley de Carrera Pública Magisterial, sin hacer un diagnóstico, sólo para satisfacer caprichitos del Sutep de Patria Roja y del Conare... La Ley de la CPM ha tenido un proceso de maduración de varios años. El Consejo Nacional de Educación, que en ese entonces presidía la actual ministra Patricia Salas lo respaldó y ahora para el colmo el Sutep y el Conare van a ser juez y parte a la vez, sabe Dios qué incoherencias más nos esperan..
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